Sesión para tres I

mister25cms · 11-03-2013 , 14:34:54

Isabel era una agradable compañera de mi mujer. La habíamos conocido hacía unos meses, cuando nos habíamos trasladado de ciudad. Sin saber siquiera movernos por la nueva urbe, ella se ofreció a acompañarnos para conocerla. Es más, nos ayudó a encontrar un piso donde vivir. Se había separado de su marido recientemente y, aunque tenía un niño, disfrutaba de bastante tiempo libre, ya que tenían la custodia compartida y él se quedaba bastantes veces con el crio.

Era una mujer alta y delgada, rubia y con el pelo corto. Siempre iba vestida muy discreta y tapada. No era de las que te das la vuelta cuando pasa. Su cortesía con nosotros pasó a amistad al estar cada vez más tiempo juntos los tres. Salíamos a almorzar o a cenar y prolongábamos nuestros encuentros hasta bastante tarde. Llegamos a ser como tres amigos de toda la vida. Inseparables.

Gracias a estas charlas, cada vez más frecuentes, empezó abrirse y a contar su traumático proceso de divorcio. Había tenido muchos problemas con su exmarido, que seguía portándose muy mal. Ella cada vez estaba más preocupada por el niño. Estaba muy nerviosa y apenas dormía.

Aprovechando que llegaba el buen tiempo, mi mujer y yo decidimos irnos un fin de semana a la playa. Antes de reservar el hotel, me preguntó si no me importaba que incluyéramos a Isabel en las minivacaciones, pues había hablado esa mañana con ella y estaba muy apenada. Aunque hacía mucho tiempo que queríamos una escapada solos, y no me hacía mucha gracia llevar exceso de equipaje, acepté. Cuando se lo comentamos, se negó. No quería ser un estorbo. Entre bromas, le prometimos disfrutar del viaje y que por las noches la dejaríamos dormir en nuestra cama. Rápidamente la convencimos entre carcajadas.

El viaje en automóvil duró tres horas. Yo conduciendo y ellas atrás cuchicheando. Me preguntaba de qué estarían hablando tanto tiempo.
Al llegar, subimos a las habitaciones a ponernos el bañador e ir a la piscina del hotel. Mientras nos cambiábamos, mi mujer me preguntó si había pensado en la propuesta que le habíamos hecho para convencerla del viaje. Me lo había imaginado unas cuantas veces por supuesto. La fantasía de cualquier hombre es acostarse con dos mujeres a la vez y más si una de ellas es la tuya propia. Ella también lo había pensado. Es más, lo habían estado hablando durante el viaje pero Isabel no se atrevía ni a pensarlo por si no me parecía bien. Que equivocada estaba.

Varias veces me había comentado lo atractiva que le parecía Isabel, a lo que yo respondía siempre igual: no me parecía gran cosa. Y, aunque era improbable que ocurriera algo, la ponía muy caliente pensar en esa situación.

“Estoy celosa y cachonda. Nunca me hubiera imaginado desear que te follaras a otra mujer“.

“¿Pero solo me la voy a follar yo? ¿Tú no? la contesté.

“Por supuesto. Ansío tener a esa mujer entre mis piernas, pero estoy deseando verte con ella y que la llenes todos sus agujeros. Me excitaría mucho espiaros”.

Me sorprendió la lujuria de sus palabras. Esa acumulación de pensamientos libidinosos explotó en ese momento. Nunca le había visto así.

Se lanzó a por mí como una posesa. Tórridos besos dieron paso a tocamientos desenfrenados. La senté sobre una mesa de la habitación. Sujeté sus los tobillos y comencé a besar sus piernas. Esa sonrisa picarona se había convertido en una mueca de lujuria. Con mi lengua trazaba círculos por la parte interior de sus muslos. Levanté sus piernas y me coloqué de rodillas. Subía y bajaba pero sin llegar a rozar siquiera su coño. Retozaba. Gemía. Me pedía por favor que se lo comiera. Yo sabía que para que le gustara más, debía hacerle esperar. Daba la sensación que mi lengua nunca llegaría allí donde ella quería. Seguí chupándola, repasando desde tus tobillos hasta su pelvis, frotando suavemente tu monte de Venus. Estaba extasiada. Me pedía penetración pero no se la quería dar. De vez en cuando su vulva rozaba en mi cara, lo que aún le excitaba más.

Le cogí una mano, ensalivé el dedo índice y lo dirigí a su ano. No quería penetrarla sino que lo hiciera ella. Primero despacio, luego más deprisa, ese dedo entraba y salía para mayor placer suyo.

Por fin metí mi cabeza entre sus piernas y me quede con la boca a unos centímetros de su clítoris. Se abalanzó hacia delante para dármelo. Endurecí mi lengua y penetré su coño hasta donde pude, teniendo la precaución de golpear con mi nariz su clítoris. Gritó. Saltó hacia atrás, clavándose más su dedo, y hacia delante. La follé varias veces con la lengua. La saqué y metí su clítoris en el interior de mi boca. Una vez dentro y haciendo presión con los labios, hice movimientos circulares con mi lengua. Estaba cada vez mas mojada. Iba a explotar. Yo la hacía retroceder y su dedo la empujaba hacia delante. Por la intensidad con la que lubricaba, parecía que tuviera un rio de flujo en su interior.

Retire mi cara y la penetré con un dedo. Comenzó un vaivén pélvico, penetrándola con mi dedo por delante y el suyo por detrás. Lo saqué dedo y lanzó un gemido de placer.

Me llevé una de sus manos hasta mi pantalón y, al notar mi dureza, aún se excitó más. Abrí la cremallera y la insertó dentro. Notaba como sus tensos dedos me daban un tremendo placer. Con gran destreza me bajo el pantalón y dejó mi dura verga al aire. Solo me tocó unos segundos.
Me soltó, me sujetó la cabeza y me la empujó con tanta fuerza hacía su clítoris que me hizo daño en los labios. Ya no quería penetración. Quería que acabara con la lengua. Y yo obediente la di placer oral.

Gritó como nunca había oído a una mujer. Al segundo, cayó hacia atrás mareada. Poco a poco la presión fue menor y retire mi boca. Mientras estaba medio inconsciente me masturbé mirándola. Y llegué al orgasmo sobre sus tetas, las que dejé bastante mojadas con mi corrida.

mister25cms · 11-03-2013 , 14:41:09

Ducha rápida y a la piscina. Al llegar Isabel estaba tumbada tomando el sol. Si el día había empezado bien, me aguardaba otra sorpresa. Vestida solamente con un minibiquini, la cosa había cambiado radicalmente. De su delgado cuerpo sobresalían dos estupendas tetas, las cuales se empeñaba en ocultar a diario. Tan firmes, duras y grandes como su cirujano plástico había querido. Talla XL. Los ojos se me salían de sus cuencas. La boca abierta de par en par.

Toda la tarde la pasamos tomando el sol. La piscina estaba casi desierta. De vez en cuando me metía en el agua para disimular mi erección, pues allí tumbado, sin poder dejar de mirar esos enormes pechos, me imaginaba cosas imposibles. Intentaba mirar con disimulo aunque creo que más de una vez me cazó con la vista centrada en ellos.

Ellas charlaban de todo un poco. Cerré los ojos con la esperanza de quedarme dormido. No sé si lo logré. Pero cuando creí que hablaban de tetas, estética y demás, me desperté definitivamente. Y en qué momento. Mi mujer tenía puestas las manos sobre las tetas de Isabel. Ésta le explicaba la operación de aumento y le preguntaba sobre el tacto que tenían.

Tal cara de sorpresa tenía que me preguntó: “¿Qué opinas?

“Parece que están muy bien”.

Me respondió con otra pregunta: “¿quieres tocarlas?”

Miré a los lados para comprobar si estábamos solos. No se para que porque no me atreví. Balbuceé algo para disimular. Ambas rieron a carcajadas. Intenté cambiar rápidamente de tema.

Después de la cena fuimos a bailar a la única discoteca abierta. Aunque estábamos fuera de temporada, había bastante gente. Aunque me senté mientras ellas se lanzaban a la pista de baile, después de unas cuantas copas me obligaron a acompañarlas. Los tres habíamos bebido bastante. Me metieron entre ellas. Un sándwich. Ellas el pan. El alcohol había hecho mella. Entre risas, un beso en el cuello. Nada lujurioso. Algo inocente pero que poco a poco calentaba el ambiente. Nos acercábamos unos a otros. Cada persona del local iba a lo suyo, con lo que nadie reparaba en lo que hacíamos. Bailábamos tan pegados que parecíamos uno. Sin pensarlo. Sin hablarlo siquiera. Rozábamos nuestros cuerpos hasta ponernos a cien. Mi mujer de espaldas. Yo solapado a su culo. Isabel tan cerca de mí que, al abrazarme, nos lo hacía a los dos. Yo estaba tan cachondo como ellas.

Al cerrar la discoteca nos fuimos al hotel. Estábamos borrachos e íbamos haciendo eses por la calle. Al llegar las propuse tomar un café en nuestra habitación para despejar el alcohol antes de dormir. Ni se lo pensó. Aunque el baile había sido de alto voltaje, nos habíamos enfriado totalmente. Creo que nadie albergaba la mínima intención deshonesta. Era muy tarde y el cuerpo pedía cama. Pero para dormir. Me fui unos segundos al baño y cuando volví estaban las dos dormidas, cada una en un sillón.

Llevé como pude a mi mujer a la cama para volver después a por Isabel y llevarla a su habitación. Todo lo pensado y hablado hasta ahora eran puras fantasías y probablemente no pasarían de ahí. La cogí en brazos y al intentar abrir la puerta se abrazó a mí y me rogó que la dejara dormir con nosotros, que tenía mucho frío. Media vuelta y hacia la cama sin pensarlo. Las dejé a las dos tumbadas y vestidas. Me desvestí y me acosté en el único hueco que había: Entre ellas. Aunque estar allí era excitante, intenté no pensar y pronto me venció el sueño.

Unas horas después me desperté con una sed enorme. Me dirigí al baño haciendo el mínimo ruido. Cuando iba a apagar la luz, oí que alguien que se acercaba. Isabel se había levantado también sedienta. Su camisa prácticamente abierta me dejaba ver parte de sus impresionantes pechos. Inmediatamente se me puso dura. Medio dormida, bebió agua, sin darse cuenta que la observaba. En ese estado, se echó por encima la mitad del líquido. La tela se empapó y se volvió transparente. Un espectáculo.

Al mojarse, se despertó del todo. Fue cuando me vio. Yo no podía dejar de mirar sus mojadas tetas. A ella no la importaba. El agua había puesto sus pezones erizados. Movió la camisa para secarla un poco. El aire provocado los puso más duros.

Me miró a los ojos unos segundos, para bajar la mirada hasta la entrepierna. Solo llevaba unos calzoncillos, con lo que el bulto que observaba era considerable. Estaba empezando a excitarse. Se mojó los labios con la lengua y se mordió el de abajo.

No sé si era la señal de comienzo pero había que lanzarse. Mis manos se abalanzaron a tocar sus pechos. La quité la camisa y acercando mi lengua a ellos, jugué con los bordes de su aureola antes de introducírmela en la boca. Satisfecho, la escuché suspirar. Ella supo que tenía que permanecer inmóvil, deseaba sentirse mujer otra vez y mis caricias lo estaban consiguiendo.

No contento con ello, la quité la poca ropa que tenía y fui bajando por su cuerpo sin dejar de pellizcar sus pezones. La mujer al sentir que me aproximaba a su sexo, abrió sus piernas. Verla tan dispuesta, me maravilló y dejando un rastro húmedo, mi boca se entretuvo en la antesala de su pubis, mientras ella no dejaba de suspirar. Mi pene ya se encontraba a la máxima extensión. No me había apoderado de su clítoris cuando de su interior brotó un río ardiente de deseo. Me dediqué a mordisquear su botón mientras mis dedos se introducían en su vulva. Como si hubiese dado el banderazo de salida, su cuerpo empezó a convulsionar al apreciar los primeros síntomas del orgasmo. Busqué su placer con mi lengua y prologué su clímax mientras ella se retorcía.

Se recuperó y sin mediar palabra se arrodilló a mis pies, me sacó la polla y besó mi glande, mientras con sus manos acariciaba mis testículos. Verla postrada y sumisa, hizo que mi pene se izara orgulloso. Con sus ojos pidió mi aprobación y lentamente se lo fue introduciendo en su boca. La parsimonia con la que lo hizo, me permitió disfrutar de la suavidad de sus labios recorriendo cada centímetro y que su humedad lo envolviera.
Increíblemente, no cejó hasta que desapareció en su interior.

Completamente introducida hasta su garganta, usando su boca como si de su sexo se tratara, empezó un movimiento de vaivén, sacándola y metiéndola sin pausa, mientras sus manos agarraban mis nalgas. Con mis manos en su nuca, forcé tanto la rapidez como la profundidad de sus mamadas.

Le pedí que parara y que se diera la vuelta, apoyándose el lavabo y poniendo el culo en pompa. Le di otro repaso con mi lengua, pasando de su coño a su culo y viceversa. Dominada por la lujuria, cogió un bote de crema y me lo dio. Abriendo sus dos cachetes, me demostró lo que quería. Con mis dedos llenos de crema, acaricié su esfínter mientras ella esperaba expectante mis maniobras. Buscando que fuese placentera su primera vez, introduje un dedo en su interior.

“¡Que gusto!”, gimió al sentir horadado su agujero.

Me sorprendió comprobar lo relajada que estaba y por eso casi sin pausa metí el segundo sin dejar de moverlo. Poco a poco se fue dilatando, mientras ella no dejaba de declamar el placer que la invadía.

Comprendiendo que estaba dispuesta, embadurné mi pene y posando mi glande en su entrada, le pregunté si estaba lista. No dudó ni un segundo. Se echó hacia atrás empalándose lentamente sin quejarse. Solo cuando sintió la base de mi sexo chocando con sus nalgas, me pidió que la dejara acostumbrarse a esa invasión. Haciendo tiempo, cogí sus pechos entre mis manos y pellizcando sus pezones, le pedí que se masturbara.

No hizo falta que se lo repitiera dos veces, bajando su mano, empezó a acariciar su entrepierna, a la par que empezaba a moverse. Moviendo sus caderas y sin sacar el intruso de dentro, fue incrementando sus movimientos hasta que, ya completamente relajada, me pidió que empezara. Cuidadosamente en un principio, fui sacando y metiendo mi pene de su interior, mientras ella no paraba de rozar su clítoris con sus dedos. Sus suspiros se fueron convirtiendo en gemidos y los gemidos en gritos de placer al sentir que incrementaba la velocidad de mis embestidas. Al cabo de unos minutos, totalmente entregada, me pedía que acrecentara el ritmo.

Al percatarme que estaba completamente dilatada y que podía forzar mis estocadas, puse mis manos en sus hombros y atrayéndola hacía mí, la penetré sin contemplaciones. Completamente alucinada por el nuevo tipo de placer, chilló al sentir que se volvía a correr y me pidió que no parara:

“¿Te gusta putita?”, le dije dando un azote en su trasero.

“Me enloquece”, contestó al sentir el calor de mi golpe.

Percibiendo que mi azote había espoleado aún más su ardor, fui alternando mis acometidas con sonoras caricias a sus nalgas. Ella berreando me rogó que siguiera y, como poseída, levantó más su trasero. Su orgasmo coincidió con el mío.

mister25cms · 11-03-2013 , 14:44:30

Isabel quería más sexo y yo necesitaba un poco de tiempo para recuperarme. Según llegamos a la cama se lanzó a por mi mujer. Se había despertado su instinto animal. La abrazó desde atrás, pegando todo su cuerpo. Unos besos en el cuello la despertaron pero siguió sin abrir los ojos. Pensando que era yo quien estaba detrás, se dejó hacer. Las manos de nuestra amiga recorrían todo su cuerpo, excitándola. Abrió sus piernas para que los dedos acariciaran su coño.

Hundió sus dedos hasta el fondo de su sexo. La temperatura de la escena iba subiendo por momentos. Desde mi posición, pude percibir como fluía sin control un riachuelo que discurría por sus piernas, yendo a morir sobre las sábanas. Sin quitar ojo de la escena, fui preparándome mentalmente para el instante en que fuera el momento de actuar.

Ser el convidado de piedra de un show lésbico no me resultó sencillo. Lo que deseaba es sentir mi pene nuevamente deambulando por el interior de cualquiera de la dos. La secuencia de manoseos estaba llevando al colapso. Retorciéndose sobre las sábanas.

Me acerqué a mi mujer por el otro lado y al meterla la lengua dentro de su boca abrió los ojos. Se dio cuenta de la situación, comprendiendo que esas manos no eran mías. Lejos de echarse para atrás, la situación la excitó mucho más.

Isabel sacó sus dedos y lanzó su lengua al sexo de mi mujer. Ésta me pidió acercara mi polla a su boca. Asiendo mi pene con dulzura, se lo acercó, y sacando la lengua, fue acariciándolo. Incrementó sus caricias al sentir que su cuerpo se calentaba con la lengua de su compañera. Pronto llegó al orgasmo.

Echó a nuestra amiga sobre la cama y cambiando de posición se tumbó sobre ella, dándome la espalda, dejando su sexo expuesto. Con su lengua le devolvió el favor. La mujer convulsionaba.

Yo estaba dispuesto a penetrar otra vez. Aunque me sobraban ganas, nunca me había follado el culo de mi mujer. Dispuesto hacia mí, separé sus nalgas con mis manos y repasé la zona con mi lengua. Acercando mi glande a la boca de Isabel, le exigí que la lubricara. Incapaz de negarse abrió su boca engullendo mi miembro mientras yo acariciaba sus pechos. Ya completamente ensalivada, me volví hacia ese culo que me esperaba. Al darse cuenta de mis intenciones, me pidió que fuera con cuidado. No hice caso, le abrí sus nalgas y de un solo golpe se la metí. Se quedó paralizada al sentir que le rompía el culo. Había supuesto que iba a revelarse a mi agresión, pero en contra de mi previsión, esperó pacientemente a que yo marcara el ritmo. Nuestra amante decidió que ella también quería su parte y tirándola del pelo, empujó más adentro su boca en su sexo.

“¡Dame duro!” me ordenó.

No sé si fue eso o verme como un semental, pero dándole un azote en las nalgas empecé a mover mi pene en su interior.

“Agg…” gimió al notar que sus músculos eran forzados por los movimientos de mi polla en su trasero.

La posesión de ese ansiado trasero me espoleó y acelerando mis penetraciones tiré de su negra melena, mientras seguía castigando sus cachetes con mi mano. La presión de su esfínter se fue relajando facilitando se fuera acostumbrando a sentir mi verga en su interior. Paulatinamente, el dolor fue dando paso al placer, hasta que completamente rendida a mi acoso, clavando las uñas en el colchón reanudó la mamada a su amiga. Ésta al sentir la lengua hurgando en su clítoris, me miró buscando mi excitación. Al verme fuera de mí, mordiéndose los labios y cerrando los ojos, se puso a disfrutar.

“Voy a follarte todos tus agujeros”, le solté mientras se la sacaba.

Su coño recibió mi pene totalmente mojado. Estaba a punto de correrse y al constatarse del cambio, empezó a estremecerse pidiéndome que no parara. Obedeciendo a mi instinto de depredador, mordí su cuello coincidiendo con el orgasmo de las dos mujeres. Cabreado por no haber conseguido desahogarme, continué acuchillando su cuerpo con mi polla, prolongando su clímax más allá de lo razonable. Isabel al ver que no conseguía vencer mi erección se agachó a mi espalda y separándome las nalgas, violó mi esfínter con su lengua. La sacudida fue brutal. Mi verga explotó anegando su cueva de mi mujer con mi semen, mientras su dueña caía desplomada sobre la cama.

Tirados sobre las sábanas, nos dormimos.

fenixbooster · 12-03-2013 , 00:19:09

muy largo y muy dormido pana si no fuera por su mujer no se echa al buche jeje

garca1 · 12-03-2013 , 00:27:28

Bueno...tome repu

alexelmoro · 16-03-2013 , 22:18:15

bueno bueno

charliej · 17-03-2013 , 13:49:57

buen relato y mas cachon lo deja a uno no mano.

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11-03-2013 , 14:41:09	#2
mister25cms Denunciante Nuevo Me Gusta Estadisticas Mensajes: 64 Me Gusta Recibidos: 27 Me Gustas Dados: 15 Ingreso: 10 ene 2011 Temas Nominados a TDM Temas Nominados 0 Temas Ganadores: 0 Reputacion Poder de Credibilidad: 0 Puntos: 3477	Sesión para tres II Ducha rápida y a la piscina. Al llegar Isabel estaba tumbada tomando el sol. Si el día había empezado bien, me aguardaba otra sorpresa. Vestida solamente con un minibiquini, la cosa había cambiado radicalmente. De su delgado cuerpo sobresalían dos estupendas tetas, las cuales se empeñaba en ocultar a diario. Tan firmes, duras y grandes como su cirujano plástico había querido. Talla XL. Los ojos se me salían de sus cuencas. La boca abierta de par en par. Toda la tarde la pasamos tomando el sol. La piscina estaba casi desierta. De vez en cuando me metía en el agua para disimular mi erección, pues allí tumbado, sin poder dejar de mirar esos enormes pechos, me imaginaba cosas imposibles. Intentaba mirar con disimulo aunque creo que más de una vez me cazó con la vista centrada en ellos. Ellas charlaban de todo un poco. Cerré los ojos con la esperanza de quedarme dormido. No sé si lo logré. Pero cuando creí que hablaban de tetas, estética y demás, me desperté definitivamente. Y en qué momento. Mi mujer tenía puestas las manos sobre las tetas de Isabel. Ésta le explicaba la operación de aumento y le preguntaba sobre el tacto que tenían. Tal cara de sorpresa tenía que me preguntó: “¿Qué opinas? “Parece que están muy bien”. Me respondió con otra pregunta: “¿quieres tocarlas?” Miré a los lados para comprobar si estábamos solos. No se para que porque no me atreví. Balbuceé algo para disimular. Ambas rieron a carcajadas. Intenté cambiar rápidamente de tema. Después de la cena fuimos a bailar a la única discoteca abierta. Aunque estábamos fuera de temporada, había bastante gente. Aunque me senté mientras ellas se lanzaban a la pista de baile, después de unas cuantas copas me obligaron a acompañarlas. Los tres habíamos bebido bastante. Me metieron entre ellas. Un sándwich. Ellas el pan. El alcohol había hecho mella. Entre risas, un beso en el cuello. Nada lujurioso. Algo inocente pero que poco a poco calentaba el ambiente. Nos acercábamos unos a otros. Cada persona del local iba a lo suyo, con lo que nadie reparaba en lo que hacíamos. Bailábamos tan pegados que parecíamos uno. Sin pensarlo. Sin hablarlo siquiera. Rozábamos nuestros cuerpos hasta ponernos a cien. Mi mujer de espaldas. Yo solapado a su culo. Isabel tan cerca de mí que, al abrazarme, nos lo hacía a los dos. Yo estaba tan cachondo como ellas. Al cerrar la discoteca nos fuimos al hotel. Estábamos borrachos e íbamos haciendo eses por la calle. Al llegar las propuse tomar un café en nuestra habitación para despejar el alcohol antes de dormir. Ni se lo pensó. Aunque el baile había sido de alto voltaje, nos habíamos enfriado totalmente. Creo que nadie albergaba la mínima intención deshonesta. Era muy tarde y el cuerpo pedía cama. Pero para dormir. Me fui unos segundos al baño y cuando volví estaban las dos dormidas, cada una en un sillón. Llevé como pude a mi mujer a la cama para volver después a por Isabel y llevarla a su habitación. Todo lo pensado y hablado hasta ahora eran puras fantasías y probablemente no pasarían de ahí. La cogí en brazos y al intentar abrir la puerta se abrazó a mí y me rogó que la dejara dormir con nosotros, que tenía mucho frío. Media vuelta y hacia la cama sin pensarlo. Las dejé a las dos tumbadas y vestidas. Me desvestí y me acosté en el único hueco que había: Entre ellas. Aunque estar allí era excitante, intenté no pensar y pronto me venció el sueño. Unas horas después me desperté con una sed enorme. Me dirigí al baño haciendo el mínimo ruido. Cuando iba a apagar la luz, oí que alguien que se acercaba. Isabel se había levantado también sedienta. Su camisa prácticamente abierta me dejaba ver parte de sus impresionantes pechos. Inmediatamente se me puso dura. Medio dormida, bebió agua, sin darse cuenta que la observaba. En ese estado, se echó por encima la mitad del líquido. La tela se empapó y se volvió transparente. Un espectáculo. Al mojarse, se despertó del todo. Fue cuando me vio. Yo no podía dejar de mirar sus mojadas tetas. A ella no la importaba. El agua había puesto sus pezones erizados. Movió la camisa para secarla un poco. El aire provocado los puso más duros. Me miró a los ojos unos segundos, para bajar la mirada hasta la entrepierna. Solo llevaba unos calzoncillos, con lo que el bulto que observaba era considerable. Estaba empezando a excitarse. Se mojó los labios con la lengua y se mordió el de abajo. No sé si era la señal de comienzo pero había que lanzarse. Mis manos se abalanzaron a tocar sus pechos. La quité la camisa y acercando mi lengua a ellos, jugué con los bordes de su aureola antes de introducírmela en la boca. Satisfecho, la escuché suspirar. Ella supo que tenía que permanecer inmóvil, deseaba sentirse mujer otra vez y mis caricias lo estaban consiguiendo. No contento con ello, la quité la poca ropa que tenía y fui bajando por su cuerpo sin dejar de pellizcar sus pezones. La mujer al sentir que me aproximaba a su sexo, abrió sus piernas. Verla tan dispuesta, me maravilló y dejando un rastro húmedo, mi boca se entretuvo en la antesala de su pubis, mientras ella no dejaba de suspirar. Mi pene ya se encontraba a la máxima extensión. No me había apoderado de su clítoris cuando de su interior brotó un río ardiente de deseo. Me dediqué a mordisquear su botón mientras mis dedos se introducían en su vulva. Como si hubiese dado el banderazo de salida, su cuerpo empezó a convulsionar al apreciar los primeros síntomas del orgasmo. Busqué su placer con mi lengua y prologué su clímax mientras ella se retorcía. Se recuperó y sin mediar palabra se arrodilló a mis pies, me sacó la polla y besó mi glande, mientras con sus manos acariciaba mis testículos. Verla postrada y sumisa, hizo que mi pene se izara orgulloso. Con sus ojos pidió mi aprobación y lentamente se lo fue introduciendo en su boca. La parsimonia con la que lo hizo, me permitió disfrutar de la suavidad de sus labios recorriendo cada centímetro y que su humedad lo envolviera. Increíblemente, no cejó hasta que desapareció en su interior. Completamente introducida hasta su garganta, usando su boca como si de su sexo se tratara, empezó un movimiento de vaivén, sacándola y metiéndola sin pausa, mientras sus manos agarraban mis nalgas. Con mis manos en su nuca, forcé tanto la rapidez como la profundidad de sus mamadas. Le pedí que parara y que se diera la vuelta, apoyándose el lavabo y poniendo el culo en pompa. Le di otro repaso con mi lengua, pasando de su coño a su culo y viceversa. Dominada por la lujuria, cogió un bote de crema y me lo dio. Abriendo sus dos cachetes, me demostró lo que quería. Con mis dedos llenos de crema, acaricié su esfínter mientras ella esperaba expectante mis maniobras. Buscando que fuese placentera su primera vez, introduje un dedo en su interior. “¡Que gusto!”, gimió al sentir horadado su agujero. Me sorprendió comprobar lo relajada que estaba y por eso casi sin pausa metí el segundo sin dejar de moverlo. Poco a poco se fue dilatando, mientras ella no dejaba de declamar el placer que la invadía. Comprendiendo que estaba dispuesta, embadurné mi pene y posando mi glande en su entrada, le pregunté si estaba lista. No dudó ni un segundo. Se echó hacia atrás empalándose lentamente sin quejarse. Solo cuando sintió la base de mi sexo chocando con sus nalgas, me pidió que la dejara acostumbrarse a esa invasión. Haciendo tiempo, cogí sus pechos entre mis manos y pellizcando sus pezones, le pedí que se masturbara. No hizo falta que se lo repitiera dos veces, bajando su mano, empezó a acariciar su entrepierna, a la par que empezaba a moverse. Moviendo sus caderas y sin sacar el intruso de dentro, fue incrementando sus movimientos hasta que, ya completamente relajada, me pidió que empezara. Cuidadosamente en un principio, fui sacando y metiendo mi pene de su interior, mientras ella no paraba de rozar su clítoris con sus dedos. Sus suspiros se fueron convirtiendo en gemidos y los gemidos en gritos de placer al sentir que incrementaba la velocidad de mis embestidas. Al cabo de unos minutos, totalmente entregada, me pedía que acrecentara el ritmo. Al percatarme que estaba completamente dilatada y que podía forzar mis estocadas, puse mis manos en sus hombros y atrayéndola hacía mí, la penetré sin contemplaciones. Completamente alucinada por el nuevo tipo de placer, chilló al sentir que se volvía a correr y me pidió que no parara: “¿Te gusta putita?”, le dije dando un azote en su trasero. “Me enloquece”, contestó al sentir el calor de mi golpe. Percibiendo que mi azote había espoleado aún más su ardor, fui alternando mis acometidas con sonoras caricias a sus nalgas. Ella berreando me rogó que siguiera y, como poseída, levantó más su trasero. Su orgasmo coincidió con el mío.

11-03-2013 , 14:44:30	#3
mister25cms Denunciante Nuevo Me Gusta Estadisticas Mensajes: 64 Me Gusta Recibidos: 27 Me Gustas Dados: 15 Ingreso: 10 ene 2011 Temas Nominados a TDM Temas Nominados 0 Temas Ganadores: 0 Reputacion Poder de Credibilidad: 0 Puntos: 3477	Sesión para tres III Isabel quería más sexo y yo necesitaba un poco de tiempo para recuperarme. Según llegamos a la cama se lanzó a por mi mujer. Se había despertado su instinto animal. La abrazó desde atrás, pegando todo su cuerpo. Unos besos en el cuello la despertaron pero siguió sin abrir los ojos. Pensando que era yo quien estaba detrás, se dejó hacer. Las manos de nuestra amiga recorrían todo su cuerpo, excitándola. Abrió sus piernas para que los dedos acariciaran su coño. Hundió sus dedos hasta el fondo de su sexo. La temperatura de la escena iba subiendo por momentos. Desde mi posición, pude percibir como fluía sin control un riachuelo que discurría por sus piernas, yendo a morir sobre las sábanas. Sin quitar ojo de la escena, fui preparándome mentalmente para el instante en que fuera el momento de actuar. Ser el convidado de piedra de un show lésbico no me resultó sencillo. Lo que deseaba es sentir mi pene nuevamente deambulando por el interior de cualquiera de la dos. La secuencia de manoseos estaba llevando al colapso. Retorciéndose sobre las sábanas. Me acerqué a mi mujer por el otro lado y al meterla la lengua dentro de su boca abrió los ojos. Se dio cuenta de la situación, comprendiendo que esas manos no eran mías. Lejos de echarse para atrás, la situación la excitó mucho más. Isabel sacó sus dedos y lanzó su lengua al sexo de mi mujer. Ésta me pidió acercara mi polla a su boca. Asiendo mi pene con dulzura, se lo acercó, y sacando la lengua, fue acariciándolo. Incrementó sus caricias al sentir que su cuerpo se calentaba con la lengua de su compañera. Pronto llegó al orgasmo. Echó a nuestra amiga sobre la cama y cambiando de posición se tumbó sobre ella, dándome la espalda, dejando su sexo expuesto. Con su lengua le devolvió el favor. La mujer convulsionaba. Yo estaba dispuesto a penetrar otra vez. Aunque me sobraban ganas, nunca me había follado el culo de mi mujer. Dispuesto hacia mí, separé sus nalgas con mis manos y repasé la zona con mi lengua. Acercando mi glande a la boca de Isabel, le exigí que la lubricara. Incapaz de negarse abrió su boca engullendo mi miembro mientras yo acariciaba sus pechos. Ya completamente ensalivada, me volví hacia ese culo que me esperaba. Al darse cuenta de mis intenciones, me pidió que fuera con cuidado. No hice caso, le abrí sus nalgas y de un solo golpe se la metí. Se quedó paralizada al sentir que le rompía el culo. Había supuesto que iba a revelarse a mi agresión, pero en contra de mi previsión, esperó pacientemente a que yo marcara el ritmo. Nuestra amante decidió que ella también quería su parte y tirándola del pelo, empujó más adentro su boca en su sexo. “¡Dame duro!” me ordenó. No sé si fue eso o verme como un semental, pero dándole un azote en las nalgas empecé a mover mi pene en su interior. “Agg…” gimió al notar que sus músculos eran forzados por los movimientos de mi polla en su trasero. La posesión de ese ansiado trasero me espoleó y acelerando mis penetraciones tiré de su negra melena, mientras seguía castigando sus cachetes con mi mano. La presión de su esfínter se fue relajando facilitando se fuera acostumbrando a sentir mi verga en su interior. Paulatinamente, el dolor fue dando paso al placer, hasta que completamente rendida a mi acoso, clavando las uñas en el colchón reanudó la mamada a su amiga. Ésta al sentir la lengua hurgando en su clítoris, me miró buscando mi excitación. Al verme fuera de mí, mordiéndose los labios y cerrando los ojos, se puso a disfrutar. “Voy a follarte todos tus agujeros”, le solté mientras se la sacaba. Su coño recibió mi pene totalmente mojado. Estaba a punto de correrse y al constatarse del cambio, empezó a estremecerse pidiéndome que no parara. Obedeciendo a mi instinto de depredador, mordí su cuello coincidiendo con el orgasmo de las dos mujeres. Cabreado por no haber conseguido desahogarme, continué acuchillando su cuerpo con mi polla, prolongando su clímax más allá de lo razonable. Isabel al ver que no conseguía vencer mi erección se agachó a mi espalda y separándome las nalgas, violó mi esfínter con su lengua. La sacudida fue brutal. Mi verga explotó anegando su cueva de mi mujer con mi semen, mientras su dueña caía desplomada sobre la cama. Tirados sobre las sábanas, nos dormimos. tonsad Le Gusta Esto.

12-03-2013 , 00:19:09	#4
fenixbooster Recien Registrado Me Gusta Estadisticas Mensajes: 37 Me Gusta Recibidos: 232 Me Gustas Dados: 1 Ingreso: 30 sep 2010 Temas Nominados a TDM Temas Nominados 2 Temas Ganadores: 0 Reputacion Poder de Credibilidad: 0 Puntos: 1691	Respuesta: Sesión para tres III muy largo y muy dormido pana si no fuera por su mujer no se echa al buche jeje

12-03-2013 , 00:27:28	#5
garca1 Denunciante Aprendiz Me Gusta Estadisticas Mensajes: 183 Me Gusta Recibidos: 991 Me Gustas Dados: 0 Ingreso: 23 nov 2012 Temas Nominados a TDM Temas Nominados 18 Temas Ganadores: 0 Reputacion Poder de Credibilidad: 15 Puntos: 7239	Respuesta: Sesión para tres I Bueno...tome repu

16-03-2013 , 22:18:15	#6
alexelmoro Denunciante Novato Me Gusta Estadisticas Mensajes: 266 Me Gusta Recibidos: 5 Me Gustas Dados: 0 Ingreso: 10 oct 2011 Temas Nominados a TDM Temas Nominados 0 Temas Ganadores: 0 Reputacion Poder de Credibilidad: 13 Puntos: 639	Respuesta: Sesión para tres I bueno bueno

17-03-2013 , 13:49:57	#7
charliej Denunciante Sobresaliente Me Gusta Estadisticas Mensajes: 505 Me Gusta Recibidos: 53 Me Gustas Dados: 2841 Ingreso: 22 nov 2008 Temas Nominados a TDM Temas Nominados 0 Temas Ganadores: 0 Reputacion Poder de Credibilidad: 16 Puntos: 361	Respuesta: Sesión para tres I buen relato y mas cachon lo deja a uno no mano.

Sesión para tres I

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