Ver Mensaje Individual
Antiguo 11-03-2013 , 14:41:09   #2
mister25cms
Denunciante Nuevo
 
Avatar de mister25cms
Me Gusta
Estadisticas
Mensajes: 64
Me Gusta Recibidos: 27
Me Gustas Dados: 15
Ingreso: 10 ene 2011

Temas Nominados a TDM
Temas Nominados Temas Nominados 0
Nominated Temas Ganadores: 0
Reputacion Poder de Credibilidad: 0
Puntos: 3477
mister25cms tiene mucho para estar orgullosomister25cms tiene mucho para estar orgullosomister25cms tiene mucho para estar orgullosomister25cms tiene mucho para estar orgullosomister25cms tiene mucho para estar orgullosomister25cms tiene mucho para estar orgullosomister25cms tiene mucho para estar orgullosomister25cms tiene mucho para estar orgullosomister25cms tiene mucho para estar orgullosomister25cms tiene mucho para estar orgullosomister25cms tiene mucho para estar orgulloso
  
Predeterminado Sesión para tres II

Ducha rápida y a la piscina. Al llegar Isabel estaba tumbada tomando el sol. Si el día había empezado bien, me aguardaba otra sorpresa. Vestida solamente con un minibiquini, la cosa había cambiado radicalmente. De su delgado cuerpo sobresalían dos estupendas tetas, las cuales se empeñaba en ocultar a diario. Tan firmes, duras y grandes como su cirujano plástico había querido. Talla XL. Los ojos se me salían de sus cuencas. La boca abierta de par en par.

Toda la tarde la pasamos tomando el sol. La piscina estaba casi desierta. De vez en cuando me metía en el agua para disimular mi erección, pues allí tumbado, sin poder dejar de mirar esos enormes pechos, me imaginaba cosas imposibles. Intentaba mirar con disimulo aunque creo que más de una vez me cazó con la vista centrada en ellos.

Ellas charlaban de todo un poco. Cerré los ojos con la esperanza de quedarme dormido. No sé si lo logré. Pero cuando creí que hablaban de tetas, estética y demás, me desperté definitivamente. Y en qué momento. Mi mujer tenía puestas las manos sobre las tetas de Isabel. Ésta le explicaba la operación de aumento y le preguntaba sobre el tacto que tenían.

Tal cara de sorpresa tenía que me preguntó: “¿Qué opinas?

Parece que están muy bien”.

Me respondió con otra pregunta: “¿quieres tocarlas?”

Miré a los lados para comprobar si estábamos solos. No se para que porque no me atreví. Balbuceé algo para disimular. Ambas rieron a carcajadas. Intenté cambiar rápidamente de tema.

Después de la cena fuimos a bailar a la única discoteca abierta. Aunque estábamos fuera de temporada, había bastante gente. Aunque me senté mientras ellas se lanzaban a la pista de baile, después de unas cuantas copas me obligaron a acompañarlas. Los tres habíamos bebido bastante. Me metieron entre ellas. Un sándwich. Ellas el pan. El alcohol había hecho mella. Entre risas, un beso en el cuello. Nada lujurioso. Algo inocente pero que poco a poco calentaba el ambiente. Nos acercábamos unos a otros. Cada persona del local iba a lo suyo, con lo que nadie reparaba en lo que hacíamos. Bailábamos tan pegados que parecíamos uno. Sin pensarlo. Sin hablarlo siquiera. Rozábamos nuestros cuerpos hasta ponernos a cien. Mi mujer de espaldas. Yo solapado a su culo. Isabel tan cerca de mí que, al abrazarme, nos lo hacía a los dos. Yo estaba tan cachondo como ellas.

Al cerrar la discoteca nos fuimos al hotel. Estábamos borrachos e íbamos haciendo eses por la calle. Al llegar las propuse tomar un café en nuestra habitación para despejar el alcohol antes de dormir. Ni se lo pensó. Aunque el baile había sido de alto voltaje, nos habíamos enfriado totalmente. Creo que nadie albergaba la mínima intención deshonesta. Era muy tarde y el cuerpo pedía cama. Pero para dormir. Me fui unos segundos al baño y cuando volví estaban las dos dormidas, cada una en un sillón.

Llevé como pude a mi mujer a la cama para volver después a por Isabel y llevarla a su habitación. Todo lo pensado y hablado hasta ahora eran puras fantasías y probablemente no pasarían de ahí. La cogí en brazos y al intentar abrir la puerta se abrazó a mí y me rogó que la dejara dormir con nosotros, que tenía mucho frío. Media vuelta y hacia la cama sin pensarlo. Las dejé a las dos tumbadas y vestidas. Me desvestí y me acosté en el único hueco que había: Entre ellas. Aunque estar allí era excitante, intenté no pensar y pronto me venció el sueño.

Unas horas después me desperté con una sed enorme. Me dirigí al baño haciendo el mínimo ruido. Cuando iba a apagar la luz, oí que alguien que se acercaba. Isabel se había levantado también sedienta. Su camisa prácticamente abierta me dejaba ver parte de sus impresionantes pechos. Inmediatamente se me puso dura. Medio dormida, bebió agua, sin darse cuenta que la observaba. En ese estado, se echó por encima la mitad del líquido. La tela se empapó y se volvió transparente. Un espectáculo.

Al mojarse, se despertó del todo. Fue cuando me vio. Yo no podía dejar de mirar sus mojadas tetas. A ella no la importaba. El agua había puesto sus pezones erizados. Movió la camisa para secarla un poco. El aire provocado los puso más duros.

Me miró a los ojos unos segundos, para bajar la mirada hasta la entrepierna. Solo llevaba unos calzoncillos, con lo que el bulto que observaba era considerable. Estaba empezando a excitarse. Se mojó los labios con la lengua y se mordió el de abajo.

No sé si era la señal de comienzo pero había que lanzarse. Mis manos se abalanzaron a tocar sus pechos. La quité la camisa y acercando mi lengua a ellos, jugué con los bordes de su aureola antes de introducírmela en la boca. Satisfecho, la escuché suspirar. Ella supo que tenía que permanecer inmóvil, deseaba sentirse mujer otra vez y mis caricias lo estaban consiguiendo.

No contento con ello, la quité la poca ropa que tenía y fui bajando por su cuerpo sin dejar de pellizcar sus pezones. La mujer al sentir que me aproximaba a su sexo, abrió sus piernas. Verla tan dispuesta, me maravilló y dejando un rastro húmedo, mi boca se entretuvo en la antesala de su pubis, mientras ella no dejaba de suspirar. Mi pene ya se encontraba a la máxima extensión. No me había apoderado de su clítoris cuando de su interior brotó un río ardiente de deseo. Me dediqué a mordisquear su botón mientras mis dedos se introducían en su vulva. Como si hubiese dado el banderazo de salida, su cuerpo empezó a convulsionar al apreciar los primeros síntomas del orgasmo. Busqué su placer con mi lengua y prologué su clímax mientras ella se retorcía.

Se recuperó y sin mediar palabra se arrodilló a mis pies, me sacó la polla y besó mi glande, mientras con sus manos acariciaba mis testículos. Verla postrada y sumisa, hizo que mi pene se izara orgulloso. Con sus ojos pidió mi aprobación y lentamente se lo fue introduciendo en su boca. La parsimonia con la que lo hizo, me permitió disfrutar de la suavidad de sus labios recorriendo cada centímetro y que su humedad lo envolviera.
Increíblemente, no cejó hasta que desapareció en su interior.

Completamente introducida hasta su garganta, usando su boca como si de su sexo se tratara, empezó un movimiento de vaivén, sacándola y metiéndola sin pausa, mientras sus manos agarraban mis nalgas. Con mis manos en su nuca, forcé tanto la rapidez como la profundidad de sus mamadas.

Le pedí que parara y que se diera la vuelta, apoyándose el lavabo y poniendo el culo en pompa. Le di otro repaso con mi lengua, pasando de su coño a su culo y viceversa. Dominada por la lujuria, cogió un bote de crema y me lo dio. Abriendo sus dos cachetes, me demostró lo que quería. Con mis dedos llenos de crema, acaricié su esfínter mientras ella esperaba expectante mis maniobras. Buscando que fuese placentera su primera vez, introduje un dedo en su interior.

¡Que gusto!”, gimió al sentir horadado su agujero.

Me sorprendió comprobar lo relajada que estaba y por eso casi sin pausa metí el segundo sin dejar de moverlo. Poco a poco se fue dilatando, mientras ella no dejaba de declamar el placer que la invadía.

Comprendiendo que estaba dispuesta, embadurné mi pene y posando mi glande en su entrada, le pregunté si estaba lista. No dudó ni un segundo. Se echó hacia atrás empalándose lentamente sin quejarse. Solo cuando sintió la base de mi sexo chocando con sus nalgas, me pidió que la dejara acostumbrarse a esa invasión. Haciendo tiempo, cogí sus pechos entre mis manos y pellizcando sus pezones, le pedí que se masturbara.

No hizo falta que se lo repitiera dos veces, bajando su mano, empezó a acariciar su entrepierna, a la par que empezaba a moverse. Moviendo sus caderas y sin sacar el intruso de dentro, fue incrementando sus movimientos hasta que, ya completamente relajada, me pidió que empezara. Cuidadosamente en un principio, fui sacando y metiendo mi pene de su interior, mientras ella no paraba de rozar su clítoris con sus dedos. Sus suspiros se fueron convirtiendo en gemidos y los gemidos en gritos de placer al sentir que incrementaba la velocidad de mis embestidas. Al cabo de unos minutos, totalmente entregada, me pedía que acrecentara el ritmo.

Al percatarme que estaba completamente dilatada y que podía forzar mis estocadas, puse mis manos en sus hombros y atrayéndola hacía mí, la penetré sin contemplaciones. Completamente alucinada por el nuevo tipo de placer, chilló al sentir que se volvía a correr y me pidió que no parara:

¿Te gusta putita?”, le dije dando un azote en su trasero.

Me enloquece”, contestó al sentir el calor de mi golpe.

Percibiendo que mi azote había espoleado aún más su ardor, fui alternando mis acometidas con sonoras caricias a sus nalgas. Ella berreando me rogó que siguiera y, como poseída, levantó más su trasero. Su orgasmo coincidió con el mío.

mister25cms no está en línea   Responder Citando
 
Page generated in 0,12916 seconds with 11 queries