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La obsesión enfermiza por mi tía Lucia

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La obsesión enfermiza por mi tía Lucia y la obscura historia de su matrimonio.

No recuerdo cuantos años tenía cuando se me empezó a parar la verga, pero lo que si recuerdo es que fue viendo a mi adorada tía Lucia, esposa de mi tío Fernando, hermano de mi madre. Me fascinaba ver como se le movían las nalgotas cuando caminaba, o verle sus tremendos melones a través del escote.

Mi tía es una mujer muy hermosa, alta, de ojos verdes muy grandes; nariz pequeña y respingada; boca pequeña pero labios gruesos; el tamaño de sus tetas es más o menos normal, un poco grandes diría yo, con unos pezones largos suaves y gordos, tiene las tetas bien paraditas; tiene cintura esbelta y abdomen plano; tiene unas piernotas largas y torneadas, muy hermosas, y unos pies divinos. Al verla por prima vez te llaman la atención dos cosas: la primera, es indudablemente, sus enormes y hermosas nalgas, redondas y paradas; la segunda, es su cara, es muy bella, parece modelo de revista.

Desnuda parece una diosa, de hermosos contrastes, su cabello sedoso y liso, pintado de color platinado que cae más allá de sus hombros, su piel blanca aperlada, suave y hermosa contrasta con el color negro azabache de su divino triangulo de pelitos que se forman en la parte superior de su panochita

Mis tíos tienen una casa grandísima en las afueras de la ciudad, con alberca y grandes terrenos llenos de árboles. Cuando salía de vacaciones de la escuela, mi tío venía por mí para que pasara una temporada con ellos, nos divertíamos mucho y me entristecía cuando se terminaban las vacaciones y tenía que volver a casa y a la escuela.

Ellos no tenían hijos, no podían, al parecer por un accidente muy fuerte que tuvieron hace años. Yo era su sobrino preferido, me querían como a un hijo. Cuando terminé la primaria, convencieron a mis padres para llevarme a vivir con ellos, porque me iban a pagar una escuela privada que estaba ubicada cerca de la casa de mis tíos. Mis padres podrían visitarme cuando quisieran.

En la casa, al lado de la de mis tíos, vivía la servidumbre, Tomaza, la sirvienta, la madre de José, Felipe y Pancho los cuales eran mayores que yo por uno, cuatro y siete años respectivamente.; y el hermano de su madre, Tobías, hacia años que había enviudado y el cual tendría unos cincuenta y tantos años.

Empecé a observar lo buena que estaba mi tía. Le gustaba vestir en diminutos shorts los cuales se le metían en el culo y enseñaba parte de los cachetes de sus nalgas, y blusas cortas arriba del ombligo, cuando pensaba salir, se ponía vestidos de tirantes, de seda, sueltos y que caían sensualmente, resaltando su hermosa figura, de largo, le llegaban arriba de la rodilla; cuando nadaba, sus bikinis eran realmente pequeños, casi andaba con todas las nalgas al aire, por delante solo lo necesario para tapar su chochito pero al estar mojado, se le transparentaban los pelitos de su panochita, y alguno se escapaba por los laterales. Mi tía siempre vistió así, hubiera visitas o no, ya que nos visitaban con frecuencia el Dr. Gutiérrez, médico de la familia y su esposa, El Lic. Lombardo, abogado al servicio de mi tío y su familia, y el Ing. Mauricio Romero, Socio de mi tío.

Cuando teníamos visita y mi tía se paseaba por los asadores o nadaba en la alberca, todas las miradas seguían el movimiento de sus enormes nalgas discretamente, las mujeres la miraban con envidia y celos, pellizcando a sus maridos cuando descubrían que estos la observaban. A mí pocas veces me dejaban estar con ellos, cuando había visitas.

Cuando podía ver con detalle las suculentas nalgas de mi querida tía Lucía, era cuando no había visitas. Los que tampoco le quitaban el ojo, eran los hermanos y el tío de José, que no se le despegaban, siempre atentos a llevarle alguna bebida, a veces era Pancho otras veces era Felipe el afortunado de ponerle crema en su hermoso cuerpo, observaba como le acariciaban las nalgas cuando se la extendían por todo el cuerpo, el masaje podía durar hasta media hora. Se les notaba una tremenda erección en su traje de baño la cual no intentaban disimular, al contrario, la exhibían orgullosos delante de mi tía Lucia, la cual les miraba discretamente.

En las noches, una hora antes de dormir, se duchaba, se perfumaba y se ponía una diminuta bata que solo le tapaba las enormes nalgotas que tiene, pero totalmente transparente, sin sujetador y tan solo con un diminuto bikini o a veces sin nada de ropa interior. Yo me ponía rojo como un tomate, porque quería verla detenidamente y por largas horas sus nalgotas preciosas, su panochota rica, y sus suntuosas tetonas, pero por lo regular siempre estaba mi tío presente, así que solo me conformaba con verla de reojo.

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Predeterminado Respuesta: La obsesión enfermiza por mi tía Lucia

Procuraba jugar con José, en un lugar donde pudiera observar a mi tía, un lugar que sabía que ella frecuentaba. Me quedaba embelezado observando su redondo y parado trasero como se movía al caminar de un lugar a otro. Varias veces me descubrió como le miraba el culo con cara de pendejo, y mi tía solo sonreía y me guiñaba un ojo.

Poco a poco me fue obsesionando el cuerpo de mi hermosa tía. Siempre andábamos alrededor de ella, no nos le despegábamos para nada, tratando de observar su ropa interior, cuando se sentaba y distraída abría las piernas, cuando subía las escaleras, o cuando se agachaba a recoger algo, sus vestidos siempre eran de seda, arriba de la rodilla, por lo que la mayoría de las veces, lográbamos nuestro objetivo.

A ella le divertía, la forma en que la acosábamos. Un día mientras subía a una escalera en la biblioteca para alcanzar los libros que estaban en la parte superior. José y yo nos aprestamos a sujetar la escalera para que no se moviera y contemplamos embelezados sus calzones metidos entre sus hermosas nalgas. Ella mirando hacia abajo, hacia donde nos encontrábamos, nos dijo sonriendo: “se les van a voltear los ojos, por ver cosas que no deben”.

Un día estábamos jugando José y yo. Estábamos en la sala.

-Hola ¿A que juegan? –Dijo mi tía con su sensual voz-.

-Al Yenca, tía. –Le conteste-. ¿Quieres jugar?

-Bueno, solo un juego.

Para llegar de la sala al comedor hay que subir dos escalones. Nosotros estábamos jugando cerca de allí. Mi tía se sentó en uno de los escalones, mientras nosotros estábamos en el suelo, ella vestía uno de sus vestidos de seda, de tirantes. Al sentarse, casi estaba en la posición de en cuclillas, sus largas piernas se abrieron un poco y nos enseño los calzones completamente.
Pareció no darse cuenta que desde el Angulo donde nos encontrábamos le veíamos completamente todo. Observé como José se puso rojo, y no le quitaba la vista de la entre pierna. Cuando mi tía le tocaba mover, abría todavía más sus hermosas piernas.
Al mover nosotros, nos acercábamos más, y quedábamos a escasos centímetros de su panocha, podía ver claramente una parte de la raya de sus nalgas que descansaba en el escalón, con el calzón negro incrustado entre ellas, de su panocha escapaban del calzón tres pelitos del lado izquierdo y dos del derecho. José se empezó a sobar la verga, sobre el pantalón. Le hice señas de que no lo hiciera, pero le valió madres, mi tía al parecer no se daba cuenta de nada, hasta que lo vio, le dedico una mirada en dirección de la verga de José, luego miro mi cara roja de vergüenza y excitación, miro hacia mi verga y se sonrió.

-Bueno niños, ya me tengo que ir. Sigan jugando ustedes. –dijo mi tía y se fue-.

La seguimos con la mirada viendo como sus bellas nalgas se movían cadenciosamente al caminar.

-Paco, tu tía Lucia, esta bien buena, que rico se le veían los calzones metidos entre sus nalgotas y con unos pelitos afuera.

-¡Eh! No te pases que es mi tía.

-¡Ya! Crees que no te he visto como le miras los calzones cuando se agacha o cuando esta sentada con las patas abiertas.

-No es cierto.

-¡Si lo es!… No tiene nada de malo, si yo tuviera una tía así de buena, también querría cogérmela… Nos vemos al rato, voy a hacerme una puñeta a favor de tu tía.

Cuando salió José. Noté que mi tía me había dejado la verga bien parada. Ya me la había jalado varias veces antes pero nunca me había salido semen. Esta vez, estaba bien caliente, me ardía la cara de excitación. Yo también me la jalaría a favor de mi tía Lucía.

Entré al baño, levanté la tapa de la taza, la tenia muy parada, empecé a masturbarme lentamente, imaginando como recorría centímetro a centímetro cada trozo de su piel, como me detenía a mamar sus chichotas, como lambía su rica panocha y como le reventaba con mi verga su precioso culito. Sentí un cosquilleo delicioso que hizo estremecer todo mi cuerpo, mi mano subía y bajaba a una velocidad vertiginosa y la punta de mi verga escupió varios chorros de esperma, mis ojos se abrieron asustados, no podía controlar la descarga de semen, y temí por unos segundos que no pudieran detenerse jamás, los trallazos que aventaba, algunos cayeron dentro de la taza, pero otros cayeron afuera, manchándolo todo. Por fin, después de un tiempo que se me hizo eterno, mi verga dejo de escupir leche, hasta que salio la última gota, mis piernas me temblaban, sentía la cara caliente, mi corazón latía apresuradamente como queriendo salirse de mi pecho. Limpie todo lo mejor que pude y me fui a dormir la siesta.

Mi tía se bañaba hasta cuatro veces en el día. Tenía una obsesión por la limpieza. Y ahí estaba yo, haciéndole platica de cualquier cosa, cuando sabía que se iba a bañar, al entrar al baño, yo seguía buscándole platica y hablábamos, ella dentro del baño y yo afuera, esperaba a que saliera y lo hacia con una toalla enrollada en su cabeza y su cuerpazo envuelto en otra toalla, como se la amarrada en la parte del frente cerca de sus chichotas, de largo solo alcanzaba a cubrirle el trasero y la panocha, dejando al descubierto sus poderosas piernas que se asemejaban a las piernas de las deportistas de atletismo, pero blancas, de piel suave, y largas, que gustoso me comería a besos. A veces, si tenía suerte, se alcanzaba a ver la parte inferior de sus preciosas nalgotas.
Como no me retiraba y ella no me corría, la forzaba a que se cambiara delante de mí. Observaba como levantaba su torneada pierna para introducir su pie en los diminutos calzones que usaba, y luego como levantaba la otra pierna, yo intentando ver entre ellas si alcanzaba a vislumbrar su rajita. Después cadenciosamente iba subiendo poco a poco el calzón y la toalla, y me iba enseñando pequeñas partes de sus blancas piernas, se colocaba el calzón y volvía a bajar la toalla, me daba la espalda, esa espalda divina, hermosa que besaría incansablemente, y se colocaba el sujetador, como el más hábil de los magos se vestía y yo sin poder ver absolutamente nada.

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Predeterminado Respuesta: La obsesión enfermiza por mi tía Lucia

Recuerdo el día en que quedamos varios compañeros de la escuela a hacer la tarea en mi casa, porque nos habían encargado un trabajo en equipos. Al terminar la tarea, José se nos unió y nos pusimos a jugar con el PlayStation. Nos encontrábamos en mi recamara, estábamos sentados en el suelo a un lado de la cama. No hacia mucho calor, por lo que no estaba encendido el clima, solo teníamos un ventilador encendido, el cual nos refrescaba con un aire fuerte y fresco. Mi tía llegó con aperitivos y unos refrescos y nos preguntó si habíamos terminado la tarea, le contestamos que si, pero que ahora estábamos jugando. Tenía poco de haberse bañado, porque tenia el pelo húmedo aún, traía un vestido de seda rojo que al sentarse en la cama se le subió hasta medio muslo. El Juego en turno estaba a manos de mis compañeros de escuela, José y yo, nos colocamos estratégicamente para tratar de ver por en medio de sus piernas, pero ella se colocó parte del vestido entre las piernas para que no se le levantara con el fuerte aire del ventilador mientras observaba el juego.

Estaba algo cansada, y esperaba a que termináramos de tomarnos el refresco, para retirar los vasos y platos, empezó a bostezar más seguido.

-Que rico aire, esta muy fresco .Dijo mi tía-. Recostando su cuerpo en la cama, quedando sus pies en el suelo.

Todavía sujetaba con sus rodillas parte de su vestido para que no se le subiera, pero de los laterales externos, el vestido empezaba a subir mostrando sus bellos muslos. Mis compañeros seguían emocionados en el juego, solo José y yo estábamos al pendiente de mi tía. Después de 5 minutos, mi tía dormía placidamente, en un movimiento repentino, separo más las piernas, soltando el vestido que tenía aprisionado con sus rodillas e inmediatamente con la fuerza del aire, el vestido se subió hasta su cintura. Tenía un calzón de hilo, porque se le veían partes de sus nalgotas por debajo y por el frente un triangulito de tela que no cubría casi nada, la mayoría de los pelos sobresalían por los lados del calzoncito. Al ver así a mi tía mi verga dio un respingo y se me paró de volada, José abrió los ojotes y se dio dos apretones en la verga. Le hice señas para que se quedara quieto y los demás no se dieran cuenta pero ya era tarde todos mis compañeros de escuela estaban fijos viendo la panocha de mi tía y disimuladamente se sobaban el paquete que se les formo en los pantalones.

Al principio quise comportarme como que era normal lo que estaba pasando, y les convidaba a seguir jugando. Algunos compañeros me hicieron caso al principio, pero a cada rato volteaban a ver a mi tía, hasta que me di cuenta que todas traían la reata parada.

-Bueno ya vamonos porque mi tía tiene que descansar –Les dije-.

Casi a empujones los saque de la recamara y los acompañe hasta la puerta. Regresé corriendo a mi recamara y me encontré a José oliéndole la panocha a mi tía, tenia su verga en la mano, se la estaba jalando.

-¿Qué haces pendejo? ¡Se va a despertar y me va a castigar! –Le dije susurrando para que no se despertara mi tía Lucía-.

-Mira las piernotas que tiene, la panocha le huele rico. Paco, si no quieres que te castiguen, mejor vete. A mi me vale verga que me castiguen.

-Estas bien pendejo, si crees que te voy a dejar solo con mi tía.

-No te hagas guey, la traes bien parada. Ven, a ver si te atreves a hacer esto.

Se metió en medio de las piernas de mi tía y le besó en la rajita arriba del calzón.

-¡Se va a despertar cabrón! –Le dije en voz baja, temeroso de que se despertara mi tía y se armara un escándalo-.

Le dio un segundo beso, y lo estire de los cabellos para que se quitara.

-¿Te atreves o no? –Me dijo desafiante-.

-Esta bien, -le dije-. Voy a poner el juego, pero si se despierta, nos ponemos a jugar inmediatamente, porque en donde se dé cuenta, me corren de la casa.

Me arrodillé entre sus piernas, me acerque a su panochita, contemplé alucinado cada milímetro de su piel desde sus bonitas rodillas hasta los pelitos que sobresalían de su calzón. Mis labios se posaron en su raja sobre la suave tela, y bese la piel desnuda de su ingle, sintiendo en mi lengua sus pelitos.

José seguía de pie, con la verga en la mano, la cual movía de arriba abajo.

-Vamos, -me dijo-, hazte la puñeta tu también.

-Me saque la verga un poco avergonzado, al estar con José y empecé a cascármela.

-¡Ah Cabrón! La tienes bien grandota guey. –Me dijo José al ver el tamaño de mi verga- Esta más grande hasta que la de mis hermanos.

-A ver si te atreves a hacer esto guey. –Le dije a José-.

Me coloqué en medio de las piernotas de mi tía, con la verga en mi mano, he inclinándome, se la empecé a restregar por su raja, sobre el calzón, y por la piel a un lado, que mí verga sintiera esos pelitos deliciosos.

-Y a ver si tu puedes hacer esto. –Me dijo José-.

Mientras yo seguía restregando mi garrote en la panochita de mi tía y acariciando con mis manos la suavidad de la piel de sus hermosas piernas, sintiendo la ya conocida sensación del cosquilleo en todo mi cuerpo, en donde estaba a punto de venirme. José se subió a la cama, se arrodilló junto a mi tía y le arrimó la verga hasta tocarle los labios, y se la fue pasando por todo el contorno de los mismos, hasta querer metérsela en la boca.

Mi tía movió las piernas y la cabeza bruscamente, antes de despertar. José de un saltó llego al suelo, lo mismo que yo y simulamos estar jugando. Mi tía se enderezó, bajo su vestido, y se nos quedó viendo de forma extraña. Luego sonriendo nos dijo.

-¡Ay! Me quedé dormida, hasta soñé, tuve un sueño muy bonito. ¿Tus amigos ya se fueron?

-Si tía, hace mucho que se fueron.

-Bueno, ya me voy, y pórtense bien. –Nos dijo mi tía, Acariciándonos el cabello a los dos-.

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Predeterminado Respuesta: La obsesión enfermiza por mi tía Lucia

Mi obsesión por mi tía se hizo enfermiza, me masturbaba de tres a cuatro veces al día y aún así traía todo el día la verga parada, la seguía a todas partes, me volví descuidado y muchas veces se dio cuenta que trataba de verle su ropa interior. En las noches, apreciaba su desnudez bajo la transparente bata de dormir, no importándome si mi tío me descubría lo caliente que me ponía el observarla. Buscaba sus calzones en el cesto de la ropa sucia cuando recién se cambiaba, y me encerraba con ellos en le baño, chupaba con glotonería la parte de tela que tenía contacto con su panochita y su colita, su calzón olía a hembra en celo y me encendía, me masturbaba con frenesí hasta escupir semen una y otra vez sobre la delicada tela imaginando que era a ella a la que se los aventaba. Llegue incluso a cometer actos depravados: cuando ella salía del sanitario, entraba yo, y pasaba mi lengua por la taza del baño, porque esa taza había estado en contacto con sus hermosas nalgotas.

Al pasar los años, me volví más osado. José y yo, habíamos descubierto que, la ventana que siempre permanecía abierta, dónde se bañaba mi tía; daba a una parte de la casa a la que nadie frecuentaba, porque la entrada estaba tapada por diferentes cosas viejas que se fueron acumulando, quitamos algunas, las necesarias para poder entrar, y todos los días veíamos encuerada a mi tía mientras se bañaba. Nos masturbábamos observando cuando se enjabonaba las nalgas, como se enjabonaba sus voluptuosos pechos, y su panochita mojadita.

Todas las noches a las tres de la mañana, subía a la recamara de mis tíos. Tenía prohibido subir al segundo piso de la casa, era algo lógico, porque ahí estaba su recamara y los podía encontrar cogiendo. Últimamente subía a diario, me pasaba hasta una hora contemplando la desnudez de mi tía, recorría a besos sus esculturales piernas le daba besitos en su rajita, en sus nalgotas, siempre con el corazón en la mano, temeroso que despertara ella o mi tío. Si se movía levemente, salía huyendo de allí, me escondía atrás de la puerta, afinando el oído a cualquier ruido, después de cinco minutos me atrevía a asomarme, si continuaba dormida, entraba nuevamente y continuaba con mis perversiones. Le pasaba mi verga por sus labios, por sus melonzotes, por la raya de sus nalgas, hasta que mi verga escupía la leche en los calzones de mi tía que robaba del cesto de la ropa sucia. Antes de retirarme, juntaba un poco de mi semen en un dedo y se lo metía con mucho cuidad en el boca.

Una vez a la semana, se retiraban a sus habitaciones muy temprano. Me lleno de curiosidad y quería saber porqué. Deje pasar una hora, y subí sigilosamente, al llegar a su recamara, esta se encontraba vacía, se escucharon voces en el salón principal, me dirigí allí con mucho cuidado de no hacer ningún ruido, me asomé cuidadosamente y vi a mi tío vestido de doctor, y a mi tía, vestida como enfermera , con una minifalda, y una blusa muy escotada. Tenía las piernas ligeramente separadas y los calzones en los tobillos, mi tío le estaba mamando su rica panocha. Mi tío dejo de mamar y le colocó un pañuelo negro en los ojos y se lo amarró por la nuca, después le puso un antifaz sobre el pañuelo. La besó tiernamente, presionando sus paradas nalgas, la recostó en la cama (Era un sofá-cama, sofá de día, cama de noche), se levantó y se paseo alrededor de la cama contemplando como mi tía se movía sensualmente como una gatita caliente.

-¡Eres una ramera! –Le gritó mi tío-. Mis colegas me dicen que te cogen los enfermeros.

-Mienten cariño. –Le contestó mi tía, con una voz sensual y cachonda, tentando a ver si alcanzaba a tocar a mi tío, ya que al parecer no veía nada-. Yo te soy fiel, nunca te he engañado.

-¡Eres una mentirosa! –Gritó mi tío-. Te gusta tanto la verga, que no te importa enlodar mi nombre, ahora mismo voy a llamar a uno de mis colegas para que te haga el amor, te gusta prostituirte con cualquiera, así que no importa quien sea… ¡Pásale colega! Y cógete a la puta de mi mujer.

Yo estaba realmente asustado, no sabia que pedo. Mi tío se dirigió en dirección contraria a la mía, abrió una de las puertas. Hizo la señal de silencio y después la señal de que entrará. Al salón entró de puntillas el Dr. Gutiérrez e iba desnudo. La verga le colgaba de su entrepierna, pero estaba un poco dormida. Mi tío cerró la puerta con fuerza, oyéndose el portazo, sobresaltándonos todos.

-¡Cógetela colega! Es toda tuya, se que siempre la has deseado, ahora es tu día de suerte.

-¡No lo hagas! ¡Por favor! -Gritó mi tía, empezando a sollozar-. Estás equivocado, te vas a arrepentir para toda la vida.

-¡Esta Preciosa! –Exclamó mi tío fingiendo la voz de otra persona-. Pero que hermosas nalgas tiene, ¿le puedo meter la verga por el culo?... ¡Puedes metérsela por dónde se te plazca! –Gritó nuevamente mi tío ahora con su voz-.

Luego hizo una seña al Dr. Gutiérrez, y este se abalanzó sobre mi tía Lucia, la beso salvajemente le arrancó la blusa y el sujetador y mamo sus chichotas, mientras mi tío se sentaba en el suelo muy cerca de ellos para no perderse nada; el Dr. mordía los gruesos pezones, fue bajando poco a poco besando su abdomen. Quiso quitarle la falda, pero.

-¡No! Por favor, no sea cruel, usted no es mi marido, no me coja, no me meta su vergota en mi conejito, no me meta su vergota en mi culo por favor, mi esposo no sabe lo que hace.

Mi tío se levanta rápidamente y colocando su rostro cerca de la cara del Dr. Le contestó con voz fingida.

-¡Cállate puta! Tu esposo me dio permiso de meterte la verga por donde se me antoje… Pero para que veas que soy buena persona, no te la voy a meter, pero a cambio te voy a desnudar y me vas a dar una de tus mejores mamadas.


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Predeterminado Respuesta: La obsesión enfermiza por mi tía Lucia

Mi tío volvió a su lugar de observación y el Dr. Gutiérrez la desnudo, la recostó boca abajo, con las nalgotas de mi tía apuntando al techo, y apoyándose con los codos levantaba su cabeza la cual tenía ligeramente salida de la cama, tomándola de los cabellos le arrimó una gruesa verga blanca, rugosa, de cabeza rozada, a los labios de mi tía, y ésta la engulló por completo, proporcionándole una mamada de antología, el Dr. La tomó de la nuca y se la metía hasta la garganta, después se la metía por los lados de la boca produciendo en los cachetes de mi tía una protuberancia donde tenía alojada adentro la verga del Dr. Mi tío a escasos centímetros, casi podía besarle la verga al Dr., contemplaba excitado la escena. Después, se acercó al rostro de Gutiérrez y fingiendo la voz dijo:

-Así putita, que rico me mamas la verga.

Mientras el Dr. Gutiérrez, le pasaba la cabeza de la verga por la todo el bello rostro de mi tía, la cacheteaba con su garrote, la sujetó de los cabellos de la nuca y se la volvió a meter, y empezó a meter y sacar ese mástil velozmente hasta que le escupió un torrente de mecos en el bello rostro de mi tía Lucía.

El Dr. Bajó de la cama y se sentó en un sillón.

-¡Trágate mi leche puta! –Le gritó mi tío, fingiendo la voz-. Límpiate la cara con los dedos y llévalos a tu boca.

Mi tía le hizo caso, se tragó todos los mecos del Doctor. Al terminar, mi tío la beso con lujuria, metiendo la lengua hasta la garganta de mi tía, la volteo en la cama y le separó sus torneadas piernas y le mamó la panocha.

-Estas chorreando, putita, -Le dijo mi tío, parando de mamar-, se ve que te encanta la verga, se me hace que no voy a cumplir mi palabra y te la voy a meter.

Mi tía sujetaba la cabeza de mi tío y abría más sus piernas, las tenia completamente estiradas, empezó a moverse como loca, duraron como cinco minutos, hasta que el Doctor, con el cipote duro otra vez, le palmeo la espalda. Mi tío se separó, cediéndole el lugar.

-Demuéstrame, -Le dijo mi tío a su esposa, fingiendo aun la voz-. Como hace el amor una puta de tu calaña.

El Doctor se recostó en la cama y mi tía presurosa lo montó clavándose la verga en su panochota.

-¡Aaah! Que rica vergota tienes, no como la de mi marido, esta está mucho más gruesa, caliente y dura. ¡Aaah! Como me llenas cabrón, métemela hasta el fondo. Asiii, que rico.

Mi tía estaba en una posición en la que le permitía comerle sus gordas tetas mientras la verga yacía en lo profundo de su vagina. Mi tía lo cabalgó frenéticamente. Hasta mi lugar llegaban los sonidos eróticos de la tremenda cogida que le estaban dando: “chac, chac, chac”, se escuchaba, donde rebotaban los guevos del doctor en las nalgas de mi querida tía Lucia. Mi tío arrodillado a su lado agachaba la cabeza para ver hasta donde le entraba la verga a su esposa, mientras con la otra mano, meneaba su verga colgante, completamente floja.

No comprendía porqué mi tío permitía que el doctor se cogiera a su esposa, y si le gustaba ser cornudo, porqué no se excitaba, Yo en cambio ya no aguantaba la excitación, me saqué mi ******o y empecé a masturbarme viendo la erótica escena.

Mi tía hacia movimientos frenéticos, movía en forma circular su cintura, se mordió el labio inferior, y se recostó sobre el cuerpo del doctor.

-¡Que ricooooo! Me estoy viniendo en torrentes, la verga de un extraño me ha perforado y se la estoy bañando con mis jugos, ¡Que delicia!

El doctor la cambio de posición. Ella estaba en posición de perrito sobre la cama, arqueando su cintura, el doctor introdujo su rostro entre las montañas de carne de sus nalgotas, y lambió desesperado el culo de mi hermosa tía. Se acomodó entre sus piernas y apuntó la rozada cabeza de su verga en la entrada del culito de mi tía, aferrado a su cintura, por detrás de ella, empujó con fuerza e inmisericorde a los gritos de mi tía, se la hundió hasta el fondo hasta que sus peludos guevos chocaron con las nalgas de mi tía.

-¡Aaaay! Cabrón, ya me rompiste el culo, mi marido nunca me la ha metido por detrás.

El doctor le abrió los cachetes del culo para observar mejor como con los movimientos pausados de su abdomen la gruesa verga salía y se introducía en el cerrado ojete de mi tía, después empezó a moverse más rápido, las hermosas tetas de mi tía, bailaban con el movimiento, se veía muy sexy, su cabello suelto se mecía con las sacudidas de su cuerpo, sus manos se aferraban a las sabanas, mientras su divino trasero era machacado con potencia por el garrote invasor. El Doctor emitió gritos guturales, y su abdomen se sacudía sin control, abría y cerraba las nalgas de mi tía fuertemente con sus manos, levantando su cabeza y cerrando fuertemente los ojos, lanzó un grito:

-¡Aarrgggg! ¡Que culo tan maravilloso! No me canso de abrírselo y llenarlo de leche! –Gritó el Doctor, fuera de sí, llenando con chorros de semen de su verga el precioso culito de mi tía.

Mi tío, le palmeo fuertemente en el hombro haciéndole señas de que se callara.

El Doctor se quedó quieto. Mi tía ronroneando y moviendo el culo se sacaba y se metía la verga hasta que en un moviendo salió por completo de su culo, y segundos después, salían gotas de semen del interior del ojete de mi tía Lucia.

Observé estupefacto, como se vestía el doctor, le daba un abrazo a mi tío le besaba las nalgas a mi tía y salía del salón. Mi tío le quitaba el antifaz y el pañuelo a mi tía de los ojos, y se besaban amorosamente.

Yo miré el charco de semen que había dejado en el suelo, y buscaba afanosamente con que limpiarlo. Cuando vi que mis tíos se dirigían hacia mi. Tome la camisa y limpie rápidamente para después salir huyendo de allí.

Una vez a la semana sin falta, se retiraban temprano y hacían sus extrañas cosas. A veces se vestía de recamarera, a veces de azafata, mesera, colegiala o prostituta. A veces se la cogía el Doctor Gutiérrez, otras el Lic. Lombardo, o el socio de mi tío el Ing. Mauricio Romero.


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Predeterminado Respuesta: La obsesión enfermiza por mi tía Lucia

Al día siguiente me levanté tardísimo, almorcé con Tomaza porque se me había pasado la hora para almorzar con mis tíos. Después me fui a bañar, no eran las horas que acostumbraba a hacerlo, andaba muy desfasado. Al estarme enjabonando, me acordé de la noche anterior y mi mano sujetó fuertemente mi verga enjabonada y empezó un movimiento cadencioso y rico, al enjuagarme seguía con el mismo movimiento, y cuando empezaba a sentir el hormigueo previo al orgasmo, la solté, pensando en que habrá otras oportunidades mejores para cascármela. Me seque el cuerpo, mire orgulloso mi verga, era mucho más grande que la de mi tío y sus amigos, mas grande que la de José y sus hermanos, mi cuerpo no será tan espigado, pero mi garrote no le pide nada a nadie, tenía una verga gruesa y morena, poderosa que escupía el doble de leche que cualquiera que se haya cogido a mi tía, me la jalé dos o tres veces, hasta que pensé: ya basta, en otra ocasión. Me estaba secando el pelo, cuando se abre la puerta y entra mi tía corriendo, levantándose el vestido y sentándose en la taza a orinar, se escuchó un chorro fuerte que caía en el agua y me llegó el olor de sus orines, que para mi era como oler a rosas. Al voltear y verme gritó.

-¡Ay! Paquito, estás aquí, yo pensaba que no había nadie. Discúlpame, -me dijo roja de vergüenza-, pero ya voy a terminar y me salgo…

Se calló al verme desnudo, Yo no dije nada, solo estaba mirando sus nalgotas blancas sentadas en la taza de baño, pero mi cipote estaba completamente parado, pegado casi a mi ombligo y se bamboleaba enardecido, dispuesto a pelear y abrirse paso contra cualquier cuquita u ojetito cerrado.

Tomo unos trozos de papel sin quitarme la vista de mi garrote, y con una lentitud que se me hizo eternamente maravillosa, se limpio la panochita y poco a poco se subió el calzón. Reaccioné hasta que el vestido cayó sobre sus piernas.

-¡Vaya mi Hijo! Si que has crecido, vaya tamaño de carne que tienes entre las piernas criatura, y salió sonriendo.

Cuando llegue por primera vez a la casa de mis tíos, me enteré que mi tía estaba enferma, padecía de algunos extraños desmayos repentinos. En todos estos años, nunca me enteré que se hubiera desmayado dentro de la casa, todos sus desmayos fueron afuera, tal vez le hacía mal el aire o algo así. Mi tío mando a los hermanos de José y a Tomaza a tomar un curso de primeros auxilios y ellos eran los encargados de dárselos en caso de que le ocurriera algún desmayo. Tanto Los hermanos como el tío de José, como que tenían prohibido entrar a la casa porque nunca lo hacían, así que me imaginó que era Tomaza la encargada de darle auxilio si se desmayaba dentro de casa. Varias veces me tocó ver a mi tía desmayada, pero siempre estaba lejos y cuando me quería acercar, los hermanos de José, me decían que me alejara, que le hacía falta aire, y se la llevaban cargada a su casa para curarla.

El día que me vio desnudo mi tía, en la tarde se fue a nadar junto con mi tío. Los hermanos de José siempre serviciales, les llevaban bebidas, y le pusieron su crema a mi tía, pero esta vez sin sobarle las nalgas. Al salir del agua, tuvo un desmayo. Mi tío les dijo a los hermanos de José que la llevaran a su casa a curarla, mientras el iba a la ciudad a un mandado. Felipe la tomo de los brazos y Pancho de las piernas y se la llevaron.

Me acerque sigilosamente, la puerta se abrió y apenas tuve tiempo a esconderme, era Felipe que le hablaba a su tío.

-¡Ándele tío! Apúrese que ya no aguantamos, la doña lo necesita.

-Sin mi ayuda no pueden hacer nada, jaja – Les dijo el viejo Tobías, metiéndose a la casa a paso lento-.

Cuando cerraron la puerta me asome por la ventana, estaba mi tía recostada, el viejo Tobías, le quito su bikini, la puso bruscamente boca abajo y con sus manos toscas y callosas le separó los cachetes de las nalgas, apareciendo su rosadito ojete cerradito. Tobías lambio pausadamente, le recorría toda la raya de la cola con la lengua y regresaba al culito. Mi tía gemía, primero suavemente y después en forma escandalosa:

-¡Ah! ¡Arrgg! Si, despacio. –Susurraba-. Asi, ah, ah, ah. ¡Oh Fernando, tu lengua me mata!

Me quedé anonadado, como era posible que confundiera al viejo Tobías con mi tío Fernando, además si estaba desmayada, ¿como era posible que estuviera hablando? Mientras tanto el viejo Tobías tenia toda la cara incrustada entre los cachetes del culo de mi tía Lucía, con una mano le levantaba una nalga mientras con la otra la presionaba hacia abajo y viceversa a una velocidad endemoniada. Mi tía empezó a mover el culo hacia arriba y a gritar:

-Me gusta, me vuelves loca. Así, así. Ay, que rico.

Felipe y Pancho ya se habían desnudado y le daban cachetadas a su garrote haciendo que se bamboleara de un lugar a otro. Tobías le dio vuelta y empezó a mamar su panocha, lambía la parte interna del muslo de una pierna hasta llegar a su raja, y subía lambiendo hasta el muslo de la otra pierna y volvía a regresar, hasta que se centro en la pequeña protuberancia que salía de su raja y chupo apasionadamente.

_¡AAy! Me vengo cariño, Fernado, me vengo, tomate mis jugos, papacito. Mmmhhhh, que rico.

Mi tía empezó convulsionar y a mover frenéticamente su cintura, hasta que cayó desmayada (ahora si de verdad, jeje). Cuando Tobías se despegó de la panocha de mi tía, sus gruesos bigotes estaban empapados de su jugo. Se sacó el garrote y se lo puso en la boca a mi tía, que empezó a mamarlo apasionadamente en gratitud al poderoso orgasmo que había tenido. En la boca de mi tía se le puso completamente dura la verga, después se metió entre las piernas y se la dejo ir hasta el fondo. Tobías con sus enormes bigotes besaba a la hermosura de mi tía, mamaba sus pechos y la tenia fuertemente sujeta de las corvas de sus largas piernas y bombeaba lentamente con fuerza, adentro y afuera, adentro y afuera, hasta que salio y sujetándola fuertemente de los cabellos, se la introdujo en la boca y se vació. Mi tía chupaba con frenesí mamando y tragando toda la leche que de la verga canosa de Tobías expulsaba.

-Ya esta en su punto, es toda suya. –Dijo cansado el viejo Tobías, mientras se vestía y se dirigía a la puerta-.

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Me escondí para que no me viera al salir. Tobías salió acomodándose la camisa dentro del pantalón, con una sonrisa en la boca, dejó la puerta entre abierta y se sentó a fumarse un cigarrillo. De ves en cuando miraba hacia adentro y reía a carcajadas.

“Maldito anciano” –pensé-. “Porqué no se larga de una buena vez, no me va dejar ver nada”.

Después de media hora, Tomaza lo llamaba a gritos, Tobías le gritó que ya iba para allá y se fue lentamente. Una vez que desapareció Tobías, me volví a asomar a la ventana. Mi tía estaba gritando, Pancho la tenía toda ensartada.

-Que rico me coges Fernando, tienes la verga mas grandota, como me llena y como se mueve, tan rico, ah, ah, ah, así.

Pancho estaba acostado medio cuerpo en la cama con los pies en el suelo y mi tía estaba arrodillada, arriba de él, cabalgándolo. Las nalgas de mi tía daban a la ventana, así yo podía ver perfectamente su estrecho ano y esos jugosos labios vaginales. Pancho jalando con una de sus manos el sedoso cabello platinado de mi tía, la besaba con furia mientras que la otra se aferraba a una de sus voluptuosas tetas, el cabrón de Pancho hundía y sacaba su pito de la panocha de mi tía, una y otra vez, sin descanso. Su abdomen se movía cadenciosamente y desde mi posición, veía perfectamente como los labios de su panochita se estiraban al máximo cobijando la gruesa verga morena de Pancho, entraba totalmente y salía de forma parcial. Los peludos testículos de él y las nalgotas de ella se sacudían con el movimiento de sus cuerpos. Mientras tanto Felipe, se embadurnaba el pito de aceite, se acerco a la pareja, Pancho tomo de la nuca a mi tía Lucia y la pegó a su cuerpo, mamado sus chichotas, en esa posición, las nalgas de mi tía se veían enormes y el ojete un poco abierto, Felipe, se llenó la mano de aceite y le frotó las nalgas, le metió un dedo, lo metía y sacaba rápidamente, luego le metió dos dedos, con el mismo movimiento, y así parado, solo se agacho un poco apunto al culo de mi tía y le metió la vergota hasta el fondo . Mi tía Lucía había quedado como un sándwich entre ellos dos.

-¡Aaaaaayyy! -Gritaba mi tía-. ¡Que trozo tan enorme de carne! Me estas partiendo el culo mi vida, ¡Agggg! No hagas eso mi amor, por delante me metes tu verga y por detrás un consolador. Pero sigue así, siento muy rico, ah, ah, ah.

Mi tía se sacudía una y otra vez con una verga incrustada hasta el fondo en su vagina y otra, entrando y saliendo de su ano. El movimiento era sincronizado, mientras Felipe le incrustaba hasta el fondo, la verga Pancho la sacaba, y cuando Pancho se la metía hasta tocar sus pesados testículos las nalgas de mi tía, Felipe la sacaba. A mi tía le entro una temblorina tremenda, gritaba que se estaba viniendo, que la partieran en dos, puso sus bellos ojos en blanco y de su boca salió un grito gutural siniestro y se desmadejó en el cuerpo de Pancho, Luego los hermanos de José empezaron a gritar también. Metiéndole las vergas a mi tía a una velocidad endemoniada, hasta que desfallecidos abrazaron el cuerpo de mi tía. Cuando le sacó la verga Felipe, se escuchó un “Pop” y al ver las nalgas de mi tía, sentí un escalofrió al ver el agujero del culo tremendamente abierto y escurriendo semen.

En la noche, al estar viendo televisión, mi tío estaba en el sillón individual, tomando una cerveza y viendo la televisión, yo estaba con un short, el cual me quedaba un poco flojo y ancho de las piernas, cuando llegó mi tía de bañarse, traía su bata transparente y absolutamente nada de ropa interior. Se le notaba claramente su triangulito negro en la entrepierna, la raya de sus redondas nalgas, sus chichotas paradas adornadas por sus duros y gruesos pezones. Al ver a mi tía inmediatamente se me paro la verga, formando una tremenda carpa en mis shorts.

A mi tío Fernando, le vale madre si se cogen a su linda esposa –pensaba-. No creo que se enoje si me la cojo. Lo de mi tía si esta extraño, todo mundo se la coge pero aparentemente ella no le es infiel a mi tío. Sus desmayos son más extraños aún, porque realmente no se desmaya, es como si estuviera soñando, pero a poco no siente las metidotas de verga….

Me valió madre mi tío y empecé a piropear a mi tía Lucia.

-Tía es usted la mujer más hermosa que he visto en mi vida y esa bata le sienta de maravillas, hace que resalten todos sus encantos.

-Vaya, Paco anda muy galante –Le dijo a mi tío Fernando-. ¿No se te hace?

-Es que realmente estás hermosa -Le dijo mi tío, luego me miro con una sonrisa y me guiñó el ojo-. Y Paco, ya es todo un hombrecito.

Ya no tenía miedo que mi tío me descubriera, la miraba embelezado, cuando pasaba a traer x cosa, miraba el movimiento oscilatorio de sus pechos, el movimiento lujurioso de sus paradas nalgas. Me ponía de pie por cualquier pretexto, para exhibir ante mi tía mi erección, quería que supiera que estaba así por ella.

En la noche, mi obsesión por cogerme a mi tía me tenía loco, ya no me importaba nada, solo cogérmela. A las dos de la mañana, llegue a su recamara, me desnudé y me acosté a su lado. Le subí su bata hasta la cintura, contemplando su hermoso cuerpo de diosa. Separé sus piernas y por fin probé su almeja de delicioso sabor. Su aroma a hembra en celo me tenia loco. Me hinque entre sus piernotas, colocando la punta mi garrote en su panochita, le levante las torneadas piernas, sus tobillos llegaron a mi rostro, los bese, chupe cada uno de los dedos de sus hermoso pie, baje besando cada parte de sus piernas y me hundía en el laberinto de su rica panocha. Hizo un movimiento brusco que casi me tumba de la cama y se dio vuelta quedando boca abajo. Levemente observé que estaba agitada, caliente, abrió lo ojos tratando de ubicarme, cuando me acerqué los cerró inmediatamente. Estaba despierta, sabe que le mamé su rica panocha, no me dijo nada, tal vez no quiere armar un escándalo. Observé su enorme trasero y se me hizo agua la boca, hundí mi rostro entre sus enormes nalgas y chupe desesperado, lambía toda la raya de su cola, introduje mi lengua en el interior de su culito. Mi tía empezó a gemir y a mover inconcientemente sus redondas nalgas en movimiento circular, saboree, su esencia, el sabor acre llenó mi boca, me sabía a gloria, chupaba, mamaba esos enormes globos de carne maciza, le separé las piernas y empecé a pasar mi verga por toda su canal, sentía maravillosamente como resbalaba por la saliva que había dejado… ya no tuve tiempo de meterle la verga en su hermoso culo, cuando apunté a su ojete y la cabeza de mi verga lo tocó fue demasiado para mi y se lo llené de esperma. Mi tía se hacía la dormida, le di vuelta suavemente, ni siquiera le limpie mi leche de sus nalgas, quería que supiera que era mi semen. Al ver su rostro hermoso, mi pene dio un respingo enderezándose nuevamente,. La bese con dulzura, con amor, todo su rostro lo llené de besos, le chupé sus enormes tetas, y cuando me estaba acomodando para penetrarla; otra ves, hizo unos movimientos brusco, me separó violentamente de ella, y empezó a toser fuertemente. Comprendí claramente la indirecta y salí huyendo de su recamara.

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Al despertar, con la cabeza más fría, estaba preparándome para la regañada monumental que me harían mis tíos. Tal vez me corrieran de la casa, esta vez la había cagado, por cachondo, me iban a correr y con qué cara iba a regresar con mis padres. Al desayunar, nada dijeron, mi tía estaba sonriente y muy platicadora, al igual que mi tío. Poco a poco me tranquilicé ya que estaba muy inquieto pensando lo peor.

-Querido. –Le dijo mi tía a su esposo-. No crees que ya es tiempo de mandar a Paco a que tomé el curso de primeros auxilios. Le tengo más confianza a él que a la pobre de Tomaza.

-Si así lo deseas, -Le contestó mi tío con una sonrisa-. Ya sabes, que yo haría por ti, cualquier cosa, amor. Vas a ver que Paco va a ser muy buen trabajo cuando te desmayes.

El curso de primeros auxilios, no tuvo nada de especial, fue un curso normal, primeros auxilios básicos. Pero yo sabía que la aplicación de los primeros auxilios a mi tía eran completamente diferentes a los que me enseñaron en el curso, los mejores maestros los tuve el día que observé como lo aplicaban los hermanos de José y el viejo Tobías.

Cuando les enseñé orgulloso el diploma que me acreditaba a poder aplicarle a mi tía los primeros auxilios, me aplaudieron felices.

-Necesito hablar contigo muy seriamente –me dijo, mi tío-. Vamos a mi oficina.

-Esta bien tío. –Le contesté un poco asustado-.

Ese día me contó la fabulosa historia de su vida y de su matrimonio, de lo mucho que quería a mi tía Lucia y es por eso que me había enviado a tomar el curso, porqué quería lo mejor para ella.

No tarde mucho en poner en práctica lo aprendido, esa misma tarde mi tía se desmayó dentro de la casa. La tome entre mis brazos y cargándola, la lleve a mi recamara. Poco a poco, sin prisas, desabroche cada uno de sus botones, le quite la blusa y su falda, desabroche su sujetador y le bajé sus diminutos calzones, sacándolos por sus lindos piecesitos. Me desnude. La contemplé extasiado, era tan hermosa, al fin, después de tantos años, sería mía, completamente mía. Me la comí a besos, desde la punta de sus cabellos hasta la punta de sus pies, me entretuve con sus bellos labios, su aliento era excitante, no hubo rincón sin explorar y sin besar. Cuando chupe con deleite su panochita, le vino un orgasmo espectacular, me sujetó la nuca fuertemente queriendo introducirse mi cabeza en su entrepierna, todo su cuerpo saltaba inundándome con sus jugos mi boca. Imite al viejo Tobías en el arte de la lengua, incruste mi rostro en medio de sus montañas de carne y metí la lengua hasta lo mas profundo de su culito.

Cuando me puse de pie, mi tía miraba fijamente mi garrote, me pele la verga y se la pasé por sus labios, embarrándole el líquido preseminal.

-Es tan grande y hermosa mi niño –Me dijo mi tía-. Fernando mi niño, te voy a ser la mejor mamada de tu vida.

Abrió su dulce boquita y se introdujo mi culebrón hasta que topó en su garganta. Todavía quedaba más de la mitad afuera. Sacaba y metía mi verga de su jugosa boca, pasaba su lengua por todo mi garrote hasta llegar a mis testículos y chuparlos con desesperación, volvía a pasar su lengua por todo el tronco proporcionándole pequeñas y suaves mordidas y volvía a meterse la cabezota en su boquita.

-¡Oh! Tía, que rico mamas la verga, te voy a aventar los mecos.

Con una manita me acariciaba los pesados guevos y con la otra sujetaba el tronco de mi poderosa verga, mis pelos se enrollaban entre sus deditos, me besaba el garrote, lo olía, lo contemplaba, se cacheteaba ella sola con él, introducía la punta de la lengua en el orificio de la cabeza y nuevamente la mamaba prodigiosamente. Mi verga escupió una gran cantidad de leche, la boca se le llenó rápidamente de semen, la despegue de sus labios y meneándola con frenesí seguía lanzando chisguetes a diestra y siniestra, unos se estrellaron en su nariz, otros en sus bellos ojos.

-¡Ay! Mi niño, cuanta leche –me dijo mi tía, haciendo su cara hacia atrás y cerrando los ojos-.

Mi verga seguía escupiendo esperma, le llené la frente y su cabello y sus enormes chichotas. Cuando acabó de aventar el último chorro, mi tía se la introdujo a la boca nuevamente y me la mamó hasta dejarle completamente limpia. Se miraba tan hermosa, su frente , nariz y pelo cubiertos por mis mecos, sus grandes ojos verdes mirándome de abajo hacia arriba, sus mejillas blancas y suaves cubiertas de mis bellos púbicos y su linda boquita engullendo mis peludos guevos. Me agaché y la besé con dulzura, saboreando el extraño sabor de mi semen en sus labios.

Por fin después de tan larga espera, mi garrote se iba abriendo paso por las paredes vaginales de mi tía. Su piel se estiraba dificultándole el paso al monstruoso invasor. Sentía que mi miembro estaba hecho de fuego, y su calor derretía las entrañas de mi querida tía, encharcando su cuevita de forma indescriptible, mientras yo arqueaba la espalda y paraba las nalgas para tomar mas vuelo y con potencia empujaba mi garrote hasta el interior de su devoradora panocha, mis testículos chocaron con sus bellas nalgas, quería meterlos también, pero era imposible. Con movimientos cadenciosos al principio y frenéticos después sacaba y metía mi pistón de su raja. Cambiamos de posición, acostados de lado, los dos en la cama, coloqué sus torneadas piernotas en mis hombros y poco a poco se la metí hasta el fondo de su panochita. En esa posición sentía como su clítoris besaba con amor mi duro garrote. Abrazado a sus piernotas mi instrumento sin compasión taladraba velozmente su chorreante raja. Me mordí los labios mientras temblaba de excitación. Sentí como mi pene explotaba lanzando poderosos chorros de semen, sentía riquísimo, como lanzaba con potencia mi semen en el interior de sus paredes vaginales, y con fuerza le llegaban hasta el útero. Mi verga seguía escupiendo gran cantidad de leche y permanecía firme en lo profundo de su vagina.

Al mirar a mi tía, fue algo alucinante. Estaba con los ojos en blanco, su boca mordía fuertemente su labio inferior, temblaba de pies a cabeza, produciéndome un sabroso cosquilleo en la punta de la verga mientras me bañaba con sus jugos, producidos por el orgasmo que tenía, mientras al mismo tiempo, recibía toda mi descarga con gran placer. Deje que descansará, sin sacar mi garrote duro de su interior, mientras la besaba tiernamente y mamaba sus pechos.

Después la arrodille en la cama y le sujeté su cabeza hasta ponerla al ras de la cama, con su culo en pompa, me separé un poco para contemplarla, era una vista maravillosa, unas nalgotas hermosas, un portento de mujer, algo fuera de este mundo. Le separé sus esculturales piernas, me metí entre ellas y le metí el garrote en el ojete de su culo.

-¡Ay! No mi niño, no seas brusco, que me desgarras con tu vergota, ponle aceite para que resbale mejor.

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Predeterminado Respuesta: La obsesión enfermiza por mi tía Lucia

Me embadurne la verga en aceite, le metí uno y luego dos dedos en su culito, y sustituyendo mis dedos por mi verga se la dejé ir hasta el fondo. Ella gritó y movió las nalgas protestando por la invasión. Le saque la verga hasta la punta y volví a introducírsela, viendo con éxtasis como mi poderosa culebra se deslizaba cruelmente entre sus nalgotas y que cuando mis peludos guevos chocaron con sus redondas nalgas, mi verga reposaba en el interior de sus intestinos. Toda la recamara olia deliciosamente a sexo, el movimiento que le imprimía era cadencioso y uniforme, adentro, afuera, adentro, afuera. Ella paraba las nalgotas desvergonzadamente para que se le metiera hasta el fondo. Gotas de sudor resbalaban por mi rostro, mi cuerpo se sacudía de atrás para adelante, mis muslos con cada acometida castigaban las blancas nalgas de mi tía Lucía. Coloqué una mano en la base de su espalda mientras con la otra le abría los cachetes para ver hacia abajo, miraba como mi garrote la embestía agresivamente, la sujete de las enormes nalgas y comencé a bombear su culo a un ritmo brutal, mientras ella sacudía las nalgas sin control. Su cabello suelto se mecía con las sacudidas de mi cuerpo, sus manos se aferraban a las sabanas y su hermoso trasero parecía fundido a mi abdomen. Sus redondas tetas oscilaban sin cesar de un lado a otro. La sujeté fuertemente de sus chichotas, pare mis nalgas y se la enterré hasta el fondo de su culo. Levanté la cabeza, mire hacia el techo, agradeciendo a Dios esta hermosa oportunidad de tener a mi tía empinada con mi garrote enterrado en su culote, cerrando los ojos, sintiendo como los chorros de semen calido que expulsaba a borbotones de mi verga, bañaba el interior de los intestinos de mi bella tía Lucia.

Mi tía me comía la cara a besos agradecida por el palo que le acaba de echar.

-Fernandito, estuviste divino, mi amor.


Obscura y perversa es la vida de mis pobres tíos –Pensé, mientras mi tía limpiaba con su boquita mi verga, que poderosa y orgullosa, se bamboleaba, dura y dispuesta a seguir luchando-. “Todo por culpa de un involuntario accidente” –Recordaba, me dijo mi tío-. “Lucia, mi esposa sufrió un daño en los ovarios y no puede embarazarse jamás. Además sufría de desmayos esporádicos. Yo por mi parte, perdí un testículo y mi pene sufrió daños irreversibles, por lo que no puede erectarse.
Ella todas las noches hacia la lucha para que se me parará, yo le comenté que si quería se podía buscar un amante, ella me mando callar y me suplicó y me hizo jurar que jamás se lo volviera a sugerir.
Al pasar el tiempo sin tener sexo, Lucia estaba siempre irritable y de mal humor.
Hasta que un día llegué y la encontré sonriendo. Al revisar las cámaras, –Mi tío tenía cámaras en todos los cuartos de la casa y se grababa a diario lo que ocurría en ellas-. Supe que había sufrido un desmayo, y que Felipe y Pancho, habían abusado de ella, pero eso fue al principio de su desmayo, después, se ve que abre los ojos, y finge seguir desmayada. No estaba seguro si fingió para no armar un escándalo, o porque realmente le gustó, al estar tan necesitada de sexo y yo, sin poder dárselo.
Cualquiera que haya sido la causa, estaba molesto con los muchachos, por el abuso. Cuando los vi, los agarré a cintazos, Tomaza me gritaba que porque les pegaba, le dije que jamás permitiera que entraran a la casa. No lo hicieron, pero lucia empezó a fingir desmayarse fuera de la casa, lo que me confirmó que le gustaba que abusaran de ella.
Ella, todas las noches, seguía en su lucha por que fuera yo, el que le metiera el pene, le hacia el sexo oral, pero eso no la satisfacía, quería que hubiera penetración.
Para que ya no sufriera, tramé junto con el Doctor Gutiérrez, un truco para dejar tranquila a Lucia. El Doctor le explico que la única forma en que se me erectaría el pene. Sería si lo hacíamos solo una vez a la semana, que se disfrazara de cualquier cosa, pero que fuera una noche sexy y excitante, le dijo que quedé acomplejado por la operación, y que necesitaba que ella se vendara los ojos, para que al fin mi pene tuviera la erección anhelada.
El Doctor me hacia el favor de cogerse a Lucia, la engañamos, ella piensa que soy yo el que la penetra. Yo siempre guardo los videos –me dijo sonriente, mostrándome algunos, donde aparecía yo, tratando de cogerme a mi tía en su recamara-. Me entero de todo lo que pasa en la casa.
El Lic. Lombardo descubrió por casualidad el video en donde el doctor le hace el amor a mi esposa y me pidió de favor lo incluyera en dicha farsa. Mi socio, me cedió su parte a un costo muy bajo, si también el participaba.
Lucia quiere ser una fiel y buena esposa, pero a veces no puede aguantar su naturaleza fogosa, y por eso inventa los desmayos, el Doctor hace tiempo que la curó de ese mal, yo estoy consiente de que no puedo satisfacerla, por eso trató de que sea feliz. Tu eres de la familia y sé que sabrás guardar nuestro secreto, se que harás gozar a tu tía haciéndola muy feliz. No me decepciones”.

Mi tía Lucia se siguió desmayando, a veces lo hacía afuera de la casa, pero la mayoría de las veces se desmayaba adentro. En varias ocasiones invité a mi amigo José a que entre los dos, le practicáramos a mi tía los primeros auxilios.

Años después me recibí de Lic. En Administración de Empresas y mi Tío me hizo socio de su compañía. Me casé, formé un hogar, y a veces cuando los visito, tengo la suerte que mi tía Lucia se desmaye.

Fin.

Autor: Chido666.

Si llegaste hasta el final, al menos dime si te gustó o que fue lo que no te gustó, tu comentario es importante, para seguir mejorando. Un abrazo.


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Antiguo 13-02-2010 , 11:09:12   #10
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Predeterminado Respuesta: La obsesión enfermiza por mi tía Lucia

esta bueno, muy largo pero bueno...

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enfermiza, lucia, obsesion, tia




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