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Antiguo 12-02-2010 , 10:50:59   #4
chido666
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Predeterminado Respuesta: La obsesión enfermiza por mi tía Lucia

Mi obsesión por mi tía se hizo enfermiza, me masturbaba de tres a cuatro veces al día y aún así traía todo el día la verga parada, la seguía a todas partes, me volví descuidado y muchas veces se dio cuenta que trataba de verle su ropa interior. En las noches, apreciaba su desnudez bajo la transparente bata de dormir, no importándome si mi tío me descubría lo caliente que me ponía el observarla. Buscaba sus calzones en el cesto de la ropa sucia cuando recién se cambiaba, y me encerraba con ellos en le baño, chupaba con glotonería la parte de tela que tenía contacto con su panochita y su colita, su calzón olía a hembra en celo y me encendía, me masturbaba con frenesí hasta escupir semen una y otra vez sobre la delicada tela imaginando que era a ella a la que se los aventaba. Llegue incluso a cometer actos depravados: cuando ella salía del sanitario, entraba yo, y pasaba mi lengua por la taza del baño, porque esa taza había estado en contacto con sus hermosas nalgotas.

Al pasar los años, me volví más osado. José y yo, habíamos descubierto que, la ventana que siempre permanecía abierta, dónde se bañaba mi tía; daba a una parte de la casa a la que nadie frecuentaba, porque la entrada estaba tapada por diferentes cosas viejas que se fueron acumulando, quitamos algunas, las necesarias para poder entrar, y todos los días veíamos encuerada a mi tía mientras se bañaba. Nos masturbábamos observando cuando se enjabonaba las nalgas, como se enjabonaba sus voluptuosos pechos, y su panochita mojadita.

Todas las noches a las tres de la mañana, subía a la recamara de mis tíos. Tenía prohibido subir al segundo piso de la casa, era algo lógico, porque ahí estaba su recamara y los podía encontrar cogiendo. Últimamente subía a diario, me pasaba hasta una hora contemplando la desnudez de mi tía, recorría a besos sus esculturales piernas le daba besitos en su rajita, en sus nalgotas, siempre con el corazón en la mano, temeroso que despertara ella o mi tío. Si se movía levemente, salía huyendo de allí, me escondía atrás de la puerta, afinando el oído a cualquier ruido, después de cinco minutos me atrevía a asomarme, si continuaba dormida, entraba nuevamente y continuaba con mis perversiones. Le pasaba mi verga por sus labios, por sus melonzotes, por la raya de sus nalgas, hasta que mi verga escupía la leche en los calzones de mi tía que robaba del cesto de la ropa sucia. Antes de retirarme, juntaba un poco de mi semen en un dedo y se lo metía con mucho cuidad en el boca.

Una vez a la semana, se retiraban a sus habitaciones muy temprano. Me lleno de curiosidad y quería saber porqué. Deje pasar una hora, y subí sigilosamente, al llegar a su recamara, esta se encontraba vacía, se escucharon voces en el salón principal, me dirigí allí con mucho cuidado de no hacer ningún ruido, me asomé cuidadosamente y vi a mi tío vestido de doctor, y a mi tía, vestida como enfermera , con una minifalda, y una blusa muy escotada. Tenía las piernas ligeramente separadas y los calzones en los tobillos, mi tío le estaba mamando su rica panocha. Mi tío dejo de mamar y le colocó un pañuelo negro en los ojos y se lo amarró por la nuca, después le puso un antifaz sobre el pañuelo. La besó tiernamente, presionando sus paradas nalgas, la recostó en la cama (Era un sofá-cama, sofá de día, cama de noche), se levantó y se paseo alrededor de la cama contemplando como mi tía se movía sensualmente como una gatita caliente.

-¡Eres una ramera! –Le gritó mi tío-. Mis colegas me dicen que te cogen los enfermeros.

-Mienten cariño. –Le contestó mi tía, con una voz sensual y cachonda, tentando a ver si alcanzaba a tocar a mi tío, ya que al parecer no veía nada-. Yo te soy fiel, nunca te he engañado.

-¡Eres una mentirosa! –Gritó mi tío-. Te gusta tanto la verga, que no te importa enlodar mi nombre, ahora mismo voy a llamar a uno de mis colegas para que te haga el amor, te gusta prostituirte con cualquiera, así que no importa quien sea… ¡Pásale colega! Y cógete a la puta de mi mujer.

Yo estaba realmente asustado, no sabia que pedo. Mi tío se dirigió en dirección contraria a la mía, abrió una de las puertas. Hizo la señal de silencio y después la señal de que entrará. Al salón entró de puntillas el Dr. Gutiérrez e iba desnudo. La verga le colgaba de su entrepierna, pero estaba un poco dormida. Mi tío cerró la puerta con fuerza, oyéndose el portazo, sobresaltándonos todos.

-¡Cógetela colega! Es toda tuya, se que siempre la has deseado, ahora es tu día de suerte.

-¡No lo hagas! ¡Por favor! -Gritó mi tía, empezando a sollozar-. Estás equivocado, te vas a arrepentir para toda la vida.

-¡Esta Preciosa! –Exclamó mi tío fingiendo la voz de otra persona-. Pero que hermosas nalgas tiene, ¿le puedo meter la verga por el culo?... ¡Puedes metérsela por dónde se te plazca! –Gritó nuevamente mi tío ahora con su voz-.

Luego hizo una seña al Dr. Gutiérrez, y este se abalanzó sobre mi tía Lucia, la beso salvajemente le arrancó la blusa y el sujetador y mamo sus chichotas, mientras mi tío se sentaba en el suelo muy cerca de ellos para no perderse nada; el Dr. mordía los gruesos pezones, fue bajando poco a poco besando su abdomen. Quiso quitarle la falda, pero.

-¡No! Por favor, no sea cruel, usted no es mi marido, no me coja, no me meta su vergota en mi conejito, no me meta su vergota en mi culo por favor, mi esposo no sabe lo que hace.

Mi tío se levanta rápidamente y colocando su rostro cerca de la cara del Dr. Le contestó con voz fingida.

-¡Cállate puta! Tu esposo me dio permiso de meterte la verga por donde se me antoje… Pero para que veas que soy buena persona, no te la voy a meter, pero a cambio te voy a desnudar y me vas a dar una de tus mejores mamadas.


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