Como de ciencia ficción

Mientras los tarados gobiernan, los científicos transforman el mundo.

Cita:

Como de ciencia ficción Moisés Wasserman El mundo, por suerte, no se limita a catástrofes. La última temporada de premios Nobel nos trajp tres historias extraordinarias, sobre ciencia y la relación entre conocimiento básico y desarrollo tecnológico. El de medicina fue otorgado a Katalín Karicó (bioquímica) y Drew Weissman (inmunólogo). Se publicitó como un premio a la vacuna contra el COVID-19, pero eso no es muy preciso. La investigación fundamental basada en un hecho establecido de la biología molecular (tanto que lo llaman el dogma) comenzó hace 25 años. La transferencia de información del ADN (codificante) hasta proteína (funcional) sucede mediada por una molécula de ARN mensajero. Los inmunólogos soñaban, desde hace tiempo, con sintetizar algún ARN de un patógeno, e inyectarlo a las células de forma que ellas mismas sintetizaran una vacuna. Pero había problemas. El ARN es muy lábil; en todas partes hay enzimas que lo destruyen. Además, si ya se logra introducir al organismo, produce inflamación y daño. Los hallazgos de Karicó y Weissman consistieron en unas modificaciones químicas de los ARN mensajeros para que mi fueran degradados, ni hicieran daño y se tradujeran eficientemente a proteínas. Las aplicaciones apenas están empezando a asomar. Cualquier vacuna podría ser hoy desarrollada rápidamente y eso se demostró, con inmenso éxito, en la pandemia de Covid-19, en la que cientos de millones fuimos vacunados así. Se proyectan además tratamientos extraordinarios para enfermedades genéticas y para inhibir patologías diversas, incluso cáncer. Los premios de Física y Química del extraño mundo cuántico, sobre tiempos y estructuras extraordinariamente pequeños. El de Física a Pierre Agustini. Ferenc Krausz y Anne L’Huillier, fue por estudios del movimiento de electrones usando pulsos de luz de attosegundos de duración. Ese lapso de tiempo es una fracción de segundo que se escribe con un cero y coma seguida de diecisiete ceros y después uno. Es a un bostezo lo que el bostezo es a la edad del universo. Imagine el lector que quiere filmar un colibrí en la oscuridad; cualquier flash le va a dar una película con nubes desenfocadas alrededor del ave. Si uno quiere ver alas claras moviéndose, tiene que filmar usando unos flashes brevísimos. Para el electrón, los flashes deben ser de attsegundos. El método fue usado para estudiar dinámicas del electrón y ha permitido diseñar componentes para computación y comunicación de una velocidad extraordinaria. Hoy también se explora su uso en desarrollo de materiales novedosos con propiedades increíbles y de fármacos sofisticados. El Nobel de química fue para Moungi Bawendi, Louis Brus y Alexei Ekimov. por el desarrollo (que empezó en 1980) de “puntos cuánticos”. Estos son objetos extraños, “falso átomos”, dentro de cristales semiconductores; son grupos de electrones sin núcleo confinados en un espacio pequeñísimo que se organizan como si fueran átomos, pero en niveles de energía diferentes y modulables según la geometría del espacio de confinamiento. Cuando se excitan emiten luz diferente a la de átomos normales. Han sido usados en ledes, láser y pantallas de alta resolución. Se espera que sirvan en investigación médica. Imaginen los lectores una partícula que lleve un fármaco específicamente a una célula cancerosa, y después emita una señal de luz; como si fuera el correo de Amazon certificando la entrega. Quien hubiera leído esos proyectos antes de que empezaran podría haber dicho que eran caprichos de científicos jugando en el laboratorio. Hoy los resultados parecen de ciencia ficción. Un maestro mío decía que no hay ciencia básica y aplicada, sino aplicada y aplicable. El éxito se logra teniendo sistemas nacionales serios, con una gran masa de investigadores bien financiados y apoyados.

Fuente: El Tiempo