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Antiguo 02-04-2013 , 19:38:49   #4
Hannibal Lecter
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Predeterminado Respuesta: Manute Bol, el gigante que tapó el sol a todas las tribus de la NBA

El experimento apenas duró un año. En 1988 Bol volvía a hacer las maletas y cruzaba Estados Unidos para enrolarse en los Golden State Warriors. Don Nelson fichaba al gigante como referencia defensiva de un equipo cuya única preocupación era atacar. Manute respondió como de él se esperaba y su capacidad de intimidación fue clave para que aquellos Warriors desarrollaran el 'run&gun' que les hizo característicos. Quizás fuera esa filosofía o la libertad que Nelson daba en ataque, pero lo cierto es que Manute empezó a consolidarse como un raro especialista en lanzamientos de tres y cultivó esta faceta hasta convertirla en otra característica de su juego (hizo 20 de 91 en su primera temporada en California).

Tras dos temporadas, los Sixers se hicieron con Manute y ahí comenzó la cuesta abajo de su carrera. En Philadelphia Bol comenzó a bajar sus prestaciones tanto en minutos como en productividad. Aunque regaló algunas actuaciones memorables como ante los Suns en 1992 cuando metió seis de los 12 intentos de tiros de tres, mientras el publico le gritaba que tirara cada vez que recibía el balón más allá del arco. Fue un espejismo.

En 1993 Bol fichó por los Miami Heat con los que apenas disputó ocho partidos y con los que sólo dejó seis tapones en 61 minutos en pista. Tras esta mala experiencia, Manute volvió a Washington esa misma temporada. Los Bullets le habían fichado para ayudar a otro gigante, Gheorge Muresan, a desarrollar su juego y apenas pudo disputar dos partidos. Mismo rol que tendría en los Sixers, que le ficharon a finales de la 93-94 para que ayudase a Shawn Bradly (2,26) con su juego. Parecía que la carrera de Bol llegaba a su fin.

Sin embargo, tuvo una última oportunidad de la mano de Don Nelson que volvió a reclutarle para los Warriors. Bol se hizo con la titularidad tras un memorable partido ante los Timberwolves en el que, además de rebotear y taponar, volvió a atreverse a lanzar desde más allá del arco como si el tiempo nunca hubiese pasado. Esa noche estaba bendecido y anotó todos los tiros que intento ante el delirio de los aficionados. Manute parecía reverdecer viejos laureles y durante dos semanas fue el pívot titular de aquellos Warriors. Sin embargo, el 22 de noviembre, ante los Hornets, Bol sufrió una lesión que le obligo a decir adiós a las canchas. Apoyado en dos compañeros, aquel gigante se despedía de una afición entregada a sus 231 centímetros, a sus tapones y a sus triples inverosímiles. El adiós de un guerrero que en su día mató un león, pero que no pudo hacerle frente a una lesión.

Tras abandonar la NBA, Bol se dedicó a labores humanitarias en su país y fue un importante activista político en pos de la paz en Sudán. Bol había ganado mucho dinero durante su carrera en la NBA, sin embargo su caridad le llevó a donar la mayor parte a obras benéficas en su tierra natal, lo que le llevó a la bancarrota, viéndose obligado a convertirse casi en un feriante para sacar dinero para dar de comer a sus hijos. Bol participó en combates de boxeo, se hizo jockey y hasta practicó el hockey hielo con tal de sacar algo de dinero mientras luchaba por erradicar el hambre y las enfermedades en su país. Algo que continuó haciendo hasta aquel fatídico 19 de junio de 2010, cuando el síndrome de Stevens-Johnson pudo con él en un hospital de Virginia.

La leyenda dijo adiós en silencio, como había hecho toda su vida, pero dejó un importante legado que va mucho más allá de las meras estadísticas y de lo exótico de su aventura. Manute empezó a entrenar a su hijo Bol Bol y hoy, tres años después de su muerte, ve recogido el fruto de su trabajo gracias a un hijo que ya asombra a los reclutadores de todo Estados Unidos como demostró recientemente en un campus en Indiana. Fue el último tapón de un gigante de interminables piernas que hizo historia entre los mejores sin llegar a ser uno de ellos.


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