Bol llegó a la Liga incluso antes de pasar por la universidad. Feeley habló de Bol a Jim Lynam, técnico de los San Diego Clippers, y en el verano de 1983 la franquicia californiana elegía al gigante sudanés en la quinta ronda del draft. Fue su primer contacto con el baloncesto profesional, aunque nunca llegó a materializarse, puesto que la Liga declaró nula la elección de Bol por tener menos de 21 años y por no haber presentado su solicitud del draft a tiempo. Primer revés.
Bol puso rumbo a Cleveland para jugar a las órdenes de Mackey. Segundo revés. El centro fue sancionado por becar de forma irregular a Manute y a otro estudiante africano, lo que impidió que Bol debutase con Cleveland State. Empeñado en mejorar un idioma que se le resistía, Bol acudió a la pequeña Universidad de Bridgeport, donde jugó la temporada 84-85 evolucionando en su juego hasta convertirse en una máquina de taponar y donde, poco a poco, fue puliendo sus movimientos de cara al aro.
Había llegado el momento de dar el salto. Los Washington Bullets escogían a Bol con el número 31 del draft de 1985, dando así a Manute la oportunidad que tanto había esperado y por la que había salido de su aldea, olvidando las 'comodidades' de un jefe dina. Manute llegó a la capital de Estados Unidos y pronto se convirtió en una de las atracciones de la Liga. Sin embargo, él quería ser algo más que eso y pronto dejó su sello. En su primera temporada en la NBA, Bol logró el récord de tapones en una temporada para un novato con 397 (la segunda mejor marca de la historia tras Mark Eaton) con una espectacular media de cinco tapones por encuentro. El sudanés era una referencia defensiva y poco a poco también fue capaz de mejorar sus prestaciones ofensivas.
Los Bullets se convirtieron en la sensación de la NBA. Sobre todo dos temporadas después del aterrizaje de Bol, cuando en el draft del 87 adquirieron al jugador más bajito de la Liga, Mugsy Bogues (1,59). El contraste de ver a Bogues junto a Manute Bol, el jugador más alto por aquel entonces, hizo que los Bullets llenasen todas las canchas de la NBA, aunque más por ver aquel contraste que por ver el juego del equipo.