La intervención desmedida del Estado, tarde o temprano, fracasa. El aumento del gasto público sólo se puede suplir de dos formas: aumento de los impuestos (y no sólo a los millonarios) o adquirir una deuda impagable. Para citar un ejemplo, Ecuador a la fecha tiene un déficit fiscal enorme como consecuencia de las deudas adquiridas para sostener el ambicioso programa social del presidente Correa. En consecuencia, Lenín Moreno intentó un paquete de medidas orientado a solventar el déficit, pero desistió luego de la presión que, claramente, tiene orígenes políticos.

El afán por redistribuir la riqueza termina en un empobrecimiento generalizado en el largo plazo. La desigualdad no es un problema, nadie ha muerto por ella, mientras que la pobreza sí es un problema serio y por el que mueren muchos. Entonces la solución está en combatir la pobreza, la desigualdad irá reduciendo a medida que la riqueza en la población aumenta.

Cuando se determinan cómo deben partirse las porciones de la torta, luego el dueño de la receta se marcha. Lo que se necesita es hacer más grande la torta y hacer más tortas, no repartir la que existe. La riqueza no es una ecuación igual a cero.

Para finalizar, les dejo una reflexión: qué prefieren ustedes: una sociedad dónde todos sean iguales pero la inmensa mayoría son pobres? O una sociedad con cierta desigualdad pero donde todos viven en cierta prosperidad?

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