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Antiguo 17-12-2014 , 11:22:44   #2
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Predeterminado Respuesta: Socialismo venezolano: incompatible de nacimiento

Debido al gusanito, y a seguir el “ejemplo” del comandante, ministros y funcionarios cambiaron de condición de la noche a la mañana. Personas que antes de Chávez habían vivido en zonas humildes y con pocos recursos, comenzaron a aparecer en zonas residenciales privadas, con casas grandes, guardaespaldas y sin reparar en gastos. De un momento a otro, zonas como La Lagunita, Valle Arriba, el Country Club, el Cafetal o La Alameda en Caracas empezaron a ser habitadas por quienes habían llegado para luchar contra los desmanes del capitalismo.
Recuerdo mis días de sidorista cuando en medio de la transición forzada por la nacionalización, llegó una de las nuevas “gerentes”. Carente de decencia y educación, sólo resaltaba por lo costoso de sus objetos. Relojes Technomarine, lentes Dolce & Gabanna, Levi´s 501. Muy socialista ella. Lo peor es que con ese atuendo decía que había que sacar a los oligarcas de la empresa. Boomerang que al final regresó a ella según supe.
Tras algunos años de ocultar el plan verdadero bajo la égida de un estado social de derecho, Chávez anunció un día que Venezuela tenía que enrumbarse al socialismo. Que el capitalismo era un sistema “podrido y alienante” y que debía humanizarse a la República.
Día tras día, el (m)arañero denunció los males del capital, de la explotación del hombre por el hombre, de los ricos, los oligarcas, los escuálidos, la burguesía. Pero al finalizar la perorata, retornaba en vehículos de lujo a Miraflores, y su gabinete seguía cabalgando en las estepas del capital. Los padres de Chávez, un educador y un ama de casa, aparecían ahora llenos de artículos ostentosos que jamás hubiesen podido comprar en condiciones normales.
Hijos, sobrinos, y demás familiares, aparecieron retratados en playas, en yates, con armas, bebidas costosas o comiendo langosta. ¿No se suponía que la revolución había llegado para acabar con la corrupción y los lujos? ¿No y que venían a crear el hombre nuevo?
El colmo fue en 2009. Embriagado de poder, un día espetó a estudiantes en Barquisimeto que “ser rico es malo”, y que lo único válido era el estilo de vida socialista, vivir con lo necesario.
El mensaje cayó pesado en la población. El hecho de que viniera de quienes ostentan el poder económico actual es penoso, arrechante y risible a la vez. Como bien dicen los textos bíblicos de la izquierda, siempre habrá dos clases, una dominante y una dominada. Un día la dominada derrocará a la dominante, pero siempre existirá otra clase que buscará en el futuro tumbar a la recién entronizada. Así pasó en Venezuela. Tras años de dominio de Acción Democrática y Copei con los izquierdistas abajo, éstos subieron y pasaron a mandar. Pero olvidaron que abajo queda otra clase que más temprano reclamará su lugar.
Los que habían llegado para eliminar los vicios y la burguesía triplicaron los excesos de los anteriores. Personas que apenas llegaron a tenientes o capitanes ahora exhiben riquezas y privilegios. Otros caminan tranquilos con temas como el de PDVAL, Ciudad Lebrún, y hasta la explosión de Amuay, con el dinero en sus bolsillos o en cuentas del exterior. Ni qué decir de la maleta de Guido Antonini Wilson.
Ya en este 2013, las cosas han y no han cambiado. El Comandante Presidente Líder (M)Arañero Libertador Hugo Chávez no está. Sus hijos se picotean por la fortuna del caudillo, y ahora está ilegítimamente Nicolás Maduro, quien lejos de bajarle dos a la gastadera, gobierna (sic) hablando con pajaritos, y rodeado de billete mientras el país ya pasó por dos devaluaciones, hampa desatada y carencia de insumos básicos.
La gente, el ciudadano común sigue su ritmo. Cada quien hace lo posible por mantenerse a flote, y luchando siempre por salir adelante y mejorar su nivel de vida. El gusanito, aunque contra las cuerdas, sigue esperando el momento justo para manifestarse y volver a las andadas.

¿Por qué no funcionará el socialismo en Venezuela?
El resumen de 250 años de vida de Venezuela lo hice para colocar ejemplos sostenidos de que a nosotros sencillamente nos gusta lo bueno. Nos gusta superarnos, tener lo mejor, regalar lo mejor, usar lo mejor. Es algo más que claro. Nadie sobre la tierra puede acabar o prohibir un aspecto tan marcado en el ADN de todos.
Es un mecanismo natural. Yo usé una metáfora de gusanito, pero es algo demás de evidente. Hagamos un análisis de lo que somos como venezolanos y allí veremos que una ideología restrictiva no prosperará en la tierra de Bolívar.
Si se va al cine, muchos preferimos el VIP, ¿verdad? ¿Por qué? Porque es menos gente, es más cómodo, tenemos servicios especiales, filas numeradas, y se evita ese problema de andar maniobrando con la bandeja de comida entre el espacio entre las butacas o botando piedra porque no hay lugares buenos.
Cuando llega diciembre, ¿qué compramos? Lejos de los ideales socialistas de donar todo, cosa que los líderes no hacen, se compra ropa de marca, zapatos, relojes, perfumes, carteras, vestidos y demás objetos. Y pese a todo, el venezolano apunta a un dispositivo en particular: el celular. Que levante la mano quien no ha aprovechado unas utilidades, aguinaldo o diciembre para comprar un Blackberry, iPhone, Samsung o demás teléfonos inteligentes.
Si se va al banco, no creo que nadie quiera calarse las colas sin posibilidad de evitarlas, ¿verdad? Para ello se busca estar en la caja exclusiva y pasar más rápido. Lo mismo ocurre en los aviones.
En el caso de los hombres, no nos contentamos con cosas sencillas. Buscamos más. Comprar una tele más grande, una camioneta más nueva, un teléfono más moderno. Buscamos marcas, buscamos modelos, el que sea más arrecho de todos. “Es que este procesador es más rápido y los gráficos quedan brutales”, “Es que la nueva XXX tiene doble tracción y puedes controlar vainas con el volante”, “Con esta tele de XX pulgadas ahora sí puedo ver bien los juegos de Grandes Ligas”.
Las mujeres no se diferencian. “El maquillaje de XXX marca es mejor”, “me gustan más los tacones de XXX porque esos no maltratan”, “El secador XXX te achicharra el pelo, no compres ése porque es malo”, “ando pelando pero es que quiero esa cartera”. Puedo dar miles de ejemplos.
Un ejemplo clásico es el whisky. Bebida social por excelencia, en Venezuela tiene su santuario, haciendo que sea uno de los países con mayor consumo per cápita. Si fuésemos personas dóciles y sin importarnos lo bueno o superarnos, ya hubiese quebrado quien se atreviera a comercializarlo en el país. Pero no. Su consumo sigue y sigue. Cuando esté en el aeropuerto de Porlamar, y vaya en un vuelo de retorno a tierra firme, mire entre los otros pasajeros, segurito alguien llevará una caja o mínimo una botella del licor. Haga la prueba.
¿Cuándo fue la última vez que fue a una fiesta y no había whisky? Se bebe en todas partes: fiestas, matrimonios, velorios, divorcios, comuniones, 15 años, y hasta para esperar la comida. Que un evento no cuente con whisky bueno en Venezuela es ofensa y la gente se indigna, y usted lo sabe. Se supone que en el socialismo con alcohol de alambique debería bastar, pero si figuras como Pedro Carreño hacen fiestas apoteósicas para su hija y toma whisky y usa corbatas Louis Vuitton, ¿por qué el resto de la población tendría que beber lavagallo y usar forzadamente ropa de tercera?
Es simple. Podrá faltar el papel sanitario, el aceite, la leche o el azúcar, pero el venezolano no va a abandonar su deseo de crecer y mejorar, bien sea en productos o en formación. La situación económica del país podrá estar grave, pero eso no impide la mejora continua de la gente.
Yo no trato de justificar las actitudes consumistas del venezolano, sino recordar a todos que existen. Somos así, no podemos cambiarlo. Tan cierto es que ningún ministro vive en Carapita, o Petare. Viven en zonas bien cuidadas, seguras. Sus hijos estudian en colegios privados, nada de escuelita bolivariana. ¿Por qué? Por el deseo de superarse, por el deseo de tener más privilegios. Ya parezco predicador. Está en la sangre. Hasta el socialista o comunista más furibundo no escapa a la teoría. Los que dicen adorar a Fidel y al Che andan en Hummer, con guardaespaldas y iPads. Ni a balazos un Vergatario.
Peores son los que salen a diario criticando por televisión o redes sociales a los que le gusta vivir bien, pero tuitean desde un iPad, y se suben a su Explorer, su Grand Cherokee o su Hummer y siguen en lo suyo, “haciendo Patria”, dirá el difunto Chávez.
¿Cuántos líderes socialistas han sido pillados en el imperio? En conciertos de Madonna, en las calles de Nueva York, en tiendas de Las Vegas, bañándose en Miami. Un viaje de gente. No significa que no tengan derecho, sino que cumplan con lo que predican. Ese odiado imperio al que odia el socialismo venezolano, pero que chilla cuando el Tío Sam le rebota o cancela una visa.

Así que amigos, para no hacer el cuento más largo, mi teoría es que el socialismo para Venezuela NO funcionará. No estamos listos o deseosos. Nuestro estilo de vida a favor del consumo y libre mercado está demasiado arraigado como para que en unos años pasemos a ser fieles seguidores del socialismo. Además, la ley entra por casa, y si veo que un ministro o diputado vive la gran vida, ¿por qué voy a pasar a demeritar la mía?

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