de la imaginación con cyberamiga

Febrero 2011

En mi cuarto he estado pensándote mucho. Pienso en que estás en tu cama, en el pijama que usas, tu ropa interior, los senos que tanto me provocan tener en mi boca, en tu sexo y en los hombres que han tenido la fortuna de hacerte el amor, de poseerte con pasión. Entonces, cuando llego del trabajo en la noche, primero me quito la ropa, luego apago la luz y cierro el pestillo de la puerta, la aseguro. Me acuesto desnudo en la cama boca arriba. Mis manos se posan sobre mi pene circunciso, y luego lo estiro un poco. Cierro los ojos e imagino.

Imagino que estaba dormido y despierto de mi cama normalmente. La luna ha cambiado su puesto con el sol y sus rayos entran por el borde de la ventana, infiltrándose sin problemas la luz que no puede tapar las cortinas. Me pongo el bóxer de anoche, luego el short blanco de adidas y por ultimo una franela blanca. Voy a al lavabo a cepillarme y después que siento el aliento fresco y de tomar un poco de agua de la llave bajo las escaleras a preparar el desayuno. Me doy cuenta que no hay nadie. Son las 9:30am.

De desayuno hago el café, preparo unos huevos revueltos y caliento una arepa. Habiendo comido y sin la presencia de mis papas y mi hermano en casa me quito de nuevo toda la ropa y voy a mi cuarto, me entra un sueño y duermo otro rato más. El timbre suena y me levanto aun dormido para abrir la puerta. Eres tú. Vestida como una mujer ejecutiva de falda y camisa azul me miras sorprendida de pies a cabeza y se te queda fija la mirada puesta en mi cintura y sobre tus labios se dibuja una sonrisa picarona mezclada con tus pómulos que se tornan rojos rápidamente. Por tu expresión me doy cuenta que estoy desnudo. Me entra mucha pena.

- Ehhh, disculpe. No see… – mientras digo esto me tapo con las manos mi entrepierna.
- No se preocupe joven, bastaría con que se ponga algo. Yo espero.

Salgo despacio hacia atrás y subo las escaleras. Si corriera dando la espalda me verías por detrás así que tomo mis precauciones. Bajo 1 minuto después, luego de ponerme la misma ropa.

- En que puedo ayudarla – intento olvidar lo ocurrido pero por mi mente la verguenza me estresa.
- Estooo… si, si. Ummmm a sí. Vengo a hablar con el señor Leonardo Velasco ¿Se encuentra él?
- Ahhh. Soy yo, en que puedo ayudarla. Por favor tome asiento.
- Vaya que joven se ve para tener 24 años. Pareces un chico en todo. – Lanzas una mirada hacia mi short. Me da pena el comentario pero no digo nada. – Bueno, mi nombre es Yubisay Arroyo vengo en representación de coomeva eps, entidad promotora de salud a la que usted está afiliado para ofrecerle un nuevo servicio que estamos prestando.
- Si dígame… - en ese momento me doy cuenta de la belleza que tienes, de tu piel blanca y suave, de tu voz dulce y recorro tu figura pausadamente. Poso mis ojos en la prominencia de tu escote, pero bajo inmediatamente la mirada y luego intento en concentrarme en lo que me dices.
- Vengo a presentarle el servicio de hospital en casa, el cual le da derecho a estar hospitalizado en su casa en vez de una clínica. El servicio viene con una enfermera permanente y la visita de un medico cada 12 horas y cuando usted lo solicite. Esto le da la ventaja de disfrutar de la comodidad de su hogar en vez de una clínica cuando se encuentre muy enfermo.
- Si, si claro me interesa. Cuánto vale y que tengo que tener o hacer para tener este servicio. – digo interesado pero también para que te puedas ir y por fin se acabe el oso mental que estoy pasando y que me tiene estresado.
- Todo con calma. El costo es de 80.000 pesos mensuales que se añaden a su cuenta y los requisitos no son muchos y los podemos tomar ya.
- ¡Claro!
- Bueno… de haber sabido que usted estaba tan interesado en tomar el servicio, era mejor que hubiéramos empezado por el chequeo médico. Pero claro que yo no sabía que usted era Leonardo Velasco y menos que parecía un chico de 16 años. Además usted no me conocía a mí. Pero ok, lo primero es el chequeo médico de rutina. Así que puede quitarse la ropa.
- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Aquí? ¿Usted es doctora? – todas esas preguntas salen disparadas como un rayo al escuchar la solicitud de quitarme la ropa. Mi pena ahorra se incrementa y los nervios aun más, mi pene se contrae. Así menos me quiero quitar la ropa.
- ¡Ah claro! olvidé decirle pero sí: soy médico general. Y si, aquí se puede quitar la ropa o donde guste es su casa. – una sonrisa picarona volvió a asomar entre tus labios.
- Esta bien, pero entonces en ese caso es mejor en otro cuarto, aquí en la sala no sé. No me siento cómodo. Pero primero le ofrezco algo de tomar ¿un jugo?
- Si, gracias.

En el lapso en que preparo el jugo de mango, intento tratar de no sentir más vergüenza. Si me tenía que hacer el chequeo, por lo menos debería hacer que mi pene no se contrajera de la pena, que se viera normal, tal cual como ella me vio recién abrí la puerta. No hay nada peor para un hombre que una mujer lo vea a uno con el pene contraído. Así que metí mi mano debajo del bóxer e intenté estirarlo un poco hacia abajo varias veces, para que se calentara un poquito y lograra adquirir un tamaño presentable, sin verse erecto claro está. Hice unos cuantos estirones hasta que lo logré. Me lavé las manos y luego te serví el jugo.

- Aquí tiene doctora su jugo.
- Gracias, pero no me diga así. Me puedes decir Yubi si quieres.
- Está bien Yubi, entonces, usted me puede decir Leo o Leonardo.
- Bueno Leonardo ahora si, por favor comencemos.
- Listo, entonces es en el segundo piso en el cuarto del estudio puede ser o en mi cuarto si no le importa. Me parece que la sala de visitas no es muy adecuada para un chequeo.
- Donde quieras Leonardo.

Subimos a mi cuarto. Me quité la franela pero no hice más. Al ver mi indecisión sobre despojarme de toda la ropa comenzaste a hacer unas preguntas sobre si fumaba, si tenía alguna enfermedad congénita, cirugías, etc. Estando ambos aun de pie, yo respondía y tú anotabas en unas hojas con un bolígrafo fino.

- ¿Jamás te han hecho un examen de rutina?
- Si. Pero no una mujer.
- ¿Entonces? Creo que me va a tocar agilizar las cosas a mí.
- ¿Como así?
Sin pensarlo, te acercaste a mí, pusiste tus manos sobre mi cintura, tu cuerpo se comenzó a agachar al mismo tiempo mi short de adidas comenzó a deslizarse hacia abajo porque me lo empezabas a quitar. El tiempo transcurrió lento, lo estabas quitando con delicadeza, veía tu cara bajar despacio desde mi cabeza. Recorrías con tus ojos mi pecho, tu largo cabello rizado acariciaba mi pene hasta que tu cara quedo enfrente del motivo de mi pena, miraste como para cerciorarte que ya podías comenzar a hacer tu trabajo profesional. Y te paraste de nuevo.

- ¿Ves que no era difícil? Te comportas como niño chiquito y mimado.
- Esto….
- Bueno acuéstate boca arriba. – me acuesto en mi cama sin objetar nada.

La revisión empieza con revisar la boca, saco la lengua, tu boca se encuentra peligrosamente cerca a mí, hueles muy rico, percibo el aroma de tu cabello, tu aliento y el de tu piel suave. Sigues con los oídos y todo parece bien. Cuando sigue el turno del corazón y los pulmones tu mano derecha la pones en la mitad de mi pecho, la bajas suavemente haciendo un recorrido erótico, mi pene reacciona instantáneamente volviéndose erecto. Te das cuenta y lanzas una mirada seductora directa.

- Pero que tenemos aquí. El chico se ha manifestado.
- Esto… disculpe, no es mi culpa.
- Lo sé. No te preocupes. Al parecer este amiguito quiere su turno ya.

Te pones curiosa, con tu mirada ves como vas jalando de arriba abajo muy despacio la piel del tronco y luego alcanza al prepucio y paras de moverlo. Le das un beso al glande muy suave y tierno como si fuera a un bebe. Lo acaricias. Las palabras no hacen falta, parece que han salido huyendo del cuarto y del mundo a algún lugar distante y desconocido como si recordaran que deberían estar en otro lado. El tiempo vuelve a tener la velocidad de los caracoles. Tus labios se abren, tu boca recibe el cuerpo completo de mi pene erguido. Lo devoras. Tu boca comienza a soltarlo lentamente, siento tu lengua apretar desde la base e ir subiendo como si quisiera reconocer el sabor de cada milímetro por el que pasa hasta que llegas a mi glande. Le das lamiditas, jugueteas con el pequeño orificio en el. Bajas a mis testículos, los besas, los lames un poquito. De vez en cuando tus ojos se posan en mi cara de felicidad.

El calor se apodera de ti, mientras me practicas sexo oral, vas desabotonando tu blusa. Te subes a mi cama, te sientas en mi abdomen. Siento la humedad de tu vagina a través del panty que hasta ahora no he visto. Sujeto tu cintura. La blusa desabotonada es un estorbo y te la quitas. Sale a volar lejos. Acercándote a mis labios siento el tamaño de tus senos en tu brasier, para que no se funda a tu piel, lo quito hábilmente con mis manos mientras nos besamos y me enseñas la experiencia que han adquirido tus labios que seducen a los míos. Te retiras un poco, falta por quitar tu falda y tu panty. Yo sin resistirme más te cojo el trasero y lo abarco con mis dos manos, lo acaricio, lo aprieto un poco. Alzo un poco tu falta y me doy cuenta que tienes una tanga fácil de quitar, es de nudo. Así puedo retirarla y alcanzo a ver y sentir tu vagina completamente húmeda, suave y depilada. Sin sacarte la falda, te sientas sobre mi pene y comienzas a moverte de atrás hacia adelante libremente con movimientos finos y prudentes. Yo pongo mis manos en tus senos, me digo a mi mismo “uff, que ricas tetas”. Las acaricio, les hago reconocimiento profundo, lento y paso por todos los lados, por sus pezones, los palpo, los aprieto un poco y están duros. Te cojo de la espalda con mis brazos te atraigo a mí para besarte nuevamente. Ahora te penetro yo, más rápido, los sonidos de los cuerpos empiezan a aparecer más audibles, tus gemiditos empiezan a excitarme aun mas y siento como tus senos se mueves rápidamente de arriba abajo por las penetraciones que te hago continuamente. Bajo la velocidad hasta que paro. Te retiras y como leyéndome la mente te pones en cuatro, yo me arrodillo para penetrarte por detrás. Veo tu alta y me excita mucho como se ve. No te la quito. Te agarro de las caderas y empiezo a clavar mi pene en tu vagina primero a baja velocidad y luego la aumento, mientras hago eso mi pasión se desata y cojo tu cabello con la mano derecha para sostenerme de él, pero sin lastimarte. Mi mano izquierda sostiene tu cadera y de vez en cuando te doy palmaditas porque me provocan mucho tú y tu cuerpo. Siento que voy a acabar y saco mi pene para acabar en tu falda y parte de tu espalda.

Me he masturbado y he acabado embarrando la cobija de mi cama y en mi mano reposa algo del semen que esa noche provocaste que saliera antes de irme a dormir.