La mama de mi amigo es muy sexy y esta muy fuerte.

Soy Martín, tengo 20 años. He de comenzar diciendo que llevo desde al menos 8 años literalmente enamorado de la madre de mi mejor amigo que es Juan y tiene 20 como yo, ella se llama Pili, tiene 43 años es una mujer preciosa, elegante, con mucha clase. Descendiendo a los detalles es rubia, tiene unas tetas grandiosas, bien formadas un tamaño 95 mas o menos, hace mucho deporte lo que le asegura un cuerpo muy aceptable para su edad.
Supongo que ella habrá notado mi atracción, miradas cómplices, conversaciones que no se acaban…
Cada vez que iva a su casa no le sacaba la mirada de encima, miraba su culo y sus tetas...
Esta era más o menos la situación, hasta el comienzo del mes de mayo de 2005 (aunque ahora me decida a convertir nuestros encuentros en literario).
Pues bien, un día de mayo nos tropezamos a la entrada del ascensor, en una situación muy común; yo al notar su presencia tuve un primer impulso para subir por las escaleras, alegando cualquier disculpa. Al final no lo hice. Ella llevaba un pantalón de traje y una blusa ajustada, traía la compra,

- Buenos días Martín
- Qué tal Pili
Nos enredamos a hablar sobre el tiempo, cuando al tiempo en que llegaba el ascensor y se abrían sus puertas, notaba que comenzaba a tener una erección desmedida muy difícil de controlar, me moví ligeramente, pero era peor porque ahora ya mi verga, transformada en una barra de hierro abultaba tras el pantalón vaquero.
Era imposible que mi vecina no se diera cuenta y efectivamente se dio cuenta, sonrió,

- Qué pasa Martín?
- Lo siento, no puedo evitarlo

Pero en ese instante, pasó su mano derecha, más bien las yemas de sus dedos sobre mi bragueta. En ese momento mi corazón se disparaba, y me quedé inmóvil, ni siquiera podía mirarla, estaba abrumado por la vergüenza. Tras unos instantes, decidí aproximarme a ella y dirigir mis labios a los suyos… Ella no se apartó y simplemente los rocé dándole un beso, un simple beso que me pareció eterno. El ascensor se detuvo, y ella antes de salir pellizcó mi pene. No nos despedimos.

Al llegar a casa, tuve que encerrarme en el baño y me masturbé durante un largo rato. Se había cumplido una fantasía y había ocurrido con total normalidad. Me preguntaba si tal vez, volvería a ocurrir o por el contrario tendría que olvidar todo.
No me banque mas y llame por te, me atendio ella,: como estas Pily... Bien y vos...
Mira a la tarde pienso ir a tu casa vas aestar sola?
Si ven, te espero, estoy sola...

Salí de casa, con el pretexto de ver a unos amigos, anunciando que llegaría tarde.
A las 2 y bajaba las escaleras que conducen a su departamento, la puerta estaba entornada y yo entré, allí estaba Pili, venía de trabajar (trabaja en un hospital, es médico y tiene turnos), llevaba una remera blanca y unos pantalones de gimnasia de color negro. Cerré tras de mí la puerta con la llave que dejé en la cerradura para que nadie pudiera sorprendernos.

- Tenemos poco tiempo –me dijo Pili- Estás seguro de que quieres que nos veamos?
- Pili, me gustas desde hace mucho tiempo, he pensado mucho en ti, y esto para mí es un sueño
- Mira, Martín, el sueño es mío. Al llegar al hospital después de hablar contigo, me he metido en un baño y me he masturbado como si tuviera 17 años.

Al decirme esto yo me acerqué a su boca y empecé a besarla, me apetecía porrearme con ella. Estuvo ágil y atendió muy bien a mis juegos de lengua, tanto que parecía que era una chica joven acostumbrada. Ella me mordió el labio inferior al tiempo que repasaba con su lengua el mismo labio. Yo estaba erecto, muy húmedo y muy nervioso.
Metí mi mano debajo de su camiseta y describí círculos… Ella desabrochaba mi camisa, me susurraba que quería follarme, hacerme disfrutar…
Tuve la confianza bastante para quitarle su camiseta y allí vi, de pronto, sus dos tetas, no pude controlarme y mis flujos salían ya por mi polla a toda velocidad, al tiempo ella ya había metido su mano derecha por debajo del pantalón y la tenía completamente mojada. Comencé a toquetear las tetas a aplastarlas, le quité el sujetador… Ella empezaba a gemir levemente. Notaba la turgencia de sus pezones, lo que me ponía más cachondo, yo ya tenía los pantalones y los calzoncillos en los tobillos, Pili en cambio estaba siendo manoseada, magreada por mí. Le chupé sus tetas, le lamí todo el cuerpo, una delicia. El tiempo apremiaba. Ella misma se quitó el pantalon y sus braguitas… las bajó también a sus tobillos. Me imaginaba un pubis muy peludo, pero no, arregladito y recortado (lo he estado haciendo para ti, me dijo).
Ella ya gemía, estaba muy húmeda, no controlaba su excitación, incluso sus impulsos eran más rápidos que los míos.
- Métemela Martín, métemela
Obedecí, me puse el preservativo, pero ella me lo quitó me dijo que quería tenerme dentro, quería mi semen (aclaró que no habría problemas)
Apoyándola en una pequeña mesa, empecé a metérsela, muy lentamente, notaba como ella lo sentía muy poco a poco… sin inmutarse y cuando estuvo dentro empecé a cabalgar sobre ella como un loco, no podíamos gritar mucho, pero así todo ella estaba tan descontrolada que emitió algún gemido en voz alta. Llegó el momento,

- Ahhhhhhhhhhhhhh, mmmmmmmmmmmmmmmm, ¡ha sido fántástico!
Ya teníamos prisa, pero nos besamos apasionadamente, le toqué sus tetas. Ella me dijo que me quitara los calzoncillos. Lo hice, me quité los zapatos y los pantalones y le entregué los calzoncillos. Con ellos se limpió su coñito, los introdujo bien, limpió todo, eso hizo que me tuviera que masturbar allí mismo, muy rápidamente, al darse cuenta cuando estaba a punto de eyacular, se metió mi pene en su boca y me corrí allí. Se lo tragó todo. Acabó de limpiarse su coñito.
- Ahora ponte los calzoncillos
Estaban húmedos, olían mucho a sus flujos vaginales, pero eso me ponía más, me los coloqué su humedad pegajosa pasó a mi entre pierna.

Nos vestimos y salimos separadamente, después de que yo le toqueteara el culito.