haciendo cuentas don toronpolo de samis

Samuel Moreno lleva casi año y medio en la Alcaldía de Bogotá, pero todavía no sabe bien para dónde nos lleva, pues no se preparó para desempeñar tan importante cargo. Por eso, no da pie con bola. Lo sentimos los bogotanos, lo dicen las encuestas: 71 por ciento de desfavorabilidad.


Lo confirmaron en la revista Cambio (20 de mayo) sus copartidarios: "El clientelismo de esta administración raya en la corrupción y la ineficiencia", dijo Petro. "Moreno abandonó la política de construir sobre lo construido", dijo el concejal Sanguino. "Miembros de su equipo se interesan más en hacer política que en gobernar", dijo el representante Albeiro Silva. "Hay rumores de corrupción en la contratación pública; hay 'anapización' del Polo y cada día ganan fuerza sectores cercanos a la familia Moreno Rojas", dijo el concejal Carlos de Roux. "No está cumpliendo con las soluciones de vivienda, ni con las alternativas para mejorar la movilidad, y las actividades de su familia afectan su gobernabilidad", dijo el concejal Álvaro Argote.

Aficionado a viajar al exterior, a aparecer en los medios, a hacer populismo en programas del Canal Capital financiados por el Distrito, en los que lo vemos besando niños, haciendo caballitos, dando consejos paternales, Moreno cantó victoria después de su última reunión con el presidente Uribe, quien comprometió 250.000 millones de pesos anuales del Tesoro Público para financiar, a partir del 2017, metro, TransMilenio y Tren de Cercanías en Bogotá y Cundinamarca.


Realmente es un dineral, pero, dividido en los tres sistemas y repartido kilómetro por kilómetro, significa que la red vial del altiplano tardará años y años en ser realidad. Pues si hacer un kilómetro de metro cuesta hoy 120 millones de dólares, o sea unos 276.000 millones de pesos al cambio actual, en el 2017 el dinero ofrecido por Uribe alcanzaría para hacer un kilómetro de metro por año. Entre tanto, se multiplicarán los pobres, los enfermos, los destechados, los desempleados, pues no habrá presupuesto que alcance para atender tantas urgencias.


Sin haberlo estudiado, Moreno ofreció el metro como programa bandera de su gobierno para darle gusto a la galería y llevarle la contraria a Peñalosa. Apenas elegido, voló a París y a Madrid a ver qué propuestas le hacían. Sobre esos nuevos proyectos se ha especulado mucho, pero la ciudadanía no sabe nada al respecto. Por eso me parecen muy oportunas las preguntas que hace el doctor Juan Carlos Echeverry en su artículo 'Un metro a la medida', publicado el domingo pasado en EL TIEMPO. "Todos quieren subirse al metro", dice Echeverry. ¿Pero qué tipo de metro quieren? ¿Elevado, enterrado, de superficie? ¿Qué costo tendrá por kilómetros? ¿Alcanzará el dinero público para la construcción? ¿Quién va a financiarlo? ¿Quién va a pagarlo?, etc. etc.


Hace reflexiones interesantísimas, que ojalá leyeran y analizaran las autoridades comprometidas en desarrollar tan ambicioso proyecto. Y dice, con razón: "La Alcaldía debe convocar a los ciudadanos a participar en este experimento crucial de política pública, en lugar de esperar que, a puerta cerrada, unas pocas personas produzcan lo que creen que es mejor para la mayoría. Un programa de esa envergadura requiere que los bogotanos sepan en qué se están embarcando. Hay un cúmulo de elementos sobre los cuales tomar decisiones cuyo monopolio no debe estar exclusivamente en un puñado de funcionarios y consultores externos".


Es un artículo de fondo que conviene leer, pues Echeverry dice lo que todos deberíamos saber y entender antes de embarcarnos a ojo cerrado en las propuestas inconsultas del alcalde Moreno.