VIDEO: Comunidad le da paliza a violador en Neiva

Cuando las naciones civilizadas se inventaron las garantías para juzgar a las personas después de milenios donde primaba la ley de la selva y cada quien juzgaba al otro como se le diera la gana, se optó por nombrar a personas que, alejadas de los protagonistas pudieran decidir si el acusado era inocente o culpable.

Aparte del caos donde cada quien se erige en juez de los demás dando lugar a la arbitrariedad, fruto de las dictaduras que dependen de la simple voluntad del que esté al mando, el problema de la justicia por propia mano radica en la equivocación.

Muchos son los ejemplos en el mundo de la ira irracional de las multitudes y el asesinato de inocentes. Basta que alguien señale a otro de un crimen aberrante para que la masa enfurecida se arroje sobre el sujeto y lo masacre. Después, la investigación de las autoridades determina que fue una trágica equivocación.

En este país violento se han documentado casos de señalamientos para vengarse, quedarse con sus bienes o una simple situación equívoca.

De ahí que la cabeza caliente sea tan mala consejera. Lo que se necesita es una reforma que haga una justicia más expedita, más efectiva, en vez de regresar a las cavernas donde cada quien se creía con la autoridad de ser dueño de la vida de otro.