Uribe pide no apoyar el “ultimátum” de las Farc con su cese al fuego unilateral

Lo básico del senador, Wilfred, es torpedear el proceso. Cuando comenzaron las conversaciones se la jugó a romperlas con la denuncia de que el país se le iba a entregar a la guerrilla. Como la paz sonó más que la guerra dentro de la opinión pública, tuvo que recular, declararse amigo de la paz, pero "sin impunidad". Como tampoco el discurso le funcionó y el país reeligió a Santos con un claro mandado por la paz, entonces aceptó las conversaciones de La Habana pero con propuestas imposibles de cumplir.

Veamos. En la Mesa, como en cualquier otro proceso de paz que ha habido en el mundo, incluyendo el del M-19 en Colombia, en la fase final hay concentración de la guerrilla en un sitio determinado para la entrega de armas y su desmovilización. Uribe propuso que se diera mucho antes y fue más allá de lo que quiere el gobierno. Concentración mientras se conversa con la tenencia de armas. En otras palabras, no sería un territorio por algunas semanas mientras se cumple la logística de la desmovilización, sino por meses o años. ¿Esto a que se parece? Al Caguán, ni más ni menos.

¡Hágame el favor! Despejarles un territorio y permitirles que conserven sus armas donde harán lo que les venga en gana. Esto impactaría directamente en La Habana ya que con un territorio a su disposición, es el sitio ideal no solo para resguardarse de la arremetida de las fuerzas armadas, sino que les brinda ocasión para rearmarse, fortalecer sus estructuras, alargar los diálogos hasta el infinito y luego de varios meses o años, recuperadas sus fuerzas, romper las conversaciones con cualquier pretexto y regresar a la guerra fortalecidos.

¿Se habrá dado cuenta el senador Uribe de la torpeza de su propuesta? ¿Su afán de venganza le alcanza para tapar semejante despropósito? ¿O simplemente es una propuesta envenenada para que el proceso de paz fracase, la subversión regrese a la guerra y la solución militar vuelva a ser la única salida?

Una pausa dizque para establecer reglas claras. Ignora nuestro apreciado parlamentario, que durante casi un año hubo conversaciones exploratorias donde, a diferencia de los otros procesos, se establecieron reglas estrictas (no habrá despeje de territorios, se conversará fuera del país, no cesará la ofensiva militar, únicamente se dialogará sobre cinco puntos específicos, nada estará acordado hasta que todo esté acordado, no habrá amnistías ni indultos, el fin es la desmovilización y la entrega de armas, habrá justicia transicional y la estructura guerrillera se transformará en movimiento político).

Suspender las conversaciones para volver a barajar es iniciar un nuevo proceso de paz con la agenda uribista: rendición y cárcel. Como es obvio, una guerrilla que no ha sido derrotada no va a aceptar semejantes condiciones y al final se reanudará la guerra por otros 20 años más, que es al final lo que quiere nuestro líder preclaro.

Entrega del patrimonio, resarcimiento de las víctimas: Eso es lo que se está discutiendo en La Habana en estos momentos. No solo reconocer su condición de victimarios, contar la verdad sobre sus crímenes y pedir el consiguiente perdón, sino indemnizar entregando sus bienes. Paralelo a eso, el Estado no se ha quedado con las manos cruzadas. En uno de los golpes más demoledores que se le haya dado a las Farc en toda su existencia, acaban de expropiarle en el Meta 280 mil hectáreas (un emporio agroindustrial y ganadero, aparte del negocio del narcotráfico), victoria que no mereció en este foro ni un solo comentario, al igual que tampoco lo hubo de parte del senador.

Y, por supuesto, a la par con esto, cada avance conseguido en La Mesa, para el legislador antioqueño es una entrega del país al terrorismo, es un chantaje, es equiparar la subversión con los uniformados, es el castrochavismo a las puertas del poder, y toda la cantidad de sandeces que a diario se le ocurren, pero que la legión de seguidores las repiten como un evangelio.

Al extremo ha llegado el brillante y acucioso parlamentario que se va lanza en ristre porque las Farc dejan de matar. Según él, lo que deben hacer es rendirse, ir a la cárcel y todos tan contentos. ¿Si eso es tan fácil y tan obvio, por qué no lo consiguió durante los ocho años que las combatió? ¿No dijo muchas veces que estaba cerca del fin del fin? ¿Con la ecuación de la guerra vuelta en su contra en los dos últimos años de su mandato y ante el fracaso de su seguridad democrática por qué quiso dialogar con las Farc, ofreciéndoles incluso mayores prebendas que las de Santos?

Es muy fácil destruir porque predicar la guerra en un país violento da popularidad y votos. Construir, en cambio, proponiendo la paz, no tiene tantos seguidores, porque es el camino difícil dialogar con el enemigo y llegar a puntos comunes, trabajo complicado de mucho tiempo y no pocos sinsabores.