La respuesta del presidente a un tuitero que se las cantó como eran

En la última prueba Pisa en la que Colombia quedó en último lugar, los jóvenes colombianos fueron incapaces de proponer soluciones a problemas cotidianos y simplemente le apostaban al acierto o al error. El que muchachos que apenas estén entrando en la adolescencia vean el mundo en blanco y negro y sus soluciones sean igual de simples, muestra hasta qué punto se encuentra la sociedad misma en la que viven y de la cual reciben su visión del mundo.

Lo del tuitero es un buen ejemplo de nuestro pobre país atrasado y simplista. Incapaz de analizar los complejos problemas del país que van más allá del plomo para solucionarlos, lo único que hace es acudir a los lugares comunes, en los que priman los adjetivos para enfatizar sus insultos. A la guerrilla se le combate con plomo, el que no la combate es un idiota que les pone el culo, por consiguiente es un hijueputa.

Se imagina uno a este tuitero en su vida diaria. Supongo que todo lo solucionará a trompadas y será incapaz de entender que la paz, como se lo recalca el presidente Santos se hace es con los enemigos, que en las conversaciones hay que llegar a acuerdos y que se debe mirar el país del futuro y no el del agobiado presente. Es la diferencia entre el matón y el estadista.

Con la simpleza del que aún vive en la edad media, donde el mal se castiga en la hoguera y el bien con incienso e indulgencias plenarias, este tuitero elemental nunca entenderá de qué se trata la justicia transicional, por qué el diálogo es el que marca la ruta de los pueblos, del por qué no hay verdades reveladas, y por qué la democracia se nutre en la diversidad.

Este pobre sujeto es sólo el producto, infortunadamente, de una educación mediocre y medieval, donde se aprende a repetir nombres, a recitar lugares comunes y muy poco a pensar.

Hace mucho Napoleón dijo unas palabras muy sabias: "En política hay que sanar los males, jamás vengarlos", mientras que Churchill advertía: "la alternancia fecunda el suelo de la democracia", pero claro, para este fundamentalista sólo existe la "Pax Romana", la paz de los cementerios.

Y después nos sorprendemos de por qué Pachito sea popular y posiblemente el próximo alcalde de Bogotá, y un limitado sujeto, que ha hecho de la trampa y el todo se vale su razón de vida reciba de respaldo dos millones de votos. Este tuitero nos resume como país, infortunadamente.