La paz se abre camino en siria

Este sábado el Consejo de Seguridad de la ONU vota la resolución sobre el envío inmediato de un grupo de observadores a Siria, basándose en las propuestas de los países occidentales y de Rusia.

La cancillería rusa ya confirmó que la decisión está prácticamente acordada y expresó su preocupación por las declaraciones críticas de varios países que hablan del fracaso de la diplomacia en Siria. “Tales llamadas instigan a la oposición a que prosiga una lucha armada que provoca muertes y daños para la infraestructura” de Siria, según reza un comunicado del ministerio de exteriores.

Mientras tanto, en el país reina la inestabilidad en medio de un frágil alto el fuego. El corresponsal de RT, Francisco Guaita, habló con los ciudadanos sirios sobre sus esperanzas de paz en medio de la compleja situación que atraviesa el país.

Examen para la diplomacia internacional

Las manifestaciones de este viernes eran una prueba de fuego para la tregua, el termómetro para medir si el proceso de paz tenía las horas contadas o seguía con vida.

El enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, Kofi Annan, autor del plan de paz, no escondía su preocupación porque todavía persiste la violencia en el país, aunque aseguraba que el plan sigue en pie.

Precisamente, unas horas antes el régimen sirio daba luz verde al segundo paso de la propuesta del enviado especial. El presidente Bashar Al-Assad aceptaba que la llegada en los próximos días de una misión internacional que verifique el cese de las hostilidades.

Sin embargo, paradójicamente, era a miles de kilómetros de Damasco donde saltaban las mayores diferencias sobre cómo debía de ser la operación. En el Consejo de Seguridad de la ONU, los desencuentros surgidos entre Estados Unidos y Rusia hicieron que la resolución sobre el despliegue de observadores en Siria no fuera aprobada antes.

Para algunos analistas, como Ahmed Al-Hajali, este proceso es una salida urgente de la compleja situación que vive el país.

"Si sigue adelante la misión de paz no habrá vencedores ni vencidos, sino que todos los sirios saldrán ganando", sostiene el analista político.

Mientras tanto, en las calles del país el régimen y los opositores volvían a acusarse mutuamente de romper el plan de paz. La oposición en el extranjero sostenía que en las protestas del viernes fuerion asesinados varios civiles.

Sin prestar atención a los atentados y ataques contra las tropas gubernamentales durante la tregua, recalcaban que el Ejercito todavía no se ha replegado de las principales urbes, como pedía la hoja de ruta del intermediario Annan.

Su opinión no coincide con la de otros ciudadanos que aprecian un importante vuelco de la situación en las últimas horas.

"Es la primera vez que no hay controles militares al salir de mi barrio a las afueras de Damasco. Tampoco me han pedido la identificación. Hoy se ha recobrado un poco la normalidad", dice Bassam, residente de la localidad de Jobr.

Muchos sirios son conscientes de que el proceso de paz no sólo experimentará avances, sino también retrocesos. Para algunos, la clave está en el exterior.

"La gente fuera de Siria, en concreto los países extranjeros, deben dejar de armar a los grupos armados, a los terroristas. Si eso pasa, entonces, todo saldrá bien", apunta la ciudadana siria Zedaa Zedan.

Por su parte, los detractores del Gobierno demandan que no haya manifestaciones de distinto signo: las que respaldan al régimen, en donde no hay obstáculos ni impedimentos, y las de la oposición, que llevan a cabo bajo el temor a ser arrestados.

Si bien el alto el fuego ha acallado el sonido de las armas casi completamente, no ha silenciado las voces de uno y otro bando. Independientemente de cómo termine el conflicto, el activismo político en el país habrá cambiado de una forma radical.

En ese sentido, el proceso de paz demanda espacios para que los ciudadanos puedan asociarse y expresarse libremente, así como facilitar el acceso humanitario a los heridos que está dejando el conflicto.

Requisitos que se deben ir cumplimentando, con una condición esencial: que no se derrumbe lo ya construido durante el alto el fuego.