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Por: Carlos Tobar, Diario del Huila, Neiva, marzo 8 de 2011
El desempleo es el principal problema de la mayoría de los colombianos. Y, su mayor preocupación. No hay encuesta sobre la percepción que los ciudadanos tienen de la situación del país en la que el porcentaje del desempleo no se destaque de lejos, sobre los demás problemas que los agobian.
Es además, un problema relacionado con el ingreso de las familias, porque una persona desempleada no tiene ingresos, y sin ingresos no hay como solventar las necesidades básicas. Y cuando los hay son escasos e insuficientes dado que un porcentaje muy grande de trabajadores colombianos viven del subempleo –hay quienes sostienen que puede alcanzar el 50% de la fuerza de trabajo–. Es decir, viven del físico rebusque; en trabajos en los cuales su capacidad de producir o prestar servicios, está muy por debajo de sus potencialidades.
Esta situación se ha venido agravando durante los últimos 15 años. Las políticas neoliberales de apertura económica, privatizaciones, flexibilización laboral, desregulación económica, destrucción del ******o productivo industrial, agropecuario y de servicios, a la par con el empequeñecimiento del Estado –que recordemos era el mayor empleador hasta 1990–, llevó a que en el país se perdieran más de 6 millones de empleos.
Por eso no sorprende que en un foro realizado la semana pasada en la Universidad de los Andes, el decano de la facultad de Economía, Alejandro Gaviria, afirmara que en los últimos 15 años, el empresariado colombiano no ha generado ni un solo empleo formal adicional para los trabajadores sin educación superior. En el mismo sentido se expresó Hugo López, gerente del Banco de la República en Medellín e investigador del mercado laboral. Es otro enfoque que explica la gravedad del problema del desempleo, porque muestra el sesgo hacia el trabajo calificado. Aunque digamos de paso que en este sector, los trabajadores con calificación de educación superior, también el porcentaje de desempleados es altamente significativo.
Traducido en lengua sencilla, lo que afirman los investigadores arriba citados es que únicamente se está creando empleo formal en los negocios del gran capital. Son los negocios de los monopolios –fundamentalmente de capital extranjero–, los que están construyendo empresa formal en el país. Es así porque sucesivos gobiernos, incluyendo al actual, han generado condiciones de gran favorabilidad para que ellos y solo ellos –con escasas y notables excepciones–, puedan realizar negocios que generen utilidades fabulosas como las que reseñan los periódicos y revistas económicas de país y del extranjero. Exenciones de impuestos, legislación favorable y ventajosa a sus intereses, entrega del mercado interno, etc.
Así el imperio del capital reina de manera hegemónica a costa –entre otras–, del deterioro de la calidad y cantidad del empleo. ¿Puede alguien sensato y serio, creer que el país pueda prosperar bajo este modelo económico?
Por: Carlos Tobar, Diario del Huila, Neiva, marzo 8 de 2011
El desempleo es el principal problema de la mayoría de los colombianos. Y, su mayor preocupación. No hay encuesta sobre la percepción que los ciudadanos tienen de la situación del país en la que el porcentaje del desempleo no se destaque de lejos, sobre los demás problemas que los agobian.
Es además, un problema relacionado con el ingreso de las familias, porque una persona desempleada no tiene ingresos, y sin ingresos no hay como solventar las necesidades básicas. Y cuando los hay son escasos e insuficientes dado que un porcentaje muy grande de trabajadores colombianos viven del subempleo –hay quienes sostienen que puede alcanzar el 50% de la fuerza de trabajo–. Es decir, viven del físico rebusque; en trabajos en los cuales su capacidad de producir o prestar servicios, está muy por debajo de sus potencialidades.
Esta situación se ha venido agravando durante los últimos 15 años. Las políticas neoliberales de apertura económica, privatizaciones, flexibilización laboral, desregulación económica, destrucción del ******o productivo industrial, agropecuario y de servicios, a la par con el empequeñecimiento del Estado –que recordemos era el mayor empleador hasta 1990–, llevó a que en el país se perdieran más de 6 millones de empleos.
Por eso no sorprende que en un foro realizado la semana pasada en la Universidad de los Andes, el decano de la facultad de Economía, Alejandro Gaviria, afirmara que en los últimos 15 años, el empresariado colombiano no ha generado ni un solo empleo formal adicional para los trabajadores sin educación superior. En el mismo sentido se expresó Hugo López, gerente del Banco de la República en Medellín e investigador del mercado laboral. Es otro enfoque que explica la gravedad del problema del desempleo, porque muestra el sesgo hacia el trabajo calificado. Aunque digamos de paso que en este sector, los trabajadores con calificación de educación superior, también el porcentaje de desempleados es altamente significativo.
Traducido en lengua sencilla, lo que afirman los investigadores arriba citados es que únicamente se está creando empleo formal en los negocios del gran capital. Son los negocios de los monopolios –fundamentalmente de capital extranjero–, los que están construyendo empresa formal en el país. Es así porque sucesivos gobiernos, incluyendo al actual, han generado condiciones de gran favorabilidad para que ellos y solo ellos –con escasas y notables excepciones–, puedan realizar negocios que generen utilidades fabulosas como las que reseñan los periódicos y revistas económicas de país y del extranjero. Exenciones de impuestos, legislación favorable y ventajosa a sus intereses, entrega del mercado interno, etc.
Así el imperio del capital reina de manera hegemónica a costa –entre otras–, del deterioro de la calidad y cantidad del empleo. ¿Puede alguien sensato y serio, creer que el país pueda prosperar bajo este modelo económico?
La dirigencia corrupta e irresponsable tiene condenado a más de la mitad de la población al subdesarrollo y la violencia.
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