Cómo fracasó la bragueta

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Cómo fracasó la bragueta Por Zaria Gorvett 4 de febrero de 2024 Algunas braguetas estaban vacías, mientras que otras se utilizaban para almacenar popurrí. En algún momento alrededor de 1536, Hans Holbein el Joven estaba arreglando la entrepierna de Enrique VIII. Con un pincel fino en la mano y una paleta de acuarelas a su lado, el maestro artista se esforzó por darle al protuberancia ornamentadamente decorada de su cliente la debida prominencia. En el boceto resultante (un dibujo preparatorio a tamaño real para un mural que una vez cubrió una pared entera en el Palacio de Whitehall en Londres) el rey es, como suele decirse, majestuoso y viril . Los pies de Enrique VIII están firmemente separados, con ambas manos descansando sugestivamente debajo de su cintura, agarrando objetos que parecen dirigir al espectador hacia sus genitales ridículamente proporcionados. Según un relato contemporáneo, la pintura final dejó a los espectadores sintiéndose " avergonzados y aniquilados ". Durante un breve momento en el Renacimiento, entre la invención del microscopio, la imprenta y los lápices (junto con otras tecnologías que sustentan la sociedad moderna), los hombres de clase alta estuvieron bastante preocupados por erigir otra innovación: la bragueta. Estos " bonitos palacios personales para los penes ", como los llamó un escritor, consistían en bolsillos de tela que se llevaban sobre la entrepierna y se rellenaban para formar una extraña variedad de formas evocadoras: espirales, orbes y salchichas curvadas hacia arriba. Algunos incluso tenían caras. Esta era una rara oportunidad para que los hombres dieran a sus regiones inferiores un toque de estilo, y muchos optaron por confecciones de telas suntuosas, como seda, terciopelo y satén, adornadas con joyas, oro y (la máxima muestra de fecundidad machista) lindos arcos. ¿Pero para qué servían las braguetas? ¿Y por qué desaparecieron? En el retrato más famoso de Enrique VIII, está repleto de pieles, oro y rubíes, pero es su bragueta la que realmente llama la atención (Crédito: Alamy) Inicialmente, las braguetas se hacían de acero y se añadían a la armadura para ayudar a proteger la fertilidad de los caballeros en el campo de batalla. Pero pronto presentaron una solución ingeniosa para un problema cotidiano incómodo. Hasta finales del siglo XV, era común que los hombres usaran una túnica larga o jubón (esencialmente, un vestido) con medias (medias) en las piernas . Entonces la moda cambió. Los jubones fueron ascendiendo gradualmente a lo largo de los años, volviéndose tan cortos que ya no cubrían la entrepierna. Esto era particularmente peligroso, porque las medias que usaban los hombres en ese momento venían individualmente, como calcetines, dejando espacios abiertos que eran un tanto… reveladores. "Básicamente, pondrías una pierna en una manguera y luego la atarías a tu jubón. Y luego harías lo mismo con la otra pierna", dice Victoria Bartels, profesora de Italia moderna temprana en la Universidad de Syracuse en Nueva York. Con las nuevas y modernas versiones recortadas, "de alguna manera quedaba un área que necesitaba ser cubierta", dice. El problema se destacó en una descripción particularmente gráfica en el poema medieval Los cuentos de Canterbury . "Por desgracia, algunos de ellos muestran el bulto de su forma y los miembros horriblemente hinchados, que parecen una enfermedad de hernia", se queja un personaje conocido como "la persona" en el prólogo de la historia. Las lagunas provocaron un pánico moral, y los sacerdotes temían que el nuevo estilo resultara irresistible para los "sodomitas" y condujera a la corrupción de los jóvenes . Elegir una bragueta de un color contrastante ayudó a los hombres a hacer de sus genitales el centro de atención (Crédito: Alamy) Las primeras braguetas eran triángulos flácidos de tela que estaban metidos para cubrir las aberturas entre cada manguera. Pero los hombres no tardaron en aprovechar al máximo estas nuevas prendas y empezar a rellenarlas. En un par de décadas, estas solapas sueltas se habían transformado en objetos fálicos de proporciones monstruosas. Los primeros aspirantes a lotarios modernos empaquetaban sus braguetas con crin, tela y paja, a veces escondiendo artículos útiles en su interior, como pañuelos y dinero ; Bartels incluso ha encontrado relatos de su uso para almacenar popurrí. Desde las calles de Florencia, donde se les conocía como sacco , hasta París, donde se les llamaba braguettes , los jóvenes se pavoneaban con sus prótesis genitales, atrayendo la atención hacia abajo donde quiera que iban. Lo que había comenzado como un recurso de modestia ahora se estaba utilizando con el efecto contrario. El simbolismo de estos paquetes sobresalientes no pasó desapercibido para los hombres del Renacimiento que los llevaban. La propia palabra "bragueta" proviene del inglés antiguo "cod", que significa "escroto" , mientras que un texto satírico que encontró Bartels comparaba la protección que ofrecían, especialmente en las armaduras, con la que proporcionaban las cáscaras de nueces y semillas. Al igual que estas "braguettes naturallles" (braguetas de la naturaleza), ayudaron a asegurar la propagación de la siguiente generación. A algunos hombres del Renacimiento les gustaba adornar sus entrepiernas con lindos lazos (Crédito: Alamy) Enrique VIII, cuyos problemas reproductivos lo llevaron a inventar una nueva rama del cristianismo, utilizó notoriamente las asociaciones figurativas de la bragueta para lograr el máximo efecto . El mural del Palacio de Whitehall fue destruido en un incendio, pero el dibujo original sobrevivió y se animó a otros a copiarlo. En consecuencia, la entrepierna ornamental del rey sigue viva en decenas de pinturas hasta el día de hoy, asegurando a quienes la ven que es más que capaz de engendrar un heredero . Incluso 200 años después de su muerte, los admiradores podían visitar la estatua de Enrique VIII y maravillarse con su fecundidad, en la Torre de Londres. Allí había una efigie de madera pintada con túnicas de tela suelta y un mecanismo secreto que revelaba una bragueta oscilante . "Si presionas un punto del suelo con los pies, verás algo sorprendente con respecto a esta figura, pero no diré más", escribió un visitante, según el libro Thrust: A Spasmodic Pictorial History of the Codpiece in Arte. Las mujeres le clavaban alfileres con la esperanza de que les ayudara a tener hijos. En ese momento, tales demostraciones descaradas de virilidad no eran inusuales. En la puerta de entrada de hierro forjado de la Capilla Colleoni en Bergamota, Italia, construida a finales del siglo XV, se encuentra el escudo de armas de los Colleoni, y sobre él hay tres formas en forma de coma. Se trata de testículos, que se cree que se incluyeron como muestra de fuerza machista y debido a la similitud del apellido con la palabra para ellos, coglioni . Incluso las armaduras de Enrique VIII tenían bultos sugerentes (Crédito: Alamy) Los hombres también utilizaron sus nuevos adornos en la entrepierna para proyectar destreza militar. En primer lugar, estaba el hecho de que a veces se añadían braguetas a la armadura. Pero Bartels explica que el auge de la bragueta también coincidió con las Guerras Italianas, en las que mercenarios del norte de Europa fueron a la batalla en nombre de España, Francia e Italia. Un beneficio laboral que recibieron los soldados fue una exención de las leyes suntuarias (regulaciones que determinaban cuán lujosos podían ser los diferentes grupos sociales) y aprovecharon esta oportunidad sartorial. "Son vestidos súper llamativos... lucen estas enormes braguetas", dice Bartels. Esto forjó otro vínculo entre la bragueta y la cultura militar. Sin embargo, incluso para sus contemporáneos, estas demostraciones abiertas y decididas de masculinidad fueron a menudo objeto de gran burla. Como escribe el historiador Will Fisher en el libro Materializing Gender in Early Modern English Literature and Culture, los satíricos emocionaban a sus audiencias con escenas sugerentes en las que parecía que un personaje estaba a punto de revelar sus genitales... antes de sacar algo inesperado, como una naranja. . Otros elementos inusuales encontrados en braguetas ficticias incluyeron "baladas, botellas, servilletas, pistolas, cabello e incluso un espejo". Algunas braguetas eran más evocadoras que otras (Crédito: Alamy) Ya a finales del siglo XVI, la bragueta ya estaba en declive y las fuentes empiezan a referirse a ella como pasada de moda, dice Bartels. Curiosamente, justo antes de que estas congestiones desaparecieran, comenzaron a reducirse a proporciones diminutas . "Empiezas a ver otra tendencia de la moda llamada peascod", dice Bartels. Estos jubones hinchados y distendidos se usaban sobre una camisa y sobresalían como prótesis de barriga. "Parece ridículo a los ojos modernos", dice. Estos a menudo iban acompañados de pantalones acolchados o incluso con forma de falda, y la combinación competía por el mismo espacio corporal que la bragueta, ya que ambos incorporaban los genitales, señala. Hoy en día, sobreviven muy pocas braguetas. Entre los que quedan se incluyen los bultos metálicos de las armerías, un conjunto de prendas de lana y terciopelo que pertenecieron a un conde sueco y sus hijos, y un cajón del Museo de Londres (inicialmente clasificado como hombreras por un almidonado conservador victoriano, según el la historiadora Lucy Worsley. Aparte de eso, sólo podemos vislumbrar la grandeza priápica de esta prenda perdida a través de pinturas y esculturas de la época. Sin embargo, aunque las auténticas braguetas renacentistas son raras en la actualidad, el entusiasmo del público por ellas no ha desaparecido por completo. En las décadas de 1970 y 1980, bandas de rock como Jethro Tull y Kiss comenzaron a asombrar a su público con versiones con estampado de leopardo, cuero, tachuelas metálicas y cara de demonio; esta última incluso tuvo su propia costurera hasta que se disolvieron el año pasado. Las braguetas también han regresado a la alta costura (parte de una tendencia del llamado " poder vestir Tudor ") y a series de televisión históricas como Wolf Hall. Sólo hay un problema: los productores modernos no pueden hacerlos lo suficientemente grandes.

Fuente: BBC