Así cambió el poder en 2023

Buen análisis. Nos espera un 2024 movido con un poder regional que llega mirando 2026, mientyras Petro se acerca a la mitad de su gobierno con perspectivas agridulces.

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Así cambió el poder en 2023 Por Juanita León El 2023 fue un año en el que el ejercicio del poder sufrió varias transformaciones. Sobre todo, fue un año en el que el poder estuvo más atomizado que nunca, y donde prácticamente nadie —ni siquiera el gobierno– acumuló el suficiente poder para hacer que pasara algo significativo. Mientras los que detentan el poder fueron relativamente inocuos, los contrapoderes brillaron por su eficacia. Con la definición de poder, entendido como aquella capacidad que tiene una persona o una institución de hacer que algo suceda o de evitar que ocurra algo que de otra forma habría pasado, para La Silla Vacía estas son las ocho grandes variaciones del poder este año: 1. Pasamos de un gobierno de coalición a uno minoritario Una de las grandes transformaciones del poder se vivió en el esquema de gobernabilidad del presidente Petro, después de que a principios de año decidió romper la coalición que tuvo en 2022 con los partidos de la U, Conservador, Liberal, Alianza Verde y Pacto Histórico. Pasamos de un gobierno de coalición que implicaba la concertación de un programa con otros partidos y un gabinete integrado por ministros que venían del movimiento social y otros más experimentados de centro izquierda, a un gobierno minoritario en todos los aspectos. “Hoy tiene una orientación mucho más clara en los principios, pero no tiene mayorías automáticas y entonces le cuesta mucho pasar las reformas”, dice el profesor Yann Basset. “Se volvió un problema de impotencia legislativa.” El resultado de este gobierno minoritario es que de las grandes reformas que anunció el gobierno a principios de la legislatura, solo logró avanzar y a paso de tortuga la reforma de la salud en la cámara de representantes, y llega con pronóstico reservado al senado el próximo año. La insistencia del gobierno en sacar esta reforma contra viento y marea atoró toda la agenda legislativa. La pensional y la laboral tendrán que ser discutidas el próximo año. La de servicios públicos y la de sometimiento para organizaciones criminales de alto impacto no llegaron al Congreso. La que crea la jurisdicción agraria –una gran promesa del Acuerdo de paz— fue la única importante que se convirtió en ley este año. 2. Queda en evidencia que Petro no ‘maneja’ la calle Petro aún mantiene el apoyo de su base. Ese 35 por ciento de colombianos, para los que el presidente gobierna de manera prioritaria, sigue creyendo en su proyecto, como lo muestra la encuesta Invamer que salió esta semana. Una parte significativa de ese grupo pertenece al movimiento social e identitario que lideró las protestas en 2019 y 2021 y que por primera vez en la historia de Colombia llegó a la Casa de Nariño y al Capitolio. Es un grupo que se ve reflejado, interpelado y representado en las nuevas lógicas y rostros del poder político, como lo señala la académica Laura Quintana. Aún conservando ese apoyo de sectores importantes del movimiento social, el presidente no logró movilizar este año la calle, más allá de los sindicatos, las organizaciones indígenas y los funcionarios del gobierno. Lo intentó varias veces para apalancar sus reformas sociales en el Congreso. Fracasó. Por el contrario, en escenarios públicos, el grito de “Fuera Petro” comenzó a volverse un código social, amplificado por medios de comunicación como Semana. “Es un error de Petro pensar que la movilización del 2019 y del 2021 la tenía debajo del brazo”, dice el profesor Andrés Parra. Explica que desde el marxismo hay dos concepciones sobre la movilización social: la “espontaneista” que cree que la calle se prende en coyunturas específicas alrededor de causas que la aglutinan y la “dirigista”, que considera que la movilización social se puede inducir desde el poder. “Petro supuestamente cree en la primera, que es la visión de Negri, pero parece que pensara de forma dirigista”, dice Parra. 3. El cambio por el que votó el país en 2022 no se consolida a nivel regional y local Las elecciones locales mostraron que el proyecto político que fue elegido en 2022 para gobernar el país nacional no había echado raíces a nivel regional y local. “Nos recordó esta realidad del país que a veces solemos olvidar cuando miramos solo la elección presidencial”, dice Basset. “No fue una derrota desastrosa para la izquierda como se ha querido ver, pero, finalmente, nos mostró que el país no había cambiado tanto”. Las elecciones regionales no sólo significaron un recambio del poder local, en algunos lugares de 180 grados, como en Cali, Santa Marta o Medellín, sino que abrieron un nuevo escenario de gobernabilidad en el Congreso para el próximo año por la codependencia que tendrán los nuevos gobernantes de recursos y licencias del gobierno nacional y el gobierno de Petro de la colaboración de alcaldes y gobernadores para ejecutar los planes y políticas nacionales. Entramos en una etapa del “Ayúdame que yo te ayudaré” en el Congreso puesto que los senadores y representantes necesitan “bajarles” plata a sus alcaldes y gobernadores. Pero, a la vez, el mensaje político que mandaron las elecciones crea en los congresistas la conciencia de que no pueden regalarse al gobierno si aspiran a ser reelegidos puesto que nada ayuda tanto en ese propósito como tener el apoyo de los gobernadores y los alcaldes principales. 4. La tecnocracia se convierte en la única oposición unificada Durante este año quedó claro el gran fraccionamiento político que existe. La polémica decisión del Consejo Nacional Electoral de darles luz verde a 35 partidos hizo que la mayoría de ellos ya no representen ningún mojón ideológico. De hecho, en las elecciones se vieron coaliciones entre partidos tan disímiles como el Pacto Histórico y el Centro Democrático. La atomización, además, se da al interior de los mismos partidos, como se vio con el Partido Liberal, la U y el Partido Verde, entre aquellos congresistas alineados con el gobierno y aquellos que se le oponen. Incluso el Pacto Histórico difícilmente llegará unido a las elecciones de 2026. Y si bien el presidente Petro termina con altísimos niveles de impopularidad (en el ponderador de La Silla tiene solo un 28 por ciento de aprobación) impulsados por escándalos como el de su hijo Nicolás, las grabaciones de Armando Benedetti, sus inexplicables ausencias y las dificultades del gobierno para ejecutar, en la oposición no se ve ninguna figura equivalente a la que era a estas alturas Petro para Iván Duque. La única oposición unificada es la que ejerce la tecnocracia. El gobierno Petro ha logrado unir en una sola voz a ministros, viceministros y altos funcionarios de gobiernos tan disímiles y rivales en su momento como los de Uribe, Santos y Duque. Decenas de ellos han redactado cartas conjuntas criticando medidas del gobierno y alertando sobre los riesgos de políticas públicas en frentes tan diversos como la salud, la energía, los servicios públicos, la política exterior y las finanzas públicas. Por eso, el diario Portafolio los eligió “el personaje del año”: “Sin militar en partidos políticos ni ocupar escaños legislativos, estos expertos se han convertido en un valioso contrapeso a una agenda que la Casa de Nariño ha estado poco dispuesta a concertar”, dice en su editorial el director del diario Francisco Miranda. 5. Los medios pierden la audiencia que venía de redes sociales Los medios de comunicación llevan ya casi una década de malas noticias: internet destruyó su modelo de negocio y las redes sociales les arrebató el monopolio de la agenda de conversación. Pero, en compensación, multiplicó con creces la audiencia que lee noticias. Sin embargo, en el 2023 esta ganancia en tráfico se comenzó a erosionar. Como lo muestra este artículo del experto en el tema, Guillermo Franco, en el diariocriterio.com, con los cambios de algoritmo de Facebook, Google y cambios en Twitter (tendientes a privilegiar la información compartida por amigos y no las noticias), el tráfico proveniente de redes sociales a los medios de comunicación colombianos se redujo drásticamente. Algunos medios como Las Dos Orillas, RCNradio y Pulzo perdieron hasta el 40 por ciento de su tráfico entre enero y septiembre; El Tiempo, Semana, El Espectador, la FM, la W, Portafolio y Publimetro 25 por ciento o más. Y lo peor está todavía por venir. El próximo año, cuando Google integre la inteligencia artificial a los resultados de búsqueda, los usuarios ya no tendrán que hacer clic e ir a leer las historias sino que encontrarán todo el contexto que necesitan en Google. Así, la pérdida del tráfico orgánico (que va desde Google) se sumará a la pérdida del tráfico de las redes sociales. Como la pauta programática, que es un ingreso clave para muchos medios, está asociada al tráfico, la consecuencia de esto serán redacciones más pequeñas y despidos masivos de periodistas. Un aspecto positivo podría ser un menor desespero por los clics y una mayor atención a la calidad del contenido para atraer tráfico directo a la página y monetizar las membresías. 6. Los contrapesos institucionales funcionan Si muchos en el Establecimiento temían de que un gobierno de Gustavo Petro llevara a Colombia en la dirección de Venezuela (de hecho, la última Invamer Poll muestra que el porcentaje de gente que cree que podríamos terminar como Venezuela pasó de 52 a 60 por ciento), el 2023 demostró que existen contrapesos institucionales al poder presidencial, y que funcionan. La Corte Constitucional, por ejemplo, avaló la política central del gobierno de la paz total, pero tumbó poderes excepcionales que el presidente quería arrogarse como sacar miembros de la primera línea de la cárcel que no tenían que ver con los grupos armados con los que negocia. También declaró inconstitucional la emergencia económica de la Guajira, un mecanismo que el gobierno quería utilizar para gobernar vía decreto y facultades excepcionales desde regiones periféricas, y la prohibición de deducir las regalías de la renta. El Consejo de Estado tumbó vía una medida cautelar la decisión del presidente de tomarse las funciones de la Creg para definir él las tarifas de energía. El Banco de la República ha aguantado las presiones del gobierno y de los gremios para bajar las tasas de interés porque consideran que eso dispararía la inflación. Y el Congreso ha dado los debates a las reformas y hecho el control político. Los inversionistas internacionales han leído ese mensaje, de que existen contrapesos, y eso se ha reflejado en la tasa de cambio. 7. El país comienza a virar a la derecha Aunque la gran noticia del 2022 fue la llegada al poder de la izquierda, en el 2023 lo que se ha puesto en evidencia es una creciente derechización de la población. Esto se vió reflejado en las elecciones regionales y locales, en las que la agenda que dominó las campañas no fue la justicia social ni la ambiental, sino nuevamente volvió a ser la seguridad y con un enfoque tradicional de mano dura. En gran parte en respuesta al creciente poder de los grupos armados ilegales y la confusión alrededor de la paz total. Varias de las alcaldías que estaban en manos de la centroizquierda volvieron a la centroderecha, como las de Medellín, Cali, Santa Marta y Bogotá, por mencionar algunas. Esta derechización también se refleja en las tendencias de las encuestas. En la última Invamer Poll del año, por ejemplo, el porcentaje de personas que se oponen a la legalización de la marihuana pasó este año de 54 a 63 por ciento; la gente que está en desacuerdo en sacrificar un poco de justicia para conseguir la paz (que es la esencia de cualquier negociación) pasó de 58 a 67 por ciento; se duplicó (de 26 a 41 por ciento) la gente que dice que no dialogar y intentar derrotarlos militarmente es la mejor opción para derrotar el problema de la guerrilla; y el respaldo a las negociaciones con el ELN pasó del 63 al 47 por ciento este año. Y la cereza del pastel: la favorabilidad de Álvaro Uribe ha pasado en un año del 19 al 37 por ciento. 8. Los ‘cacaos’ se toman una foto con Petro En 2023, Gustavo Petro redobló su discurso contra el neoliberalismo, los dueños del capital y el sector privado en general; no asistió a múltiples congresos gremiales a los que lo invitaron; y tanto él como varios de sus ministros no perdieron oportunidad de tachar a grandes empresarios de “esclavistas”. Sin embargo, el año terminó con una foto inédita del presidente con la mayoría de los grandes ‘cacaos’ del país. No estaban todos ni todos los que estaban eran cacaos, pero difícilmente se encuentra otra imagen en la que aparezcan los dueños de los grandes conglomerados económicos juntos y menos posando con quien los ha definido como adversarios. A pesar de la cordialidad del encuentro y de que ya uno de ellos —Luis Carlos Sarmiento– comenzó a ejecutar en la Guajira la agenda desarrollista que discutieron, el gobierno arrancó a los pocos días la discusión de su reforma laboral y del salario mínimo, dos políticas centrales para los grupos económicos que ellos representan y que no fueron parte de la deliberación en la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena. Por lo cual, no es claro todavía si la idea del Acuerdo Nacional —que por lo pronto sigue siendo un eslógan— comenzará a cuajar alrededor de esa foto el próximo año y con cuál forma.

Fuente: La Silla Vacía