¿Están los humanos programados para la religión? El “Módulo de Dios”

Más allá de si estamos "programados" para creer en dioses, como dice el artículo, quizás la pregunta iría un poco más allá. ¿Por qué? Un mecanismo de supervivencia que nos permite entender mejor lo que nos rodea, adaptarnos y evolucionar es lo que la ciencia pretende mostrarnos. ¿Pero es solo eso aquello de "sentir" a Dios?

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¿Están los humanos programados para la religión? El “Módulo de Dios” Por James R. Coffey Los científicos sociales y los filósofos han sostenido durante mucho tiempo que “dios” no es más que una construcción de la mente humana primitiva. Resultado de la necesidad fundamental de explicar lo inexplicable. Pero, ¿podría ser que un área específica del cerebro sea responsable de desencadenar pensamientos espirituales y religiosos? ¿Podría la relación de la humanidad con “dios” ser parte de un mecanismo evolutivo de supervivencia? Si bien es posible que la ciencia no pueda responder definitivamente a estas preguntas en la actualidad, los investigadores han descubierto lo que creen que es evidencia de que la religiosidad y la creencia en dios/dioses están integradas en nuestro cerebro. La pregunta es: ¿Por qué? La Biblia de Gutenberg, alrededor de 1450 Definiendo a Dios “Dios”, en concepto y existencia, es quizás el tema más debatido, discutido y filosofar en la historia humana moderna. Filósofos, teólogos, científicos, matemáticos, psicólogos, historiadores (y miembros de una docena de otras disciplinas académicas) mantienen una fascinación por un fenómeno que en realidad no tiene pruebas reales de su existencia. Sin embargo, la fascinación continúa. “Dios”, en concepto, aunque prácticamente imposible de definir en términos aceptables para una amplia gama de perspectivas, normalmente se percibe como un ser sobrehumano o sobrenatural que controla el mundo; todo y todos en él. Pero incluso esta definición súper simplificada y aparentemente inocua se contradice si se considera que los emperadores romanos, los faraones egipcios y los reyes británicos han sido adorados como “sobrehumanos”. El muy venerado filósofo Baruch Spinoza equiparó a Dios con la Naturaleza (por lo tanto, completamente “natural”). Y el famoso filósofo griego Epicuro negó que algún dios pueda influir en la vida de los hombres. Por lo tanto, incluso en concepto, “dios” es difícil de identificar. En lo que respecta a la existencia de “dios”, las tres religiones monoteístas principales (judaísmo, cristianismo e islam) coinciden en que están presentes cuatro atributos divinos específicos. Omnisciencia omnibenevolencia Omnipotencia Eterno/Eterno Pero aquí nuevamente, en el sentido de que estos rasgos son imposibles de cuantificar y requieren fe para aceptarlos como verdaderos, el dios existente no es más definible que el conceptual. Sin embargo, sorprendentemente, siempre que se utiliza la referencia “dios” o “Dios”, prácticamente todo el mundo entiende la inferencia, incluso si su perspectiva difiere. En esencia, el concepto de “dios” o “Dios” parece ser universal. Esto ha llevado a muchos científicos a creer que la noción de religión, espiritualidad y “dios” debe estar integrada en nuestro cerebro. Quizás incluso incrustado en nuestro ADN. La “experiencia religiosa” La llamada “experiencia religiosa” es un término típicamente aplicado por la comunidad científica a individuos que han experimentado una interacción personal con lo sobrenatural (dios, ángel, ser celestial). Esto implica elevar la mera fe un paso más allá: a lo que sus seguidores creen que es un encuentro privado, incluso personalizado. Algunas personas experimentan visiones. Otros, voces tranquilizadoras. Casi todos perciben “una presencia” o sensación de “ser uno con el universo”. Estos encuentros suelen provocar una catarsis, una sensación de serenidad o incluso un estado mental de euforia en el individuo. Muchos lo comparan con una epifanía; o un “encuentro cercano” con dios. Aún así, otros informan una variedad de otras sensaciones que incluyen emociones abrumadoras, una sensación de flotar y transformaciones del cuerpo físico. Y concretamente alucinaciones oníricas y religiosas. Y si bien los relatos de estos encuentros pueden ser bastante convincentes, carecen de elementos de credibilidad científica. En particular, la reproducibilidad objetiva. El adherente puede incluso reconocer que su creencia puede no ser científicamente justificable, pero que, no obstante, sabe que es cierta debido a la revelación religiosa personal que experimentó. Muchos se mantienen inamovibles en su convicción basada en la creencia de que fueron seleccionados para este encuentro sobrenatural especial. En el camino a Damasco El ejemplo más frecuentemente citado de la llamada “experiencia religiosa” se puede encontrar en Hechos de los Apóstoles 9:1-9, en el Nuevo Testamento de la Santa Biblia . Relata la dramática conversión de Saulo (Pablo de Tarso), el infame perseguidor judío de cristianos, que encontró a Jesús mientras viajaba por el camino a Damasco: “Mientras viajaba llegó cerca de Damasco, y de repente una luz del cielo lo rodeó. Entonces cayó al suelo y oyó una voz que le decía: 'Saulo, Saúl, ¿por qué me persigues?' Y él dijo: '¿Quién eres, Señor?' Entonces el Señor dijo: ' Yo soy Jesús , a quien vosotros perseguís. Te resulta difícil dar coces contra los aguijones. Entonces él, temblando y asombrado, dijo: 'Señor, ¿qué quieres que haga?' Entonces el Señor le dijo: 'Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer'. Y los hombres que viajaban con él se quedaron mudos, oyendo una voz pero no viendo a nadie. Entonces Saúl se levantó del suelo, y cuando abrió los ojos no vio a nadie. Pero ellos lo llevaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Y estuvo tres días sin ver, y no comía ni bebía”. Suponiendo que algo extraordinario ocurrió ese día en el camino a Damasco (algo no atribuible a una enfermedad física o mental), los investigadores en los campos de la psicología y la neurociencia han buscado durante décadas una explicación o fundamento para explicar lo sucedido. Ahora creen que han dado con la respuesta más lógica. La conexión entre epilepsia y éxtasis A mediados de la década de 1990, un grupo de neurocientíficos estudiaba las ondas cerebrales de ciertos individuos con epilepsia. Este equipo de neurocientíficos de la Universidad de California en San Diego, dirigido por el neuropsicólogo Dr. VS Ramachandran, tropezó con una región del cerebro humano que parece estar relacionada con pensamientos de espiritualidad y oración. En octubre de 1997, Ramachandran presentó los hallazgos de su equipo en la conferencia anual de la Sociedad de Neurociencia en una presentación titulada "La base neuronal de la experiencia religiosa". La prensa rápidamente denominó el área del cerebro en cuestión, el “Módulo de Dios”. Durante más de un siglo antes de estos hallazgos, los psicólogos habían estado documentando casos de epilépticos. Estas personas padecían un tipo específico de convulsión asociada con la epilepsia del lóbulo temporal (TLE). Se volvieron intensamente religiosos y reportaron visiones y revelaciones de orientación espiritual. Esto estableció una noción de larga data de que la epilepsia y la religiosidad deben estar vinculadas de alguna manera. Pero no fue hasta hace poco que la ciencia tuvo la tecnología para observar y medir el cerebro durante tales eventos. Al medir la actividad eléctrica en el cerebro de los sujetos de prueba durante tales episodios, los científicos han descubierto que un centro neuronal específico del lóbulo temporal se activa cuando los pensamientos de los sujetos se dirigen a Dios; la misma área que se sobrecarga con descargas eléctricas durante las convulsiones TLE. Los investigadores no especularán sobre la gama completa de funciones atribuibles a esta área del cerebro. Pero sospechan que se trata de una especie de centro fisiológico de creencia religiosa. Para probar aún más la teoría del "Módulo de Dios", se realizaron estudios que compararon sujetos epilépticos con grupos de prueba aleatorios de no epilépticos. También incluyeron personas que se describen a sí mismas como “extremadamente religiosas”. A los sujetos de prueba (tanto “religiosos” epilépticos como no epilépticos) se les mostró una serie de palabras mientras se monitoreaba su actividad cerebral. Como se presuponía, los “Módulos de Dios” de los epilépticos, así como el grupo de identificación religiosa, exhibieron una excitación emocional comparable a las palabras relacionadas con Dios y la fe. Por el contrario, los grupos de prueba a los que se les mostró una serie de palabras no religiosas (incluidas sexuales y violentas) mostraron niveles normales de actividad eléctrica en esta área particular del cerebro. ¿Cuál podría ser la función fundamental del “módulo de Dios”? Los científicos sociales han asumido durante mucho tiempo que la espiritualidad/religiosidad se desarrolló como un mecanismo de autorregulación para fomentar la lealtad tribal y reforzar los lazos de parentesco. Y el “Módulo de Dios” presenta la primera evidencia de que el instinto religioso puede ser parte de nuestra estructura fisiológica de supervivencia. Pero considerando que durante siglos la religión ha sido tan divisiva como unificadora, ¿ha excedido su función? ¿O podría haber otro propósito mayor? Las teorías sobre un propósito mayor para el “Módulo de Dios” se centran principalmente en las funciones conocidas del propio lóbulo temporal. Esta área del cerebro trabaja en conjunto con las otras regiones del cerebro. Pero los investigadores creen que es significativo que la parte del cerebro que se sabe desempeña un papel clave en funciones específicas como la planificación futura (incluida la autogestión y la toma de decisiones), la formación de recuerdos a largo plazo, el sentimiento de empatía y la regulación del comportamiento de búsqueda de recompensas. y la motivación a través de la secreción de dopamina, la atención selectiva y el habla y el lenguaje también deberían ser el centro de las revelaciones religiosas. Particularmente a la luz del hecho de que el lóbulo temporal esencialmente crea mini convulsiones en el cerebro incluso de personas sanas para crear las llamadas "experiencias religiosas". Los investigadores especulan que una serie de efectos positivos no aparentes pueden resultar de experiencias religiosas inducidas por el lóbulo temporal. Por ejemplo, experimentar una interacción con “dios(es)” o “seres supremos” probablemente sea responsable de inspirar a la especie humana a sobrevivir períodos de hambruna, sequía, pestilencia y una larga lista de otros eventos catastróficos, naturales o de otro tipo. Además, cuando ocurren eventos en el lóbulo temporal, los individuos que normalmente podrían hundirse en un estupor esquizofrénico encuentran atención. Continúan construyendo, planificando y manteniendo la esperanza, a pesar de su enfermedad mental. Incluso en los tiempos modernos, la probabilidad de encontrar seguidores religiosos con una orientación similar hace que mudarse de ciudad en ciudad, de estado en estado o de país en país sea menos desalentador. ¿Estamos todos predispuestos a los efectos del “Módulo de Dios”? Los resultados hasta ahora sugieren que el nivel de desarrollo de los circuitos eléctricos del lóbulo temporal del cerebro puede determinar la tendencia de un individuo a seguir una religión determinada o creer en "dios" (o algún "poder superior"). Aquellos individuos que se describen a sí mismos como “no religiosos” y nunca pasan por una “experiencia religiosa”, podrían simplemente tener un circuito neuronal del lóbulo temporal configurado de manera diferente. Curiosamente, se cree que muchas figuras históricas sufrieron una transformación espiritual después de un ataque epiléptico. Los ejemplos incluyen el apóstol Pablo, el profeta hebreo Ezequiel, Santa Brígida de Suecia, la patrona de Francia Juana de Arco y Santa Teresa de Ávila. Se sabía que todos ellos tenían una orientación religiosa antes de su “experiencia religiosa”.

Fuente: History Defined