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¿La guerra es nuestro estado natural?
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De la escritora española Irene Vallejo, éstas palabras que nos ponen a pensar si en realidad somos una especie violenta, tanto que nuestro estado natural es la guerra o si más bien es que aún no hemos evolucionado lo suficiente para dejar atrás nuestra personalidad primitiva de animal salvaje.
Cita:
La era de la ira
«[…] En los rincones privilegiados del mundo, tendemos a pensar que la paz es lo habitual, el estado natural de nuestras vidas. Sin embargo, la historia prueba lo contrario. En 1968, Will y Ariel Durant calcularon que, durante los primeros 3.500 años de civilización, solo unos 250 estuvieron libres de conflictos bélicos. La lucha en el campo de batalla era una experiencia tan cotidiana en las civilizaciones antiguas que el filósofo Heráclito la consideró la dinámica de la realidad. Escribió que la guerra está en el origen cósmico de todo: el universo, pero también las ideas, invenciones, instituciones y Estados. El pensador griego afirmaba que cada cosa se define en disputa con las demás. Esta concepción de la existencia nace de una sociedad donde la guerra decidía la suerte de cada individuo: vida o muerte, esclavitud o libertad, riqueza o pobreza. La paz era tan solo un equilibrio inestable, un paréntesis de calma pasajera en un paisaje de codicia, belicosidad y orgullo […]
Hoy resuenan ecos de Heráclito cuando señalaba el conflicto como clave: un político no es nadie sin un buen adversario. El filósofo construyó su teoría en torno al término griego pólemos, “combate”, de donde deriva nuestra palabra “polémica”. A muchos líderes estentóreos los definen sus odios, no sus ideas. Confunden ganar con gritar y destacar con desgañitarse, siempre en actitud de ataque. Abundan los profesionales de la confrontación y el insulto, pertrechados de profecías apocalípticas, convencidos de que el fin justifica los miedos.
Consciente de lo fácil que es siempre herir al prójimo, la poeta italiana Alda Merini escribió: “Me gusta quien escoge con cuidado las palabras que no dice”. Sin ese esmero por dar cobijo a las voces ajenas, sin el esfuerzo del respeto, se impone el choque violento. La agresividad está al alcance de cualquiera: solo precisa furia y coz visceral. Lo audaz es evitarlo: una paz sin derrotados será la verdadera victoria».
El ser humano tiene tras de sí una tensión en cierta medida evolutiva que claramente no ha sido resuelta aún: La necesidad del yo y del círculo cercano (entiéndase como recurso de cualquier naturaleza) y la necesidad del colectivo dado que como seres sociales somos más inteligentes, productivos y capaces como sociedad. ¿Podrá esto resolverse de una manera que no conduzca a la muerte de todos?
__________________ En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación