¿Será Alejandro Gaviria un contrapeso en el gabinete de Petro? Difícilmente.

¿Petro habrá aprendido a escuchar?

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¿Será Alejandro Gaviria un contrapeso en el gabinete de Petro? Difícilmente. Julio 08, 2022 Juanita León Gustavo Petro anunció ayer que Alejandro Gaviria será su ministro de Educación. Es una noticia que ayuda a calmar al Establecimiento no tanto por sus extensas credenciales en el tema de educación, como por su trayectoria política en el centro y su conocimiento del sector económico y, particularmente, de salud. Pero hay más probabilidades de que el ex rector de los Andes tenga que alinearse a la agenda petrista, a que termine siendo un contrapeso en el gabinete del presidente electo. Alejandro Gaviria tiene como pocos las credenciales para ser Ministro de Educación: escribió un libro sobre educación, fue decano de economía, publicó en revistas académicas internacionales prestigiosas, evaluó el impacto del Sistema Nacional de Aprendizaje (Sena) en los salarios de los jóvenes, fue subdirector de Planeación Nacional, un ministro de Salud exitoso durante los ocho años del gobierno Santos, y rector de la Universidad de los Andes, la universidad privada más importante del país. Su perfil va en la línea de varios otros de sus colegas del nuevo gabinete como Cecilia López, José Antonio Ocampo o Álvaro Leyva: no es un yes man, es experto en su tema, conoce el poder, tiene trayectoria dentro del Estado y no llega como cuota política de nadie. Pero a diferencia de la mayoría de los otros, no viene de la izquierda y aunque es un liberal muy progresista, ha sido más cercano al Establecimiento que contrario a él. Gaviria representa para muchos el “centro” y la defensa de los principios liberales. De hecho, durante la contienda, Gaviria controvirtió públicamente muchas de las propuestas —comenzando por la de salud— de Gustavo Petro por populistas, porque no se sustentaban en la evidencia y por iliberales. Pero sobre todo, se distanciaba de él, porque cree que “el cambio social no es cuestión de todo o nada, es cuestión de más o menos”. En uno de sus libros describió su escepticismo frente a esa forma de ver la política como el espacio en el que la realidad puede transformarse radicalmente: “La política se define por la máxima grandilocuencia y la mínima eficacia. En muchas partes del mundo la gente parece cansada de los estadistas y su exceso de realismo, y ha optado por los profetas y sus difusas ideas de cambio. Las consecuencias podrían ser desastrosas. En política, los profetas no advierten los desastres: los ocasionan”. Aún así, después de su estrepitosa derrota en la consulta, adhirió al candidato del Pacto Histórico en la segunda vuelta con la idea de que era mejor para el país “tener una explosión controlada con Petro que embotellar el volcán. El país está exigiendo un cambio”. Una idea que otras figuras de centro retomaron para subirse al bus de la izquierda. Gaviria dijo en varios escenarios que quería ayudar a Petro a consolidar el Acuerdo Nacional pero que no se veía como parte del gabinete. Sin embargo, no es la primera vez que dice no, no y no a un eventual cargo, para terminar diciendo sí. “Espero aportar mi visión de cambio y de las reformas en los distintos debates de gobierno”, dijo Gaviria a La Silla sobre su motivación para entrar al gabinete petrista en el que estará sentado en el consejo de ministros en la silla contigua a Carolina Corcho, la ministra designada de Salud y alguien con quien Gaviria ha chocado públicamente durante años. Una buena imagen para explicar en qué consiste el “Acuerdo Nacional” de Petro. Dos personas del sector privado con las que habló La Silla se alegraron con el nombramiento por la misma razón. “Esto tiene que ayudar a calmar los mercados”, dijo uno. Otra, ligada al sector salud, se ilusionó con que su conocimiento del sector pese en la discusión sobre la eliminación de las EPS. Es una ilusión que no será fácil para Gaviria satisfacer. El margen de influencia sobre Petro La Silla consultó a dos personas que han asistido a consejos de ministros —una del gobierno Santos y otra del de Duque— y ambos dijeron que sería disruptivo en una reunión del gabinete que un ministro se meta en otra cartera. “Dependerá mucho del Secretario General —dijo uno de ellos— El secretario general puede poner temas, hacer reuniones con varios ministros y coordina el comité de agenda del Presidente que le marca el dinamismo”. Pero también reconoció que es más fácil meterse en otros temas, como el de salud, siendo el ministro de Hacienda que el de Educación, que no suele tener esa jerarquía en el gabinete. Es más posible que si Gaviria logra influir sobre Petro, lo haga en privado y no en el consejo de ministros. Gente que trabajó en el pasado con el presidente electo dice que como se cree un genio, solo suele dejarse permear de personas que considera sus pares intelectuales, y Alejandro es uno de ellos. El problema para Gaviria es que las peleas y resistencias que encontrará dentro del petrismo en su propia cartera ya coparán una buena parte de su tiempo y energía. Porque muchas de las ideas que él ha defendido para el sector educativo no están totalmente alineadas con las de Petro, y mucho menos con las de los líderes estudiantiles que salieron a marchar en las calles y que forman parte del petrismo duro que está a la expectativa de cómo el nuevo presidente les cumplirá sus promesas. Y la adhesión de Gaviria no estuvo condicionada a un acuerdo programático previo de ningún tipo. Las expectativas de los estudiantes "Yo confío en que el nuevo ministro Alejandro Gaviria se siente y respete todo lo que ya se ha planteado, que tenga en cuenta todas las ideas del movimiento estudiantil, todos los lineamientos que hoy Petro mencionó en su trino cuando anunció la designación de Gaviria —dice Susana Gómez Boreal, representante electa por el Pacto Histórico en Antioquia y una de las líderes de las marchas— Él debe responder a ese programa de gobierno y a lo que representa un cambio para nuestro país. Le hago la invitación al nuevo ministro para que nos sentemos a conversar". En su cuenta de Twitter compartió un comunicado de mayo firmado por ella y otros congresistas del Pacto Histórico como Gustavo Bolívar y María José Pizarro, en respaldo a la organización Universidades Unidas, el proceso estudiantil de Colombia Humana. El comunicado dice que la educación debe partir de los principios de “no neoliberalismo” y que sus banderas son “la reforma al Icetex, el desmonte del Esmad, Reforma a la Ley 30, Universalidad de la Matrícula, No centralización de los recursos para las IES del país”. Una persona cercana a ella le dijo a La Silla off the record, que el nombramiento de Gaviria “al movimiento estudiantil le cayó muy mal. Y a los sectores más extremos del pacto. La organización Universidades Unidas tiene una visión radicalmente diferente a la de Gaviria sobre educación. En este sector hay molestia porque se quería un ministro que viera la universidad como derecho y no como negocio y que fuese de universidad pública”. En Fecode, el sindicato de maestros más poderoso del país y que le hizo campaña a Petro, la designación de Gaviria también fue recibida con escepticismo: “Son respetables sus visiones sobre la educación, pero hoy está bajo la línea de Gustavo Petro. Habrán discrepancias y diferencias, estamos dispuestos a discutirlas, y buscar consensos”, dijo Nelson Alarcón, uno de los integrantes del ejecutivo de Fecode y directivo del Comité del Paro. Otros miembros de Fecode fueron menos diplomáticos: El nombramiento de @agaviriau en el ministerio de Educación es un golpe bajo, ¡muy bajo!, para el magisterio. Su paso por el ministerio de Salud y sus posiciones demuestran que es un neoliberal al 100 %. @fecode no puede bajar la guardia en la defensa de la educación pública. — María Antonieta Cano Acosta (@AntonietaCano) July 7, 2022 Y es que si bien el programa de Petro está 100 por ciento alineado con las peticiones de Fecode, Gaviria prácticamente no mencionó a los profesores durante la campaña. En su ideario de 60 puntos, dijo que la “ampliación de la cobertura de la educación superior tiene que ser un esfuerzo mancomunado, de universidades públicas y privadas, del SENA, y de otros institutos de educación técnica, tecnológica y de formación, Cajas de Compensación, etc.”. Es decir, que él no toma un partido decidido por la universidad pública como espera la línea petrista. Tampoco está de acuerdo con acabar el Icetex. Y ha defendido la necesidad de la evaluación de los profesores, un tema al que siempre se ha opuesto Fecode. En su libro “Los que suben y los que bajan. Educación y Movilidad Social en Colombia”, Gaviria mostraba que Colombia tiene menos movilidad intergeneracional que otros países de América Latina y recomendaba amarrar la remuneración y la promoción de docentes a su desempeño. En todo caso, como queda claro en su perfil en el libro de La Silla “Los Presidenciables”, Gaviria ha demostrado a lo largo de su trayectoria que a punta de armar nuevas narrativas logra forjar consensos con poca fricción. Y su primer frente de pelea será la reforma al Sistema General de Participación para que la educación tenga un mayor presupuesto y en eso los maestros y los estudiantes seguramente lo apoyarán. Por ahora, según le contó a La Silla un militante duro del petrismo, el presidente electo le ha pedido a su círculo darle a Gaviria el beneficio de la duda. “Los que éramos más críticos de Gaviria nos hemos moderado por petición de Gustavo. Él está apaciguando las aguas —dijo, y agregó:— Supongo que esa gente como Gaviria y Cecilia López van a estar un año y luego los cambian. Gaviria ayuda a mantener tranquilo al santismo”. Paradójicamente, una persona que apoyó a Gaviria en campaña ve su nombramiento en una perspectiva similar, pero desde el envés: “Difícil que eso salga bien. Petro es Petro. Resolvió, como al sapo, hervirnos lentamente… En unos meses seremos caldo”. Lo que seguramente sí logrará Gaviria es poner el énfasis en calidad, resultados, y particularmente en cerrar la brecha que se ahondó durante la pandemia. Es la prioridad que debería tener el país, según los expertos en educación.

Fuente; La Silla Vacía