La hora de la inteligencia

El circo de la política:

Cita:

La hora de la inteligencia Santiago Gamboa “¡Cuánto habrá debido de sufrir este lugar para ser tan bello!”, escribió Nietzsche en El nacimiento de la tragedia, palabras que podrían describir a la vez el anhelo y el padecimiento de los colombianos en estos tiempos. Acá cada centímetro de civilización, cada tímido paso hacia la armonía ha tenido un costo terrible. No podemos olvidar que Colombia fue el país que logró pactar uno de los procesos de paz más completos y ambiciosos de la historia humana, pero también el que lo rechazó en plebiscito y el que eligió a un gobierno para que lo hiciera trizas. ¿Cómo puede entenderse semejante actitud autodestructiva? Doctor Jekyll y míster Hyde. Así es esta sociedad bipolar, enferma de historias tristes y de orfandad en la que, como dijo García Márquez, “cada colombiano es un país enemigo”. Y ya estamos acá, a punto de salir a votar después de haber asistido a una de las campañas más injuriosas y extrañas de los últimos tiempos. Las dos incógnitas son si Petro podrá ganar en primera vuelta, algo bastante difícil, y, si no lo logra, quién será su rival en segunda. Lo de Fico parecía un hecho, pero llegó Rodolfo y rompió el tablero. Ambos fueron alcaldes por los mismos años y eran poco conocidos fuera de sus regiones hasta el inicio de la campaña. El uribismo encumbró a Fico y lo impuso fuera de Antioquia del mismo modo que hace cuatro años elevaron al aún más desconocido Duque. ¿Pero lo de Rodolfo? Misterios de la “comunicación estratégica”. Un hombre de 76 años que debuta diciendo que admira a Hitler debía estar destinado al fracaso. Pero, para mi sorpresa, Rodolfo fue creciendo. ¿Quiénes son sus asesores? Dudo que exista un aspecto físico menos popular, con su pelo pintado y probablemente inyectado y ese extraño bronceado como de lámpara y sus camisetas Lacoste. Ahí va, subiendo. Prometió que venderá los carros blindados, los aviones y helicópteros del Estado, y que donará su sueldo. También, que suprimirá la ceremonia de posesión presidencial para ahorrar recursos y que el Palacio de Nariño será una galería de arte. Oír eso después del despilfarro, el descaro absoluto y la bomba atómica moral que el Gobierno Duque explotó ante los ojos de los colombianos, sin importarle nada, convenció a mucha gente. No hay otra explicación para que Rodolfo tenga electores en Cali, en Nariño y el Cauca. Cada desfachatez de Duque favoreció a quien lidera las encuestas, obvio, pero también le dio fuerza a Rodolfo y hundió a Fico. El otro misterio fue la caída de Fajardo. Un excelente programa, una persona respetable y querida. ¿Qué pasó? Los ataques del uribismo por la vía de la justicia lo golpearon, pero es evidente que ocurrió algo más profundo. Tal vez gran parte del electorado no lo creyó capaz de hacer los cambios que anhelan. Como si para un enfermo de cáncer él ofreciera una sencilla aspirina. Es una lástima, pues siempre lo consideré, con Petro, lo más lúcido que ha producido la política colombiana en los últimos tiempos. Por eso en otras columnas he expresado mi deseo de verlos unidos: Petro, Francia y Fajardo. Y si en verdad Alejandro Gaviria se une, aún mejor. Porque lo que este país necesita, más allá de los evidentes cambios, es una apuesta por la inteligencia. Que al fin llegue la hora de la inteligencia.