que lindo ejemplo para el mundo

Con la misma frecuencia con la que diez años atrás se hablaba de Medellín como la ciudad más violenta del mundo, hoy se nombra el exitoso “modelo Medellín”. La transformación es comentada por jefes de estado, alcaldes de ciudades alrededor del mundo, criminólogos, guías turísticos y claro está, por los medellinenses.

Para mostrar cómo fue que su ciudad pasó de tener un máximo de 381 homicidios por cada 100 mil habitantes en 1991 a 35 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2007 –entre otros indicadores del cambio- la Alcaldía de la capital antioqueña se prepara para lanzar en marzo próximo el Laboratorio Medellín, durante la Asamblea Anual del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, que tendrá lugar en esa ciudad.

El filósofo y experto en gestión de proyectos, Diego Corrales Jiménez -asesor del actual alcalde, Alonso Salazar; asesor de seguridad del anterior alcalde, Sergio Fajardo y consultor del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD- estuvo de visita en Brasil y compartió con Comunidad Segura los aspectos fundamentales de la creación de este observatorio que pretende compartir con otras ciudades las experiencias, técnicas y estrategias que ha usado Medellín para recuperar la paz urbana.

¿Cómo surgió la idea de hacer el Laboratorio?

La gente está volviendo a una ciudad a la que hace 10 años nadie venía porque “la iban a matar”. Ese gran cambio es la puerta de entrada para que quienes nos visitan exploren todo lo que hay detrás de estos cambios en convivencia. Además de realizar su asamblea anual, el BID va a celebrar los 50 años de su creación y pensamos que la presencia en la ciudad de los líderes económicos y políticos de los 47 países que conforman el BID es el espacio ideal para mostrar nuestro modelo de gestión.

¿Cómo se va a articular el Laboratorio?

El Laboratorio es una completa sistematización de todas las prácticas exitosas y novedosas, las “Buenas Prácticas” que hacen parte del modelo Medellín. La idea es generar un centro piloto de estrategias disponible para toda América Latina. Es un trabajo que estamos haciendo en la Alcaldía de manera integrada con las instituciones locales y con soporte del BID y de Georgetown University. Entre los productos del Laboratorio, en principio presentaremos una investigación sobre los últimos 20 años en el tema de seguridad en Medellín; una exposición artística sobre la transformación urbana artística de la ciudad -con un catálogo que irá a bienales en el mundo- y la página web del Laboratorio con toda la información sobre cómo fue que implementamos nuestro modelo de gestión.

¿Cuáles son las bases de ese modelo de gestión que hoy permite hablar del “modelo Medellín”?

Son muchas, pero podría nombrar algunas, como la policía comunitaria, las casas de justicia, la gestión pública para la seguridad y los consejos barriales, en cuanto se refiere a temas de seguridad, justicia y participación ciudadana. Si hablamos de medio ambiente, están por ejemplo los parques lineales para la recuperación del medio ambiente. También es muy importante la recuperación del espacio público, con acciones como la articulación del Metrocable y el Metroplus con el Metro, para la consolidación de un sistema integral de transporte. En el aspecto educativo tenemos el programa Buen Comienzo, que pretende que ningún niño de la ciudad se quede sin educación de calidad. La inclusión social es otra de las piezas clave y para ello tenemos el PUI, Proyecto Urbano Integral, que consiste en llevar a un determinado barrio una transformación integral, como en el caso de Moravia o de la Comuna 13. Allí se ejecutaron planes completos de servicios básicos, educación, arte, cultura, deporte, desarrollo económico para la zona, prestamos, planeación. Se implementaron ludotecas, parques, servicios públicos, sistemas de transporte y programas como el de Banco de las oportunidades, para ofrecer préstamos a personas sin recursos.



La historia de una transformación

Un recorrido por el sistema de transporte aéreo Metrocable, que conecta la última estación de metro de Medellín en el asfalto con lo alto del morro en la comuna nororiental, puede ayudar a comprender por qué la ciudad que en 1991 era la más violenta del mundo -con 120 homicidios por semana- hoy se atreve a promover su modelo de gestión como un ejemplo de convivencia ciudadana.

Las cabinas del Metrocable que sobrevuelan un barrio antes considerado como uno de los más violentos del planeta, ofrecen una de las visiones de transformación de ese sector de Medellín: canchas deportivas apropiadas por jóvenes deportistas, una enorme biblioteca pública en la que los niños hacen las tareas escolares y mucho movimiento ciudadano entre las laberínticas calles que se abrieron paso improvisadamente en la montaña.

¿Cómo comenzó esa transformación de Medellín?

Fue gracias a la conjunción de tres aspectos: la implementación de la política de seguridad democrática del presidente Álvaro Uribe que permitió retomar el control del territorio que antes estaba en poder de paramilitares y guerrilleros; en segunda instancia, la desmovilización de 868 guerreros y luego, la llegada en 2003 de nuevo grupo político a la ciudad proveniente de la academia, primero con Sergio Fajardo, con un proyecto político que fue reelegido con Alonso Salazar.

¿Esos resultados se mantienen hasta hoy?

En cuanto a las tazas de homicidio, hoy tenemos un indicador de 30 a 35 homicidios por cada 100 mil habitantes. Debemos enfrentar el reto de algunos grupos criminales que fueron desactivados pero cuyos reductos intentan reorganizarse pero en general, de los 5.000 desmovilizados en Medellín, sólo 15% han reincidido en el crimen.

¿Para usted qué es Medellín hoy?

Hay una frase que se empezó a usar cuando comenzó el cambio en Medellín: ‘bienvenida la esperanza’. Al salir de esos años oscuros y construir bases para una ciudad que va para adelante, ahora usamos la frase ‘de la esperanza a la confianza’, pues estamos viendo como todo eso que hemos venido soñando se consolida. Aún hay problemas, intereses políticos, mafia, etcétera, pero la transformación ya no tiene reversa.