Las 30 tesis que prepararon para su Décima Conferencia muestran que su reflexión histórico-política sobre las implicaciones del Acuerdo Final es más profunda y cuidadosa que la del gobierno. Hay que reconocer eso, lamentablemente.
Mientras el presidente Santos quiere entrar a la Historia –y con el Nobel casi que basta–, ustedes buscan reescribir la Historia de al menos las últimas cinco décadas, valiéndose incluso de la vanidad del presidente. Mientras Humberto de la Calle duda sobre si la democracia está enocaso o transformación, ustedes "dejan mojones para trascender la organización democráticoliberal" de nuestra sociedad (tesis 8 ). Tenemos que aceptarlo: esta ha sido una guerra movida por ideas de lucha de clases, no por odios étnicos, pretensiones territoriales o razones religiosas (no la guerra civil que creen los del Nobel). Ustedes se seguirán "orientando por un ideario inspirado en el marxismo, el leninismo, el pensamiento emancipatorio bolivariano" (tesis 25), y nosotros por el ideario liberal-democrático, que tenemos desde la Independencia.
Para ustedes, "el Acuerdo final es una demostración de la validez de nuestro alzamiento armado por 52 años" (tesis 8 ) y es "un cierre digno de nuestra experiencia de rebelión armada" (Introducción a tesis). Para nosotros, nada justifica la violencia, el dolor, el crimen de un día o medio siglo por tratar de imponer unas ideas. Sin embargo, el Acuerdo Final, por su contenido y alcances, efectivamente pudo ser presentado en la Décima Conferencia como una "victoria para nuestra guerrilla". El problema es que dicho Acuerdo no fue refrendado por el pueblo colombiano en democracia. Ahora se necesita un pacto político con los representantes del No para "una renegociación del Acuerdo anterior o la suscripción de uno nuevo” (Corte Constitucional, Sentencia C-379/2016).
Ya no se dispone de ese "cierre digno" tal cual. El presidente Santos afirmó tras el Nobel que "se perdió una pequeña batalla", cuando todos sabemos que el plebiscito fue "la gran batalla" y que se hizo todo para ganarla. El plebiscito era la fórmula para aplastar una visión de la paz, como en la caricatura de Matador que Martín Santos propuso de avatar en Twitter. Pero perdieron "la gran batalla", y así quedó ya en la Historia. Minimizar el hecho no es signo de grandeza. Negar sus consecuencias políticas y jurídicas, todavía menos: es no acatar la democracia y el Estado de derecho. Pretender que se trata de "ajustes y precisiones" menores nada más es no escuchar a los líderes de la visión de la paz negociada que ganó.
El temor infundado que había con el No en el plebiscito era el regreso de la confrontación armada. Se demostró que fue una manipulación. Ustedes han dicho después del plebiscito, y se reconoce la importancia de esta declaración: "Mantendremos voluntad de paz y disposición de usar solo la palabra como arma de construcción de futuro". Y este viernes las delegaciones de Gobierno y Farc-EP se comprometieron en La Habana a "mantener el Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo decretado el pasado 29 de agosto, y el monitoreo y la verificación por parte del mecanismo tripartito. Así como también, las garantías de seguridad y protección de las comunidades en sus territorios, según lo definido en el Protocolo por las partes".
Es decir, ustedes mantienen la renuncia a la violencia y el fin del conflicto armado sin condicionamientos. El paso de grandeza y audacia sería, entonces, que ustedes firmen un acuerdo parcial para seguir el cronograma de entrega de armas y reincorporación a la vida civil de los guerrilleros de base, sin que esté renegociado el capítulo de la justicia transicional y el acuerdo en general. Los miles de guerrilleros presos que se mencionan no pueden salir libres sin la certeza de quiénes no serían un peligro para la sociedad, lamentablemente.
Este gesto de total renuncia a la violencia aumentaría la disposición de la sociedad a fórmulas benignas de justicia y participación política. Como habrán notado, la fuerza guerrillera no ha sido la explicación principal del respaldo discursivo al Acuerdo Final rechazado, sino la intelectualidad y los segmentos educados que alguna vez simpatizaron con la revolución armada y ven el "cierre digno" de esta como un alivio emocional de ese pasado.
Habrán notado también que es impresionante la convergencia de movimientos de sustrato anti-liberal con ustedes en esta coyuntura. En este punto, no necesitan de los fusiles para buscar un acuerdo final con "mojones que trasciendan la organización democráticoliberal". Ya no tienen que decir "¡Revolucionarios, uníos!", sino "¡Amigos del anti-liberalismo y descontentos de la modernidad, venid!". Por conveniencias, no están solos en la batalla de ideas.
Así que el final de la confrontación armada es posible ya. Desmantelar la "fábrica de víctimas" ya. Lo que no es serio es decir "¡Acuerdo Ya!", porque significa que no se quiere negociar concienzudamente con los representantes del No. Eso necesita un tiempo razonable. Tampoco es serio pretender que las movilizaciones callejeras cambian el resultado del plebiscito. A menos que nos quieran dar a probar ya del "pensamiento emancipatorio bolivariano". Cordialmente, @DanielMeraV
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