Pueden ser últimas fiestas decembrinas en un país en guerra: Santos

Y 2016 el primer año de muchos en la ardua y descomunal construcción de la paz.

La ventaja es que, sin la guerrilla de por medio, todos los esfuerzo del Estado se dedicarán a combatir a la delincuencia común, lo que ya se está haciendo, incluso con el permiso que ya se dio de bombardear sus estructuras como sucede con el clan de los Üsuga.

Apenas el purgatorio que ya es mucho decir.

Lo que se va a terminar es la guerra entre las Farc y el Estado colombiano. La construcción de la paz es una tarea que nos incumbe a todos los colombianos y no va a llegar en un instante mágico; es una tarea que nos va a tomar muchos años en los que debemos derrotar las secuelas del conflicto armado: resentimiento, desconfianza, exclusión, desigualdad, intolerancia, sectarismo y luego edificar un país donde quepamos todos. Lo que podría llamarse igualdad en la diversidad,

Respecto a la impunidad, palabra que de tanto repetirla el senador Uribe muchas personas terminaron creyéndosela, hay una justicia transicional que va a ser la encargada de aplicar el Derecho Internacional Humanitaria en cada caso, fijando la pena respectiva luego de evaluar si hubo reparación y se contó la verdad de lo ocurrido.

Así que predicar impunidad cuando ni siquiera se ha firmado el acuerdo y no ha entrado a funcionar la jurisdicción de paz, es un poco apresurado.