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El extraño caso de M. Night Shyamalan
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El extraño caso de M. Night Shyamalan, el genio convertido en paria
El último maestro del aire, a estrenarse la próxima semana, fue destrozada en su país y ahonda la distancia del director con la crítica.
El caso de Manoj Night Shyamalan debe ser uno de los más extraños y atípicos de la historia de Hollywood. De ser el mayor genio aparecido en la última década, un diamante en bruto cuyas historias sobrenaturales dejaban al público boquiabierto y recaudaban millones de dólares, con el éxtasis de la crítica y la total libertad de los estudios, pasó a convertirse en un cineasta visto con desconfianza por el público y donde los críticos destrozan sus filmes con ferocidad inusitada. Casi un verdadero paria.Para ser un corpus de apenas nueve filmes (siete, si consideramos desde Sexto sentido en adelante), las variaciones que ha generado su trabajo es equivalente a una montaña rusa que ha llevado del amor más incondicional al odio y la burla.
Sexto sentido (1999), la cinta que renovó las estructuras del suspenso con ingeniosos mecanismos argumentales, fue la espectacular aparición de un tipo considerado virtuoso que logró incluso lo que Hitchcock consiguió en contadas ocasiones: tener al público y la crítica a sus pies. De ahí a su último filme, El último maestro del aire (The last airbender), el que se estrena el próximo jueves en el país, lo que hay es un infierno: "Hollywood, si va a haber otra película de Airbender, que le entregue el trabajo a un tipo eficiente y no a un artista alguna vez sorprendente que perdió su camino", dijo el crítico de Time, Richard Corliss". "La mejor manera de ver la película es con los ojos cerrados", dictaminó el influyente A.O. Scott en The New York Times. Aunque Cliff Doerksen, crítico de Chicago Reader bajó el pulgar sin anestesia: "Las actuales prioridades nacionales deberían ser reducir las emisiones de carbono y dejar de financiar las películas de M. Night Shyamalan".DIOS Y EL DIABLO EN HOLLYWOOD¿Qué pasó entre Sexto sentido y El último maestro del aire? ¿Estamos hablando de un cineasta alguna vez talentoso y su patético declive artístico? Para intentar entender la historia hay que remontarse al inicio. Si algo caracterizaba al cineasta era su insistencia a pulsar las mismas teclas una y otra vez.
La fórmula del thriller sobrenatural, de ritmo lento y mirada naturalista, que esconde giros argumentales imprevistos y radicales, siempre fue el sello de Shyamalan, y quizás su perdición. En Sexto sentido fue novedad pura, pero a la tercera cinta, Señales (2002), el público ya sabía de que venía la historia.
Los minuciosos entramados argumentales del director comenzaron a mostrar signos de agotamiento, lo que sumado a los temas fantásticos y con alientos metafísicos del director, dejaban las cintas en una peligrosa frontera que bordeaba la fascinación total o la cursilería más ridícula. Hasta ese momento, lo que aún sostenía firme al cineasta indio-americano, era su incombustible buena taquilla. Sólo con Sexto sentido, El protegido y Señales, había recaudado en el mundo la friolera de 1.328 millones de dólares, una cifra que lo ponía en primera fila junto a Spielberg y Lucas y hacía que el estudio Disney aceptara todos sus requerimientos sin chistar. Pero el dinero pierde al hombre.
Este poder ilimitado en Hollywood convirtió a Shyamalan también en un tipo de un ego gigantesco, que sólo aceptaba historias creadas por él y del que fue visto cada vez con mayor desconfianza su propia aparición en sus filmes, casi como un capricho de autor al estilo de Hitchcock.
Si bien La aldea (2004) mantuvo la buena taquilla (mucho menor que Señales, eso sí), ya la crítica no se tragó con tanta facilidad sus climas inquietantes y su suspenso atmosférico. Pero lo peor vino con La dama en el agua (2006). Shyamalan tomó un cuento infantil que había escrito para sus hijos, lo transformó en guión y cuando se la mostró a los ejecutivos de Disney, ardió Troya. Un ejecutivo le dijo al director que había partes que no le convencían y que si podía modificarlas. Manoj, quien en sus tiempos de máximo esplendor se había comparado con Spielberg y Hitchcock, y había desafiado al establishment de Hollywood viviendo en Filadelfia, tomó su película y se fue al estudio Warner, bajo una lluvia de acusaciones."No pertenezco al mundo de Hollywood. Allí todos se comportan como un club de amigos. Han crecido juntos y se ven todos los días. Yo vivo a miles de kilómetros y apenas paso media hora con ellos", dijo, pero sólo consiguió acrecentar las desconfianzas.
Herido en su ego, Shyamalan publicó un libro, El hombre que oía voces (The man who heard voices), criticó a los ejecutivos de Disney diciendo que no quería hacer La dama en el agua porque el estudio había perdido la confianza en él. Además, fue el protagonista de un falso documental, The buried secret of M. N. Shyamalan, que mostraba su fórmula mágica para hacer thrillers paranormales. Provocación pura.La crítica, que ya había advertido que la fórmula estaba dando muestras de agotamiento, no dejó pasar el escándalo y le dio con todo. "Shyamalan intenta tomar un enfoque de narrador para contar lo que debería ser un relato visual, violando así uno de los principios básicos del cine: Mostrar, no decir", escribió la revista Cinematical.La cinta fracasó estruendosamente en la taquilla, bajando del pedestal al realizador (sólo U$42 millones en EEUU). Con el estudio Fox, el 2008 estrenó El fin de los tiempos, una cinta que devolvía parte de la fórmula patentada en Sexto sentido y Señales, pero que no convenció a la crítica quien la destrozó con virulencia. "Santa Madre de Dios...esto apesta", escribió el Reno News.PRIMERA ADAPTACIONDadas así las cosas, Shyamalan se enfrentó por primera vez a un argumento no escrito por él. Se trata de la serie de Nickelodeon Avatar: The last airbender, que goza de gran popularidad en EEUU. Su primer traspié fue el tener que sacarle del título el nombre Avatar por la cinta de James Cameron. Luego vino una rápida y aparentemente atolondrada conversión al 3D en boga, lo que se tradujo en efectos poco creíbles, y finalmente, que la adaptación de la serie, según la crítica, entrega diálogos "vergonzosos" y un "tratamiento infantil".Con el mayor presupuesto de su carrera (U$150 millones) y un nuevo estudio, Paramount, Shyamalan no se fue con chicas y comparó a su cinta con El señor de los anillos. Por cierto que los críticos no dejaron pasar el atrevimiento y le dieron el peor cachetazo de su carrera. "Siempre tiene que haber algo negativo y para mí son los críticos. Es como si quisieran formar parte de la historia y gritan para ver si así lo consiguen", respondió.
Así y todo, después de dos fracasos consecutivos, Shyamalan logró revertir el mal clima con una buena taquilla. En sólo 1 mes y una semana, El último maestro del aire ha conseguido U$129 millones y ha sorteado lo que pudo ser un fracaso histórico en una película sólo discutida. Aunque para volver a ver al Shyamalan que hacía y deshacía en Hollywood desde miles de kilómetros de distancia, falta mucho aún.
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