Pues me vi John Wick 4 y la verdad...

Cuando se termina la película piensa uno: ¿por qué me encanta este pistolero? Porque en el fondo buscamos en el cine y la literatura lo que no sucede en la vida real: justicia. Pero ¿justicia para quién? Para el desamparado y ahí es cuando la simpatía comienza a ponernos del lado de John Wick desde aquella primera escena donde le matan la única conexión que tenía con el mundo. Rota esta precaria atadura, comienza la venganza que lo llevará de regreso al inframundo del crimen.

La redención, entonces, en una curiosa paradoja, es el amor y sólo él le permitirá liberarse, pero para ello deberá cruzar el desierto, viaje que hacia lo más oscuro. Es ahí cuando se convierte en héroe y a nosotros en sus fieles seguidores. Es nuestro campeón, el único capaz de transitar por los nueve círculos, pero no como visitante sino como un dios que desea destruirlo todo. En últimas, se quiere inmolar, pero como los héroes, al final del camino no le espera la rubia del cine negro, ni la eterna llanura de los western...

Aparentemente, sus instintos son los básicos: odio, violencia, venganza y por ello los colores de los planos son los primarios, primando el azul de la vida y el rojo de la muerte y entre ellos los claroscuros de una ciudad fantasmal en donde las drogas, el alcohol, el desenfreno la bautizan cada noche como la tierra prometida del infierno que tiene sus reglas como el paraíso, hasta que llega John, el de los largos cabellos y la mirada extraviada y las rompe en mil pedazos.

John tiene su propio laberinto y sólo lleva consigo para salvarse el cordel de Helen. Ya no hay refugio alguno. el mundo es su enemigo, pero este matón sabe que al final del camino, cuando haya ejecutado su venganza, lo espera la redención, o quizás no, porque cada que avanza en este sinuoso sendero de dolor y muerte entiende que pese a la lealtad de los pocos amigos que le quedan, al final sólo le queda la soledad...

John Wick, el justiciero que vuelve a atraparnos en este cuarto mundo. En cada plano bailamos a su ritmo confiados en que a su lado nada nos puede pasar, pero...