¡Ey! Steve Máster, dejá de ser tan maldadoso

por heráclito

Uy, qué vaciada a Iván Gallo le pegó Steve por citicar a Carlos Antonio Vélez: click acá. Citico, le tocó viacrucis y crucifixión en Denunciando y don Vélez pasó de malo a mediomalo, gracias a la lavada de imagen con Axión, el verdadero arranca grasa, que le hizo Steve. Como Gallo no tiene dolientes en el foro, abro el paraguas y me meto al ruedo a luchar por su honor, aunque el tipo no es que me caiga bien, pero se merece la resurrección al tercer día porque a la larga dijo lo que muchos pensamos, aunque lo escribió con melcocha de ají. Intentemos hacerlo con el sabor de "Doña gallina", pura gallina criolla.

¿Carlos Antonio Vélez? Palabras mayores. Pinta de profesor de química con mezcla de cucho bien puesto y suegra de mierda. Empezamos mal, dirán, pero para que vean, le reconozco que el tipo sabe. Hace rato que no lo escucho ni lo veo, pero recuerdo que en la era de la rosca del carriel, antes, en medio y después de cada partido, nos explicaba con fichitas en un tablero y luego en 3D cuando creció la tecnología, porqué fulanito estaba en este lado, sutanito en el otro y perencejo corría como alma que lleva el diablo alborotando avisperos, y lo que es más importante, nos contaba por qué siempre perdíamos. La carreta era tan buena que siempre nos preguntamos: ¿por qué no lo nombran técnico si se las sabe todas?

Nunca lo nombraron, pero ni falta que le hizo porque con el aplauso general, aparte de los bolsillos se le llenaba el ego. Lo malo fue que dejamos de perder y ya sabemos cómo es eso. De las aves de mal agüero nadie se acuerda en las buenas porque se vuelven fastidiosas. Por más que uno quiera no pega helado de chocolate con salsa de vinagre. Así que don Vélez, acostumbrado a explicar las desgracias, no pudo hacerlo con las alegrías. ¿Entonces qué le tocó? Ponerse a joder o derecho al pataleo que llaman.

Le apostó a que, como todo en este país, la racha iba a ser flor de un día. James dijo que quería hacer un buen mundial y le dijo agrandado. Pekerman comenzó a ganar y don Vélez, como vaca muerta en el camino, vaticinó las derrotas y la enésima eliminación. Como todos sabemos se aburrió de esperar. “No importa, en el Mundial lo ponen en su sitio”, advirtió, y sí, en eso tuvo razón, a la selección la pusieron en su lugar: quinta en el mundo. Dicen los que lo vieron que se quedó horas sin hablar, lo que ya de por sí es un milagro. Repuesto del totazo y mientras el país celebraba, atribuyó las buenas nuevas a un chepazo.

¿Y la bota de oro de James? Fácil, dijo con esa sonrisa a lo Mona Lisa, es decir, como que sí, como que no. Con Cristiano eliminado, Zlatan que ni siquiera fue y el enano vomitando y de psiquiatra, así cualquiera. Ahí se acomodó las gafas y lanzó el pronóstico fatídico. Pekerman se va con los bolsillos llenos de plata y James volverá a la mediocridad del Mónaco. Pero vuelve y juega. Eso pasa por escupir para arriba. El argentino se quedó y el cucuteño se fue al Madrid y se convirtió en estrella.

Y para no alargar el cuento, así como cuando alguien va de culo para el estanque no hay barranco que lo ataje, cuando el Cristo se le pone de frente todo le sale bien. Colombia lleva dos años en lo alto del ranking de la Fifa, sus estrellas brillan en clubes de prestigio y aunque a Bedoya le chispean los ojitos cada que ve plata y programa amistosos petroleros, Pekerman sigue con el proceso de hacer de la selección un miembro del grupo de los grandes.

¿Qué le toca hacer a don Vélez? Lavarse la cabeza con “Tío Nacho con manzanilla” a ver si le aclara al menos las ideas y como la muchacha de la propaganda, con la calva rubia pueda decir “meta alcanzada” cuando llegue la primera derrota. Reza día y noche para que en la Copa América la selección se estrene perdiendo con Venezuela, Brasil le ponga la lápida y pueda decir con el aire triunfal de los huérfanos del poder: “Se los dije” y a continuación suelte la frase mágica: “Es que ustedes no saben quién soy yo”.

¿Y si gana Colombia?