Un chispazo en medio de la oscuridad le bastó a Colombia para derrotar a Perú (análisis)

Un chispazo en medio de la oscuridad le bastó a Colombia para derrotar a Perú

por Heráclito

No se brilló pero se ganó. Como sucede la mayor parte de las veces con las selecciones, más que el juego de conjunto, son las pequeñas sociedades o el talento individual los que ganan los partidos, máxime en un equipo que estrena técnico y viene con la moral en baja después de haber estado en manos de un entrenador ultradefensivo y un novato que los llevaron a perder cinco valiosos puntos en casa, dilapidándose el ahorro que se hizo en Bolivia.

Se esperaba más de la Selección después del auspicioso estreno en el amistoso contra México, pero no fue así. Después de los primeros minutos en los que se intentó la media distancia, el equipo colombiano se mostró desconcentrado, incapaz de hilvanar más de tres pases seguidos, al tiempo que Perú armaba un equipo ordenado, sin contundencia, pero fiel al libreto que le planteó Markarian de poblar el medio campo con cinco volantes, desconectar a Falcao y apostarle a Carrillo y Guerrero para liquidar el partido en su favor.

Se confiaba mucho en James como creador de juego, en Sánchez como el apaga incendios y en Dorlan como el acompañante de Falcao, pero si bien Sánchez cumplió en varios momentos, James fue asfixiado en el medio campo por los peruanos y Dorlan fue sacrificado para convertirse en un volante de marca y armar en varios momentos una zaga de cinco.

Sin Dorlan, con James tratando de salir de la asfixiante marca de la mitad del campo y tirarse a la izquierda, con un Guarín que se nota su falta de ritmo aunque mejoró en algo con el transcurrir de los minutos, Falcao quedó muy solo en la punta, sin nadie que le surtiera de balones; apenas a los diez minutos tuvo su primer contacto con la pelota, aunque contribuyó en defensa realizando varios despejes que cortaban las ofensivas rivales.

Armero pasó desapercibido durante largos períodos, incapaz de pasar del medio y tratando de controlar a Carrillo con poco éxito, al tiempo que Perea en el otro extremo a medias paraba a Guerrero, en otras trataba de proyectarse, poniéndole voluntad, pero sin mayor efectividad, mientras Cuadrado, en el medio, nunca pudo asociarse con Guarín ni con Pabón, anulándose su poder ofensivo.

Yepes no brilló y a medias pudo contener a Guerrero, mientras su compañero Aquivaldo trabajó por ambos erigiéndose como muralla ante los ágiles peruanos, protegiendo a Ospina que tuvo una noche notable con atajadas estupendas, producto de una buena colocación, rapidez de reflejos y achique de espacios, aparte de alguna dosis de suerte cono una fatídica bola que pasó rasante, de lado a lado de la portería sin encontrar, por fortuna, un rematador inca.

El equipo, aunque cueste creerlo, sufrió de miedo escénico. No se le vio relajado como contra México sino nervioso, pensando más en no perder que en ganar; por eso su primer tiempo timorato, preocupado en cerrar espacios más que en abrirlos para crear oportunidades.

Por ello, cuando llegó el gol de James, el equipo despertó y cambió la actitud y ahí se vio la mano de Pekerman, más ordenado, con un claro 4-4-2. El gol comenzó en los pies de Freddy Guarín, la ayuda de Dorlan Pabón y el inmejorable remate de James, un gladiador que durante noventa minutos corrió toda la cancha.

Recuerdo que Maturana y Bolillo dijeron en su momento que James no estaba preparado para la selección, que había que dejar que madurara, e igual Leonel que poca confianza le tuvo. Pekerman, formador de jugadores, sabe de su talento y de ahí su titularidad indiscutible.

Muchas cosas para mejorar. Por fortuna hay una semana de por medio para corregir lo malo y potenciar lo bueno. Quizás Jackson o Muriel pongan la cuota de desequilibrio que se necesita para jugar contra Ecuador, un equipo herido que quiere reivindicarse en su casa, una sede difícil donde ha ganado hasta ahora sus dos partidos, contra Venezuela y Perú.

Difícil un triunfo en Quito, pero si se trae un empate debemos darnos por bien servidos. Cuatro puntos de seis posibles es una buena suma. No la ideal para sentirnos seguros, pero si un buen comienzo de un entrenador que desea imponer su estilo de dos delanteros y una doble línea de cuatro, consiguiendo un equilibrio en defensa y ataque y que desde el comienzo puso distancia con la Federación.