Historia desconocida del título mundial obtenido por Bassa

RICARDO69 · 15-02-2012 , 14:02:47

Historia desconocida del título mundial obtenido por Bassa

Se cumplen 25 años de la conquista del exvendedor de pescado.

La tarde caía, cuando 'Billy' Chams, al fondo de la recepción del Hotel Royal, en Barranquilla, me esperaba impaciente, con una agenda en la mano derecha y la cara de tragedia.

-Figúrate -me dijo, sin saludarme-. Un periodista llamó a casa de mi papá para decirle que yo estaba loco: organizar esta cartelera de boxeo que será un fracaso económico y, lo peor, con nada por recuperar, porque nuestro peleador no tiene chance alguno de ganar.

-Y para colmo -siguió, sin pausa para tomar aire- el patrocinador no define nada. Si es así, perderé 40 millones de pesos; todo un desastre, y con el riesgo de un resultado deportivo desfavorable frente a un gran campeón.

Miré el reloj: marcaba las 6:10 del lunes 9 de febrero de 1987. Le dije a Chams que entráramos al salón y habláramos con tranquilidad, aprovechando que todavía no llegaban los comunicadores, citados a las 7, para una rueda de prensa. El motivo, el mismo que le preocupa a 'Billy': el título de peso mosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), entre el campeón Hilario Zapata, de Panamá, y el retador Fidel Bassa, de Colombia, previsto para el viernes de esa semana en el estadio de tenis del Country Club.

-De la parte económica tú siempre dijiste que te encargabas. No creo que vaya a ocurrir un desastre económico. Si pierdes plata, la recuperas después con la ganancia del título. Y eso del patrocinador es una estrategia para jugar con tu desespero y, al final, pagar lo mínimo -le dije.

-Sí, lo sé -respondió Chams, no muy convencido-. Pero la boletería no se mueve. Solo compran mis amigos y recuerda que son más de 6.000 boletas disponibles (a precios entre 3.000 y 12.000 pesos). Nos quedan solo cuatro días... ¿Qué hacemos para mover el torniquete?

-Ya veremos -le dije-. Hay que mover el entusiasmo de los aficionados.

Un retador sin palabras

Era precarnaval, pero había difusión del campeonato mundial, el tercero en la historia de Barranquilla. Y ese lunes se registró con despliegue la llegada, en la víspera, del campeón Zapata, vestido de blanco, con grandes gafas de sol, acompañado de una hermosa mujer, Alina, su esposa.

"Aquí no dejaré el título", declaró, mientras su entrenador, Lázaro Fruto, que había trabajado en la ciudad con los hermanos y campeones mundiales palenqueros Ricardo y Prudencio Cardona, aseguraba una verdad: "Bassa estaba muy biche para Zapata".

Yo era asesor de Chams y jefe de prensa sin sueldo de Cuadrilátero -empresa de boxeo que bauticé así antes de organizar la primera pelea, el 1° de marzo de 1985, en el Hotel El Prado-, que 'Billy' fundó con el apoyo de cuatro periodistas (Hugo Illera, 'Pepe' Sánchez, Francisco Figueroa y este cronista), para promover a unos jóvenes peleadores que trabajaban en la bodega de los almacenes de telas de su familia, llamados como él y su padre: William Chams.

Llevaba tres meses con Casa Editorial EL TIEMPO y el estar en la organización de la primera pelea mundialista de Cuadrilátero, cuando se diera, era un compromiso conmigo mismo; por eso, el permiso para hacerlo lo había obtenido previamente con Enrique Santos Calderón.

Dejé a Chams con los primeros colegas que llegaron y subí a la habitación de Bassa, allí mismo, en el Royal, epicentro de la organización. Lo encontré acostado, a la espera del llamado para bajar. Le comenté la preocupación de su apoderado y le dije que la estrategia para motivar al público a comprar boletas era hablar, responderle al campeón Zapata.

-Fidel, tú nunca has llevado mucho público y ni hablas -le dije al muchacho, que conocí como vendedor callejero de pescado-.
Pero esta noche, para evitar un desastre económico, en la rueda de prensa, debes hablar. Te voy a decir algo contra Hilario...

-No me pongas en eso -respondió-. A mí no me gusta hablar. Deja que Hilario hable.

Ramón 'Curro' Dossman, veterano entrenador panameño con tres campeones mundiales en su historial (entre ellos el nicaragüense Alexis Argüello) y gran psicólogo que Chams había contratado para su pupilo meses atrás, con su tono paternal de siempre, muy afectuoso, me dijo:

-Si no quiere hablar, que no hable. Mira cómo ayudas a que la gente compre boletas. En el ring, el viernes, Fidel sabe lo que tiene que hacer.

Las claves secretas

Yo también sabía la única ruta al éxito: presionar a Zapata y no dejarlo pensar. "Ser una máquina de lanzar golpes, sin temer el ridículo al fallar ante el hábil Hilario", le aseguré previamente a Chams, la noche del 6 de enero de ese mismo año, cuando me citó, de manera urgente, al Apartahotel Eslait, donde estaba concentrado Bassa. Lo hizo para conocer mi pensamiento: Zapata, que defendía el título contra Bassa en Panamá, quería una bolsa mayor. Su apoderado, el argentino Luis Spada, lo había llamado para preguntar si estaba dispuesto a pagar 80.000 dólares y a hacer la pelea en Barranquilla.

"Aquí será más fácil con el apoyo del público", rematé a Chams, quien esa misma noche canceló el viaje de Bassa a Panamá, previsto al día siguiente, llamó a Dossman para que viniera (había pasado el fin de año en su país) y le pidió un día más a Spada para responder, pero bajando la bolsa a 75.000 dólares.

Mientras esperaba el ascensor, ese lunes 9 de febrero, pensaba que pocos me entenderían la justificación para asegurar eso de que "aquí será más fácil...", cuando Bassa apenas acumulaba 16 peleas profesionales, mientras Hilario llevaba 21 combates mundialistas en tres reinados y había sido declarado días antes 'El mejor boxeador del mundo en 1986', por la AMB, por sus cinco defensas.

Pero a esa conclusión había llegado en la cuarta defensa del 86, el 13 de septiembre en Panamá, cuando a Zapata le dieron la decisión dividida en una pelea que perdió frente al colombiano Alberto Castro y que vi en ring side, sentado muy cerca de Bassa.
Esa noche, le pregunté a Castro la razón de aguantar tanto las manos cuando pudo ganar amplio. "Me daba temor de fallar", respondió.

Cuando llegué al salón de la rueda de prensa, ya estaba lleno. Llamé aparte a Hugo Urruchurto, amigo y periodista. Y le comenté que necesitaba un favor: la pregunta del cierre del acto.

-Hey, Quesada -me dijo-, ¿y por qué no la haces tú?

-Soy el jefe de prensa -respondí.

Al rato, estaba en el centro de la mesa. A mi izquierda, Bassa, Chams, Dossman y Alberto Agámez, gerente de Cuadrilátero. A la derecha, Zapata, Spada y Fruto. Desde antes de comenzar la rueda de prensa y durante la misma, Hilario intimidaba a Bassa, que jamás contestaba. Eso no lo escuchaban los asistentes, solo yo, en la mitad de los dos.

-Periodista, mándale a tomar la foto ahora, que el viernes voy a desfigurarle la cara -decía, entre otras cosas, cuando el uso de la palabra era del auditorio o de otro miembro de la mesa.

El panameño también era campeón en sus intervenciones, con respuestas sobradoras, mientras al retador había que sacarle las palabras. El periodista Oswaldo Alvarado Barrios le preguntó a Bassa si no pensaba "que esa habladuría de Zapata era miedo".
Antes de que el colombiano respondiera, el panameño agarró el micrófono y habló: "Aquí el miedoso eres tú".

-Termina la rueda de prensa -me dijo el campeón como tres veces para que escuchara Bassa-. Mira que este no habla porque está cagado...

-Cerramos la rueda de prensa -dije-. Pregunta Hugo Urruchurto, de Emisora Atlántico.

Urruchurto, al fondo del salón, recostado contra la pared en diagonal derecha con relación a la mesa, no había levantado el brazo para preguntar. Pero él, que no necesita de mucho para lanzar interrogantes picantes, fue directo y tocó el tema que me informaron desde Panamá que había hecho el campeón y que Bassa no quiso mencionar:

-Señor Zapata: usted vino hablando mucho. ¿Va a pegarle a Bassa como le pegó de manera cobarde a su mamá?

El panameño saltó la mesa para agredir al periodista, pero fue atajado por sus asistentes, a pocos centímetros de llegar a la primera fila de los comunicadores. Terminó la rueda de prensa, pero comenzó el fervor nacionalista por la pelea. El público se volcó al día siguiente a comprar boletas y salvar la inversión económica.

Y el viernes 13 de febrero, hace 25 años, con un constante coro de 'Ra, ra, ra, Zapata le pegó a su mamá', ese público, como jamás había ocurrido con un púgil en Colombia en pelea mundialista, alentó a Bassa, quien, con presión de ataque y sin temor al ridículo, nunca dejó pensar al panameño para quedarse con el histórico título.

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