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Por estas tierras se le recuerda y se dice que era un hombre altruista, al punto de ofrecer, allá, sus terrenos de la finca, herencia familiar, para que los desplazados viviera cómodamente. Las gentes comenzaron a construir sus casas, las calles, años después llegaron los servicios públicos, y, para terminar, construyeron el parque, el templo y la alcaldía. Los terrenos de don Antonio se convirtieron en “Pueblo nuevo”, municipio que creció vertiginosamente y que el gobierno central lo reconoció como tal, sin embargo, nadie volvió a recordar al benefactor; don Antonio murió sumido en la pobreza absoluta, un ataque fulminante al corazón se lo llevó un trece de octubre en su casa ubicada arriba de la montaña que decoraba el paisaje del pueblo. Nadie lo ayudó ni socorrió en esos últimos años. Cuando sintieron la necesidad de tener su propio cementerio, ya que acá les habíamos negado este servicio pues cargábamos con los muertos de ambos pueblos y el cementerio no daba abasto, ellos debieron construir el propio, así que destruyeron la casa vieja que era donde vivía don Antonio y que ninguno de ellos se atrevía a subir ni en el día y mucho menos en la noche porque existía la leyenda que allí había fantasmas, encontraron los restos del cuerpo del que fuera el dueño de esas tierras. Algunos llegaron a preguntar a los más viejos del pueblo sobre aquel despojo y quien era el habitante de la casa vieja, unos encogían los hombros, otros, volteando los labios hacia abajo daban la señal de no saber quien carajos vivía allí y de quien eran aquellos huesos. “Quizá sean de un vagabundo que murió allí” fue lo último que dijeron de don Antonio, el gran hombre altruista, allá, en “Pueblo nuevo”.
Samuel Salazar Blandón.
__________________ Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Ocurre entonces la emoción singular llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifran ni a la psicología ni la retorica. Jorge Luis Borges.