Hidan y Anne, Amor y Muerte---capítulo 14 de mi "Magnum Opus"

Anne era la consentida de la familia Rice. De niña siempre con la ropa limpia, muy pulcra, respetuosa y respetada por los adultos aunque odiada por los niños, debido a la envidia que les causaba tener cerca a alguien que lo podía tener todo pidiéndolo y eso que ya lo tenía todo, casi como Anny, jamás iba a imaginarse que terminaría enamorada de un cazador de las familias bajas, aunque gracias a él y a sus compañeros ella comía carne exquisita todos los días.
Aunque sólo tenía 14 años cuando lo conoció, ya tenía todo el sentido de la razón. Era un gran peso tener de padres a unas personas tan poderosas como esa pareja, Ruther y María Rice, propietarios de algo mucho más inmenso que la compañía maderera de Don Bodega, nada más sino su propia pequeña ciudad. Casados por conveniencia unieron todas las propiedades de las dos familias (Rice y Hunne) para crear todo un complejo de hogares que pagaban sus propios impuestos.
Y ella caminaba sola por el jardín de su enorme mansión sin siquiera un amigo. Nunca los había tenido en su vida. Su madre no permitía que se acercara a los otros niños, aún así, los otros niños se alejaban de ella, a veces hasta la alejaban con insultos y gritos.
En una época de pobreza la mayor maldición para una niña de tal sólo 11 años era tener dinero. Muñecas caras, juguetes enormes, la mejor educación, las mejores camas, un dormitorio enorme… Y no era feliz. Estaba demasiado sola, ni siquiera sus padres podían hablar con ella pues siempre estaban demasiado ocupados. Los niños de su clase social eran todos unos completos engreídos, eran aburridos, callados, y cuando hablaban se las daban de criticones. A tan corta edad pensaba en quitarse la vida. No le veía sentido, nada de lo que tenía ó hacía le hacía feliz, ¡Por favor alguien, alguien! Se gritaba en la mente.
Un día decidió ir más allá del jardín. Corrió con un vestido fino por callejones de mármol hacia las calles de tierra, dolor y sufrimiento llamadas los barrios bajos. Tras unas horas pasando entre gente rara se dio cuenta de que se había alejado demasiado, y eso le hizo feliz.
Niños tirados en la calle, con hambre, veían su silueta pasar a su lado y vestida con tela lo suficientemente cara como para venderla y conseguir algo para comer.
En ese momento eran 5 muchachos adolescentes. Se lanzaron a ella desde todos lados y por primera vez conoció el miedo. La desnudarían allí en medio de la calle, le quitarían todo y tal vez la matarían, si antes no le hacían muchas otras cosas malas.
Ahí fue cuando lo conoció. Simplemente cerró los ojos y permitió que llegaran hacia ella, pero no llegaron. Escuchó gemidos de dolor y muchos golpes, cuando los abrió, los cinco se encontraban en el suelo llenos de heridas y sangre, y otro joven tomaba una vara de metal y le preguntaba “¿Estás bien?”
-Sí-contestó ella tímidamente-, gracias
En ese momento Hidan, con 16 años, la incorporó y la alejó de esas calles.
A ese joven todos le tenían miedo, tenía una fuerza sobre humana que sobre pasaba a cualquier adulto común a su corta edad, unas uñas con la dureza de un metal y una mascota de pesadilla.
Así se conocieron. Comenzaron a hablar mientras él, que sabía que no era otra niña de los bajos mundos, la llevaba a su casa.
Fue un largo camino, pero finalmente llegaron. Él la dejó a una calle pues era peligroso para los dos que la guardia de la mansión los viera juntos, en cambio la vigiló y le dijo que la iría a buscar el día siguiente.
Su primera cita la tuvieron en el bosque un tiempo después. Antes de eso él le hablaba por la ventana (pues trepaba mejor que un gato), y un día le dijo que se vieran a las afueras de esa ciudad.
Él capturó para ella muchos animalitos pero no los asesinó (como acostumbraba para vender su carne) por obvias razones. El tutor de Hidan, Mucer, y al que el joven le debía todo, se percató desde muy lejos que algo pasaba entre esos dos. Le parecía bastante interesante alguien como él- Un salvaje cazador que vivía de cazar animales y que pese a eso amaba a la naturaleza-, con alguien como ella, sonrió y simplemente se percató de que la familia Rice no se diera cuenta de eso. El guardia de su casa también se percató pero prefería vigilarla desde lejos por su propia cuenta, sin decirles nada a sus amos, para que pudiera tener un amigo. Pero eso no duraría mucho.
Las constantes escapadas se hicieron evidentes una noche de luna llena, cuando la guardia de la casa, que tenía que cambiar esa noche luego de un mes, por fin se dio cuenta de que la mujer de la familia estaba viéndose con un tipo de barrios bajos.
Cuando los dos niños se encontraban hablando bajo la luz de la luna en un romántico momento, la mismísima guardia real llegó desde lejos para, tal vez, matar a Hidan y encerrar en la mansión a Anne, esta vez, de forma definitiva.
Sus sentidos ultra sensoriales permitieron a Hidan darse cuenta de que unos quince soldados iban directamente hacia ellos. Invocó a su tigre y, por primera vez, Anne se montó en él.
A toda velocidad fueron perseguidos por caballos y la élite del ejército. Pero el tigre era muchas veces más rápido y terminaron dentro del bosque sin una sola preocupación, pues nadie los podría encontrar allí. Incluso reían.
-Me quedaré aquí junto a ti-dijo Anne abrazándolo-, ¡No quiero volver, no puedo!
Eran sólo un par de niños enamorados pero eso no importaba. No era sólo amor, era la oportunidad de Anne de huir de ese abismo en el que vivía.
De repente el tigre olió algo peligroso. Las fuerzas reales los habían encontrado.
-¡No pueden escapar!-gritó uno de ellos-, ¡Tenemos a un general de nuestro lado!
¿Cómo? ¿Un general allí sólo para atrapar a dos niños que escaparon? ¿Acaso eran asesinos en serie? Había algo que no andaba bien.
-Te protegeré-le dijo Hidan con su heroica voz que la hacía estremecer-, ¡No importa lo que pase, siempre te protegeré!
Llevó a la chica rápidamente hacia una cueva secreta. A simple vista no era nada más sino una roca pero él, con un hechizo oral, abrió y la dejó allí tendida. Antes de irse, le dijo el hechizo para abrir la roca cuando hubiera pasado el peligro. Con los sollozos de la niña, unieron sus bocas.
La dejó ahí y procuró irse a un lugar mucho más apartado a completar su promesa. Tomó a su tigre y entró en forma de bestia cuando observó a dos de los guardias reales yendo hacia él.
Cargó con toda la fuerza de su corazón y logró herir a los dos luego de unos segundos de intenso combate, pero recibió un tajo en el brazo izquierdo que se lo dejó inmóvil. Se enfrentó contra otro pero fue inútil, lo dejó allí tirado y su tigre lo atacó, pero sus patas fueron inmovilizadas nada más sino por agujas de guerra.
Ahora el guardia, que observaba al joven de rodillas pero con voluntad de luchar, se preparó para cortarle el cuello. Cuando lanzó el ataque definitivo, su brazo fue detenido desde atrás.
-Niños…-decía el general, con barba blanca y pelo hermoso, de taje blanco y de un caballo tan precioso como su montador-, sería mejor encerrarlos hasta que fueran mayores de edad.
Detheras, mordiendo una aguja de guerra, le torció el brazo al guardia y lo lanzó a un lado. Luego se posó frente a él y bajó de su caballo.
-Si lo hubieras asesinado te hubiera torturado hasta que murieras de hambre-continuó implacable.
Volteó la cara hacia el joven
-Soy el general rango uno-hizo una pausa para levantarlo-, he venido hasta aquí para evitar que los mataran, pues lo iban a hacer.
Hidan esta inexpresivo, estaba completamente pasmado.
-Lamentablemente es mi deber llevarme a la chica, ¿Dónde está?
Obviamente se negó a responderle. El general le sonrió y sencillamente le dijo “Cuídala”
Tomó de uno de sus bolsillos-de donde sacaba de todo-, y le lanzó un ungüento curativo.
-No te puedo garantizar que no los buscarán-terminó-, pero puedo garantizarte que por mi parte pueden irse.
-¿Por qué?-gritó Hidan antes de que se fuera
-porque ella-hizo una pausa-, ella se merece mucho más que una vida infeliz, a tu lado…
Y no dijo nada más. En esa época al general no le importaba cumplir del todo su deber. Su familia entera acababa de morir, y ahora sólo se dedicaba a hacer feliz a las personas. Ya había visto a Anne, y antes de estar con ese muchacho, no era feliz.
En cuanto a Anne, fue retirada de la pequeña cueva por un tierno Hidan que la llevó más lejos de lo que esperaba. Pero no se esperaban con algo bastante inapropiado. A unos kilómetros, fueron interceptados por la guardia de la casa Rice. Él, medio herido, no era capaz de defenderla, ni su tigre tampoco. La desilusión se volvió miedo cuando desenvainaron espadas y dagas.
-Ni modo-le dijo a la niña-, hasta aquí llegó la travesía.
Eran seis guardias bastante anchos, era imposible para él. Comenzó a llorar sabiendo que ningún general lo podía salvar. Era cierto, ningún general lo salvaría.
En cambio, fue Mucer quien apareció frente a ellos con una manada completa de tigres.
Cuando los había alejado lo suficiente, el maestro los condujo aún más lejos, hacia un hogar en lo profundo de un bosque encantado. Allí, Hidan entrenó a Anne para que también se convirtiera en una maestra en el arte de la cacería. Tensaban sus arcos juntos, compartían el mismo tigre, el mismo plato… Se besaban todo el tiempo, era amor puro, no podían vivir uno sin el otro.
Un día Hidan le presentó un gato. Ella se limitó a decir lo tierno que era y él repentinamente lo convirtió en un gran tigre. Ella se asombró mucho.
-Es tuyo-le dijo
Se convirtió en una versátil cazadora, cazaba osos, venados, de todo, llegaba a rivalizar con su novio. Cuando no estaban cazando, se la mantenían saliendo por las calles de Simmith, siendo bastante reconocidos por todos. Eran todo lo opuesto a Natalia-Vallejo, eran amor.
Ella finalmente conoció a alguien digno de ser comparado con los príncipes azules de los cuentos que leía y en donde desechaba su soledad. No podría estar más feliz, y cuando le dijo que se iban a casar, la felicidad llegó a su punto máximo, sin bajar.
-No deberías hacer todo esto por mí-le dijo con su dulce voz cuando se fueron a Simmith
-Tengo que hacerlo-le respondió a su lado-, de hecho te juro que daré la vida por ti.
Esa frase fue crucial en el último momento de su vida. Ella sonrió y dejó que siguiera diciendo cosas románticas mientras la abrazaba y le daba besos de vez en cuando.
Cuando cayó víctima del hechizo de Thifini, murió con una sonrisa en su simpática y ensangrentada cara, mientras decía débilmente “Cumplí… con mi deber”
Las lágrimas resbalaban por sus labios mientras su tigre aumentaba la velocidad. Ya había dejado lejos a los otros, no le importaba darse de frente con un grupo de sátiros, su odio era mayor que cualquier fuerza enemiga. Anne Rice lo había perdido absolutamente todo, ahora reclamaría venganza.