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La guerra de los cielos fue el preámbulo de la historia humana. Narrada magistralmente por Milton, el poeta nos explica el poder de las legiones demoníacas del lucero de la mañana y la derrota que le infringió el arcángel Miguel.
Miguel le hizo pagar su osadía expresada por el favorito de Dios:
"escalaré los cielos; elevaré mi trono por encima de las estrellas de Dios; me sentaré en el monte de la divina asamblea, en el confín del septentrión escalaré las cimas de las nubes, seré semejante al Altísimo
Varios artistas han intentando atrapar la desesperación del rey del infierno en su derrota y uno de los que mejor lo ha conseguido es Paul Fryer.
El artista lo mostró despojado de la luz y la belleza que lo hicieron poderoso y orgulloso frente al trono de Dios.
Las alas su último vestigio divino y celestial están atrapadas entre cables de tensión.
Tal vez estos últimos los podamos entender como una sutil alegoría al orgullo y envidia que frustraron para siempre la capacidad de volar del ángel más querido de Dios.
Su rostro en junto despojado de la belleza revela una callada introspección. Mientras que el artista refleja la desesperación de ángel en unos ojos negros como la brea.
En las abisales profundidades de su mirada ya no hay esperanza, sino certeza de la fatalidad y la venganza.
El Lucero de la Mañana ya no resplandece, la cera que Fryer es opaca, mientras su cuerpo se ve encorvado e incómodo.
Sus alas elaboradas con plumas reales muestran un deseo por volar y una voluntad de la grandeza perdida hace eras
Lucifer está en una iglesia abandonada cerca a Westminster. Donde es observado por los vitrales de la santa Trinidad.
Estos, abandonados por los mortales, observan con indiferencia eterna el sufrimiento de este ser atrapado por su orgullo.
Es difícil saber ¿quién ganó al fin?
Lucifer Morningstar es el nombre de la estatua. Paul Frye utilizó el abandonado templo que pronto se iba a convertir en centro comercial para exponer en un contexto sacro su inquietante obra de 1998.
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