Lara, por la reconquista

sta eliminatoria es el partido de la vida. El que se juega Colombia para hacer parte de los 32 equipos en Sudáfrica 2010. Pasó la mitad, el primer tiempo; el que nos queda para el recuerdo y para corregir las fallas que no podemos cometer en lo que queda. Ya se jugaron 10 fechas y hay cada vez menos margen de error. El trabajo de Jorge Luis Pinto hizo parte de los primeros 45 minutos, donde nos dimos cuenta que la carencia mas grande eran los goles. Allí descubrimos que no se podía vivir de los tiros libres salvadores de patria. Eso si, sí llegan bienvenidos, pero comprendimos que los errores se solucionan de raíz.
Probablemente el planteamiento, para ese juego de larga duración, no estuvo mal diseñado. Al contrario, el conocimiento y el prestigio jugaron a favor de Jorge Luis Pinto. Sin embargo, todo comenzó mal. No hablo de la eliminatoria precisamente, sino de la Copa América. Un antecedente inmediato que opacó las iusiones de una nueva era que comenzaba.
Y es que el ambiente de trabajo es muy importante para cualquier persona. Eso motiva, exige y le da el empuje necesario para los Buenos resultados. Buenos resultados que ni se asomaron en Venezuela. Era muy difícil para el técnico, teniendo un equipo desunido y desleal. Sin generalizar por supuesto. Y lo mismo para los soldados del campo: era muy difícil cuando sentían que su convocatoria era una especie de servicio militar, por la poca flexibilidad y las imposiciones.
Pero el tiempo de Pinto terminó. El tiempo de los reclamos, las disculpas y las quejas se acabaron para todala afición. Así como en los clubes no se vive de la historia, en selección tampoco hay derecho. No más calculadoras recordando la época de García, la de Álvarez, la de Rueda, ni lamentándose por lo que se pudo hacer hasta ahora. Al santandereano hay que darle las gracias. ¿O se les olvida que nos ilusionó empatando con Brasil? Que nos hizo conformar con un punto en La Paz y que hizo vibrar el Campín con 3 puntos frente a Argentina...
Sin embargo, las condiciones no eran las mejores para el técnico, ni para los jugadores que tampoco son muy manejables. Pero como el fútbol es algo injusto muchas veces, siempre es mas fácil cambiar a uno solo. Sin lugar a duda fue lo mejor que le pasó a la selección, a Jorge Luis Pinto , a los periodistas y a la afición. En Colombia no estamos preparados para aguantar los procesos, y como una eliminatoria es de resultados instantaneos, pues mejor prevenir que quedarnos sin mundial de nuevo.
Está claro que la situación era insostenible para todos, el ambiente estaba reventado y hasta que llegamos a Chile nos dimos cuenta que el juego y los resultados reflejaban lo interno que estaba pasando. Que ganamos de garra y corazón, mas bien de poco buen juego. La tática que caracterizó a Pinto no dió resultados y por eso nuestro invicto fue por las genialidades de Ruben Darío Bustos.
Por eso, llegó el momento de las decisiones, de buscar un salvavidas para lo que venía: Paraguay y Brasil, nada mas que los líderes de la tabla. ¿Y quién podia salvarnos, o mejor, a quién se le podía dar esa responsabilidad de doble filo?
En el entretiempo decidieron cambiarlo todo. Nueva administración en el banco. Nuevas reglas, nuevos convocados seguramente y lo mas atactivo: un nuevo aire que nos regresó la ilusión.
Y eso que en la mitad del partido es muy complicado cambiar lo que ya se tenía planeado. Pero era jugársela por eso o seguir indisponiendo al único equipo que sabe unir a los colombianos. Así que la tarea fue pensar en requisitos que pudieran cumplirse de urgencia, como : alguien que no divida, que llene las expectativas, que no sea extranjero, porque a mitad de partido llegar a conocer a los jugadores no tiene sentido y lo mas importante: que tenga la facilidad de seducir a los colombianos, una afición dolida por tantas desilusiones.
Al pincipio pensaron en una solución parcial, Eduardo Lara, el hombre que llenó los requisitos supo ganarse a la gente, a los jugadores y supo como pedirle a los colombianos que lo exigieran en el banco: con resultados. Su período de prueba fue con muy baja probabilidad de pasarlo. Contra Parguay, tal vez fue el reto mas difícil. En estas dos fechas , el equipo guaraní puede asegurar el boleto al mundial y bien merecido porque el equipo de Gerardo Martino es el que mejor juega fútbol y el que saca la cara por el talento suramericano. Sin embargo, empatar contra Brasil en el Maracaná era impensable.
¿Que será de la vida de Aquivaldo, Walter Moreno, Estiven Vélez, Carlos Sanchez, Ringo Amaya, Ferreira, Castrillón y Wason? Estos hombres visitaron el camerino sur del Campín en la primera fecha de la eliminatoria, cuando todos soñamos estar en el mundial. En la era de Eduardo Lara las cosas y los personajes cambiaron. Todos nos ilusionamos con la dirección técnica del vallecaucano que enamoró y nos enseño a valorar a los juveniles. A creer en ellos.
Del proceso anteorior queda muy poco. Agustín Julio sobrevive, pero frente a Bolivia no estará en el arco que habita todo el tiempo. Aquivaldo y Wason también existen para la mente del técnico, solo que están lesionados.

ero si hacemos cuentas, de los que comenzaron las eliminatorias, los que pisaron el campo frente a Brasil en Bogotá y que van a jugar frente a los de Platiní Sánchez, solo quedan 2: Falcao y Zúñiga.
¿Eso quiere decir qué tenemos de donde escoger? ¿Qué tenemos mucho talento por llevar al equipo tricolor? ¿Mucha oferta? ¿O tal vez un recambio? Cualquiera de las dos alternativas, o mejor, de nuestra realidad son válidas para este proceso. Y lo pregunto, porque muchas veces oí a quienes opinaban que lo anterior era lo único que teníamos.
Y la verdad es otra. Lara nos mostró que las nuevas generaciones son tan rendidoras y grandes como las de siempre. Nos enseñó que la mezcla de los que saben y de los que buscan un espacio en el Corazon de la afición es una buena combinación. La de la experiencia con ganas de hacer historia. Jugadores llenos de talento, que están marcando la diferencia en el club al que pertenecen y lo mas importante, que tienen al menos 3 mundiales por delante. Así no sea Lara el que esté en la próxima eliminatoria, él ya dejó un legado y una enseñanza que solo ratifica que hay de donde escoger. Que así pensemos y gritemos a los cuatro vientos que en Colombia los recursos son escasos, la realidad es que tenemos un número generoso de donde elegir para cada partido.
Al principio, seguro había muchos incrédulos con la autoridad del técnico vallecaucano, sin embargo, conocer a fondo la selección permitió que conociera la verdadera autoridad. No se necesitan gritos ni imposiciones, solo generar el respeto necesario para dar órdenes y concientizar que todos llevan puesta la misma camiseta y están encaminados a un solo destino: el mundial.
Sin embargo, hay algo del proceso Lara que me preocupa. Estamos acostumbrados a ver un buen fútbol planteado de su parte. Le quitó al país el peso de buscar el reemplazo de el Pibe Valderrama, porque con jugadores dinámicos y polifuncionales, con llegadas de atrás y pegadas de media distanca y mucho equilibrio consiguió lo mas escaso en Colombia, los títulos. Un fútbol vertical y efectivo que le dió el reconocimiento a Colombia a nivel mundial en las categorías menores. El mismo que paralizó a nuestro país en el suramericano que ganó. Planteamientos mas arriesgados, con presiones, pero sin dejar que ellas entren a la hora de diseñar una estrategia.
El técnico de la selección mayor tiene mas presión que cualquiera y al mismo tiempo mas responsabilidad. Y esa percepción exagerada sumada a lo regulares que vamos en la tabla clasificatoria hacen que Lara muchas veces no sea el mismo de siempre. No por el talento y el buen ojo que tiene, sino por el miedo de una eliminación temprana y una desilusión.
Queremos un fútbol mas a su estilo. No al estilo que genera la prensa con sus comentarios que lo hacen sentir en una cuerda floja cada vez que hay fecha.
Por eso, creo que la clave para el proceso que nos devolvió la creencia en Sudáfrica es hacer lo que sabe y lo que le ha dado resultados. No jugar para tener contento a todo el mundo, sino hacerlo a su manera. La que siempre uso con los habilidosos que están en su equipo de mayores hoy. Explotar los conocimientos y los talentos que descubrió hace tiempo en sus jugadores de confianza. Y éstos son sus hombres leales, los que conoce y en los que depositó su futuro como entrenador, así que está bien que se la juegue con los que crea, siempre y cuando busque su escencia. No la escencia generica que hemos visto y que posiblemente ha funcionado.
Estoy segura que si volvemos al fútbol que nos mostró Eduardo Lara en la época de los mundiales y suramericanos juveniles volveremos a creer en el buen juego, en el de los resultados que van de la mano con el bonito, ese que está cerca de la plenitud .El mismo que nos cautivo a la hora de pedirlo a gritos como el seleccionador ideal, el que conoce nuestras raíces. Ese fútbol que llena, que encanta y que es capaz de contagiar y reconquistar a mas de 40 millones de colombianos que quieren volver a ver a nuestra selección como las mejores del mundo.