droga, alcohol, sexo en el futbol....un problema?? o algo normal??

bno este topic es para que opinen acerca de las drogas, el alcohol y tdo lo relacionado con la indisciplina en los futbolistas.

para mi esto es un problema verdaderamente grave pq esta bien que lo futbolistas son seres humanos y merecen la diversion y tomar y........ pero esto mientras esten en competencia lo unico que hace es afectar al equipo pues un futbolista que lleva un vida desorganizada solo produce problemas..etc. ay les dejo un articulo para q opinen

Reyes de copas
Si Pamela Díaz cree que en Chile “los futbolistas se hacen tira cuando toman”, debería darse una vuelta por los estadios ingleses. Los inventores del fútbol cargan con una peligrosa tradición de prominentes carreras truncadas por el alcohol. Ni hablar de sus hinchas, que bien saben seguir los ejemplos de sus ídolos en la barra de los bares.
Fue ese simple comentario de la esposa de un futbolista lo que encendió las alarmas entre los jugadores chilenos y no faltaron quienes recomendaron a Manuel Neira “controlar” a su mujer. Es que hablar tan sueltamente de trago es complicado para los peloteros. Y más si la acusación viene tan de cerca.

Es que en Chile, la simple asociación con el ‘copete’ provoca reacciones inmediatas. Pero en otras latitudes futboleras el alcohol es tema. Más que eso, es un germen amenazante. “El fútbol de nuestro país está en peligro de morir de asqueamiento público y de ridículo”, escribió The Independent a propósito del último escándalo de sexo y alcohol que remeció a la Liga inglesa.

Sin embargo, el cronista James Lawton, autor de la frase, pudo respirar más aliviado el pasado jueves cuando los tres jugadores del Leicester City acusados de agresión sexual quedaron libres de los cargos que les imputaron tres mujeres que estaban alojadas en el mismo hotel.

Lo que sí reconocieron es que los tres estaban ‘arriba de la pelota’ cuando se relacionaron con las damas. Incluso, pensaban usar su lamentable estado etílico como atenuante.

Atrás quedó otra historia que amenazaba con dañar la reputación del fútbol inglés. Es que la Premier League, la misma donde el ruso Roman Abramovich y recientemente el Primer Ministro tailandés, Thaksin Shinawatra, invirtieron cientos de millones de dólares, huele a alcohol y escándalo desde hace rato.

Ya sea por una moda o por una simple constatación de hechos, parece ser una costumbre en los últimos años escandalizarse por la familiaridad de los futbolistas y de los hinchas ingleses con el trago. Y lo curioso es que ellos, lejos de defenderse, se acusan a sí mismos.


Las aventuras de los ‘hooligans’ son más que conocidas. Y si ahora parecen más tranquilos en su tierra es porque han exportado la violencia a otras canchas. En todo caso, en los recintos ingleses reina una aparente calma porque aunque el vandalismo ya casi no se ve en las graderías, los desórdenes se han esparcido por las calles, bares y lugares públicos.

De hecho, los últimos informes de la policía inglesa indican que la mayoría de las detenciones se produjeron en los alrededores de los estadios y uno de los principales problemas de los servicios de seguridad ingleses para combatir a los ‘hooligans’ es el uso de la tecnología -teléfonos celulares e Internet- para organizarse. Incluso, los líderes de las barras rivales se conectan por chat para hacer de un parque o una calle cualquiera el ‘club de la pelea’.

Y en estos encuentros el alcohol juega un rol protagónico, ya que es parte de la rutina de los aficionados. Un día de fútbol para un fanático inglés comienza en el pub, el paso obligado antes de ir al templo y profesar la devoción por el equipo. Y al llegar al estadio, saciar la sed con cerveza también es parte de la costumbre porque la venta del alcohol sólo se restringe quince minutos antes de comenzar un encuentro. Si hasta el entretiempo es oportunidad para comentar, vaso en mano, el devenir de los primeros 45 minutos.

Pero prohibir el alcohol es un estadio es cerrar la puerta a miles de dólares. Un ejemplo: desde la temporada 2002-2003, Budweiser se convirtió en la cerveza oficial del Manchester United, lo que le dio exclusividad en las cafeterías y bares del estadio de Old Trafford, además de otras regalías publicitarias.

Los futbolistas van por un camino paralelo y se las arreglan para zafarse de la custodia de los clubes. Es conocido que hace unos años, el entrenador de los ‘Diablos Rojos’, Alex Ferguson, recorría los pubs de Manchester por las noches para rescatar a sus jugadores borrachos. La tarea se convirtió en misión imposible porque los compañeros de barra advertían a los desobedientes cuando llegaba el jefe. Entonces, Ferguson tuvo que ceder: exige a sus dirigidos al menos una abstinencia de 24 horas antes de un partido.

Pero hay tipos que no pudieron decir que no, ni un día antes de un partido ni una semana tampoco. Por eso, el fútbol inglés se convirtió en algo así como el mejor escenario para algunos jugadores que terminaron siendo socios de la botella antes que de la pelota.

EL ‘REY DE LA CERVEZA’

-Me llamo Paul Gascoigne y soy alcohólico.
-Hola, Paul.

Esta ha sido la rutina en Alcohólicos Anónimos de quien fuera un objeto de adoración de los hinchas ingleses en los últimos años y la máxima estrella de ese fútbol hasta la aparición de David Beckham. Su clase, sus goles y las lágrimas que dejó en el pasto del estadio Delle Alpi cuando Alemania privó de la final de Italia’ 90 a la selección inglesa, donde ‘Gazza’ era figura, lo convirtieron en un jugador de culto.


Gascoigne ya no juega, pero sigue conmoviendo. Hace unos días reconoció su derrota ante el alcohol, que incluso lo llevó a pensar en el suicidio. “Estuve tan deprimido que lo pensé, pero no quiero que se compadezcan de mí. Sinceramente creí que no podría seguir mi vida sin beber y era muy complicado admitir que era alcohólico. Ya lo había dicho en entrevistas, pero nunca salió directamente de mi corazón”, dijo.

’Gazza’ se convirtió en un estereotipo del jugador inglés, héroe para sus seguidores que celebran cada una de sus genialidades hasta que termina por cansar. Sus romances con las camisetas de Tottenham, Lazio, Everton y Glasgow Rangers quedaron atrás y pasó sus últimos años alternando las canchas con las clínicas de rehabilitación y las comisarías. Su frase de cabecera era “pasaba más tiempo bebiendo del que debía, pero prometo que mi estilo de vida será distinto a partir de ahora”. Cada vez que abandonaba los centros de rehabilitación la repetía.

Por estos días está en China peleando por liberarse de su pasado y buscando otra oportunidad, esta vez como técnico. “Es difícil imaginarlo dando órdenes y predicando con el ejemplo”, ironizan los medios. Es que su currículum no lo ayuda. Golpeó a su esposa, metió un bus en una cancha de entrenamiento y se perdió el Mundial de Francia por destrozar un hotel completamente borracho días antes que el DT Glenn Hoddle diera la lista mundialista. Pero tiene algo más en mente: quiere abrir un centro para alcohólicos en Liverpool.

Gascoigne tuvo un antecesor de lujo. “Gasté mucho dinero en autos, alcohol y mujeres. El resto lo malgasté”, dijo el norirlandés George Best, genio del fútbol británico. Alguna vez, Pelé dijo que fue el mejor jugador que vio en una cancha. El delantero del Manchester United era famoso por su facilidad para escapar de los defensas rivales al igual que a los bares en sus horas libres. Best fue artífice de la Copa de Campeones que ganaron los ‘Diablos Rojos’ en 1968 y su popularidad era tan grande que fue bautizado como “el quinto Beatle”.

La siguiente temporada repitió sus buenas actuaciones pero llegó hasta ahí no más. Después no volvió a ser el mismo: la vida nocturna y el alcohol le ganaron el partido. Se desaparecía por semanas y pasaba más tiempo castigado por indisciplina que entrenando hasta que decidió dejar el fútbol cuando sólo tenía 26 años, hastiado del asedio periodístico y de la desilusión de sus compañeros y seguidores.

El trago le pasó la cuenta, sufrió varias trombosis coronarias y se le diagnosticó una cirrosis crónica. En julio del 2002 fue sometido a un transplante de hígado en una operación que tardó más de diez horas. Un día después ya había dado señales de recuperación. “No va a ser fácil, pero con una gran determinación y un poco de suerte, creo que voy a probar que nunca es tarde para dejarlo”, dijo. No lo consiguió.

Nunca dejó de ser noticia. Borracheras, escándalos, apuestas ilegales, problemas de impuestos y hasta un ataque a un policía destacan por sobre sus intentos como comentarista deportivo o entrenador. Su última aparición pública fue hace un par de semanas cuando en una entrevista se jactó de haber estado con más de mil mujeres. Días antes, fue arrestado por conducir ebrio tras salir de un restaurante y se le quitó la licencia.

El actual capitán del Manchester también tiene un capítulo que contar, y lo escribió en su autobiografía. Roy Keane nunca dejó de reconocerse como un futbolista problemático. No le importó admitir que esperó tres años para encontrarse de nuevo con el noruego Alf Inge Haaland en una cancha para lesionarlo gravemente. Tampoco le importó tomar un avión en Japón para volver a su país a días de comenzar el pasado Mundial tras insultar a su entrenador, decisión que ni el Primer Ministro pudo revertir. Episodios como estos se amontonan y el culpable es uno solo: su adicción al alcohol.

“Es mi gran problema. Trato de controlar mi temperamento, pero cuando pienso en lo que hice me vuelvo loco”, declaró. Keane comenzó a tomar cuando fue transferido a los ‘Red Devils’ desde el Nottingham Forest en 1993, según escribió en su libro. “Estaba disfrutando una temporada espectacular y comencé a seguir una rutina de alcohol tras los éxitos con el Manchester. Después de cada partido íbamos al pub del hotel y más tarde a una discoteca. Eran fines de semana de pura borrachera”, dijo. Luego admitió que el DT del equipo, Alex Ferguson lo encaró en varias oportunidades por irse de copas.

Keane asegura que quiere cambiar. “Muchas cosas me han convencido que la bebida no era para mí. En la actualidad estoy cuidándome porque no quiero terminar haciendo terapia para bebedores”, dijo.

El eterno capitán del Arsenal, Tony Adams, no escapa a la regla. Se convirtió en asiduo a Alcohólicos Anónimos, pero además sumó a su prontuario problemas con las drogas y líos de faldas. Fue detenido y encarcelado por conducir borracho y su carrera estuvo a un paso de irse al suelo. Sin embargo, sobrevivió y con 18 años en el club del norte de Londres pasó a ser una de las leyendas del Arsenal, así como también un ejemplo para no seguir. Al igual que Keane, también llevó sus vivencias a un libro, que se convirtió en un best-seller en Inglaterra.