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Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
Heráclito
22-11-2015, 16:32:42
Las Farc (y el ELN, claro está) no son unos angelitos como tampoco lo son sus antagonistas, ni mucho menos los generales asesinos que ensuciaron su uniforme degradándose al igual que sus enemigos, y muchos sapos son los que habrá de tragarse la sociedad colombiana con los de ese lado, así como tocó hacerlo hace ocho años con los paramilitares y tocará hacerlo con los uniformados delincuentes, porque no hay paz perfecta.

Según las cuentas del gobierno se está a pocos meses de terminar cincuenta años de confrontación armada entre el Estado colombiano y los sobrevivientes de Marquetalia, El Pato, Guayabero y Río Chiquito, una excepción a los vientos de guerra que soplan en el mundo. Pero como se dijo desde el principio, nada está acordado hasta que todo esté acordado, y aún falta la rúbrica final.

Confiemos en que Colombia contradiga al mundo y las Farc entiendan lo que se están jugando. Es su última oportunidad.

Apúrese, 'Timochenko'

Con lo que está pasando en el mundo, cuidado y a 'Timochenko' y sus secuaces se les pasa la hora.

Por: MAURICIO VARGAS 22 de noviembre de 2015

Como consecuencia de los atentados yihadistas en París, que dejaron 130 muertos en acciones de violencia fanática e indiscriminada hace diez días, los gobernantes europeos y sus pares ruso y estadounidense andan debatiendo diferentes medidas para detener al aterrador Estado Islámico. Discuten si limitar sus acciones militares de represalia a intensos bombardeos en los enclaves del EI en Siria y otras regiones del Medio Oriente, o desplegar en tierra a miles de soldados. También evalúan nuevos recursos de inteligencia para detectar y desbaratar las redes del EI en Europa, medidas represivas que incluyen el bloqueo de páginas y redes en internet, y el registro detallado de todos los movimientos de turistas y pasajeros.

Hay una sola opción que ni siquiera consideran: la negociación. Quien se atreva hoy a proponer un diálogo político con el EI será tomado por orate. Con el terrorismo no se negocia, no se transige, no se crean canales de diálogo, piensan hoy la inmensa mayoría de los gobiernos del mundo, de Putin a Obama, pasando por las monarquías árabes, los ayatolás iraníes y los comunistas chinos.

De hecho, casi la única excepción a esa regla en el planeta es la que se da cita en La Habana, donde el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc –que tienen un larguísimo historial terrorista– negocian el final del conflicto de la sociedad colombiana con esa guerrilla, su desmonte y su transformación en partido político legal y pacífico.

No digo que sea una locura. Las Farc no son el EI, no cuentan entre sus filas con asesinos suicidas ni gritan “Alá es grande” a la hora de lanzar un ataque. Pero hay parecidos: atentados como el del club El Nogal de Bogotá en el 2003 o ataques contra la población civil inerme, como la que ocupaba la iglesia de Bojayá en mayo del 2002, no están lejos de los asaltos del EI en Francia, Líbano o Nigeria. Tanto el EI como las Farc han reclutado menores y secuestrado de manera masiva, y se han lucrado del narcotráfico y el petróleo. Y ambos justifican sus acciones violentas en las ideas: el comunismo tiene mucho de religión y la religión mucho de ideología. Pero, además, al igual que las Farc, el terrorismo islamista tiene estrechos vínculos con el Gobierno venezolano, que está en la mira de Washington.

Negociar con terroristas fue costumbre en el mundo durante varias décadas. Todo cambió con los atentados del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos. No es exagerado decir que a partir de entonces las Farc comenzaron a perder mucho de su atractivo internacional que llevaba a algunos en Europa a mirarlas como redentoras del pueblo.

Las graves derrotas militares que esa guerrilla sufrió bajo los dos mandatos de Álvaro Uribe y los primeros meses de Santos abrieron la posibilidad de negociar el desmonte de las Farc en la mesa de diálogo. Iba a ser algo de unos pocos meses –el país había ensayado la negociación con ese grupo varias veces durante un cuarto de siglo– y al principio parecía claro que no habría perdón sin cárcel para los responsables de los mayores crímenes.

La negociación acaba de cumplir tres años con muchas más concesiones a las Farc de las previstas al comienzo. Y aunque el presidente Santos le puso una fecha límite –marzo próximo–, ahora ‘Timochenko’ y sus secuaces andan insinuando que la cosa puede tomar más tiempo. El Presidente no puede permitirlo y los comandantes guerrilleros deben tomar conciencia de que si siguen mamando gallo, el pan del acuerdo se les puede quemar en la puerta del horno. Tras las recientes acciones terroristas del EI, los jefes de las Farc corren el riesgo de levantarse una mañana con la prohibición expresa y definitiva de la comunidad internacional de cualquier negociación con terroristas. Cuidado y al señor ‘Timochenko’ se le pasa la hora.

MAURICIO VARGAS

Fuente: El Tiempo