Pues los felicito a ambos por lo abiertos y por lo decentes porque, aunque no parezca, para esto se necesita decencia.
Yo estuve casado hace años con una mujer muy arrecha y muy puta. Le encantaba dar guinda,o sea, abrir las piernas para que le vieran los calzones, le encantaba arrechar a las visitas y le encantaba pichar con todo el mundo. Pero no consentía que a mí me miraran. Y era un lío.
No se me olvida que estábamos en una fiesta y allí estaba un amigo de mi infancia que había andado mucho detrás de ella antes de que ella y yo fuéramos novios. Cuando ella ya se había tomado muchos tragos vino a decirme que quería contarme algo, pero con el compromiso de que no me enojara.
Entonces me contó que Alberto, que así se llamaba mi amigo, estaba diciéndole cosas, que cómo estaba de buena (que era muy cierto), que qué piernas tan ricas, que qué teticas tan lindas, etc.
Entonces me dijo que por qué no lo invitábamos a la casa y que nos fuéramos antes de que terminara la fiesta, que ella quería jugar con él, quería abrirle las piernas para dejarse ver los calzones y ponerlo arrecho.
A mí me gustó la idea y eso hicimos. Llegamos, sacamos licor, pusimos música y ella empezó a abrir las piernas y a dejarse ver los cucos y a dejar que la falda se le subiera todo lo posible, hasta que hubo señales perceptibles del efecto que su juego hacía en la polla de mi amigo.
Entonces mi mujer, siempre tan provocadora y tan puta, me dijo que como yo me paraba a cada rato a cambiar la música, quería pedirme permiso para que Alberto la cargara porque estaba muy consentida. Yo le dije que no había inconveniente y se le sentó en las piernas y mientras seguíamos bebiendo y oyendo música ella se frotaba contra la polla de Alberto y la temperatura fue subiendo.
De un momento a otro pidió permiso para ir al baño, permiso que no necesitaba porque estaba en su propia casa y, al regreso, volvió con tan sólo la blusa, los calzones y las sandalias de tacón puestas. Se había quitado el brassier y la falda. La verdad es que se veía espectacular, porque se le transparentaban sus tetas bien paraditas y porque tenía una piernotas largas, fuertes, divinas, pues había sido nadadora, y unos pies muy lindos y bien cuidados.
De modo que volvió a sentarse encima de Alberto, hasta que él no aguantó más y comenzó a sobarle las tetas de frente, delante de mí, como a ver yo qué decía. Y como yo seguí conversando normalmente y sirviendo el traguito y poniendo música y yendo a la cocina por las cocacolas dejándolos solos, cuando volví ya él le había quitado la blusa, de manera que quedó solamente en calzones.
Entonces ella misma me dijo que notaba que Alberto estaba muy duro, que hacía mucho calor y que si me dejaba que ella le quitara la ropa. Y yo le dije que claro, que lo hiciera. De manera que ella se quitó también lo que le quedaba y comenzaron a sobarse de frente, a besarse en la boca y él le chupaba las tetas, hasta que se puso tan arrecha que comenzó a mamarle la polla.
Ella decía que lo que la arrechaba tanto era que yo la viera mientras hacía su número. Entonces todo terminó, como era de esperar, en la cama, echándose un gran polvo.
Terminado, nos regresamos al estudio en donde estábamos y la muy perra ni siquiera se lavó el coño, sino que dejó que el semen de mi amigo le escurriera por la entrepierna hasta sus sandalias de tacón. ¡Un espectáculo!
Mi amigo quedó encantado y el juego lo repetimos varias veces.
El único problema o, mejor, los únicos dos problemas eran: uno, que, tal como dije, mi mujer no permitía que me miraran. Y, dos, que la mujer de mi amigo y yo nos gustábamos pero él tampoco permitía que se la miraran.
Lástima. Porque eso llevó al distanciamiento entre todos. Por eso decía que asuntos de esta naturaleza exigen mucha decencia y permitir al otro lo que uno se permite.
Como veo que son de Bogotá, quiero decirles que yo estoy en Cali y de vez en cuando viajo a Bogotá. Lo que les he contado no es fantasía y tengo mucho más para contar. Si quieren establecer contacto, mi dirección electrónica es
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