La jugada de Santos es buena porque obliga a Nicaragua a rechazarla lo que deja en un punto muerto el fallo de La Haya. Por tanto, Colombia, de hecho (no jurídcamente) conserva al menos la plataforma continental anterior, lo que seguramente dará lugar a roces que incluso pueden provocar incidentes mayores, dando ocasión para que la Comunidad internacional entre a mediar como ha sucedido en otros casos, lo que dará ocasión a un fallo más acorde con la realidad geográfica y política.

En otras palabras, esto va para largo, quizás una o dos décadas, con gobernantes distintos que lleguen a un acuerdo común y Santos se quita esa papa caliente de las manos, dejándosela a sus sucesores.