No es lo mismo una declaración agresiva y pendenciera en la que Ortega anuncia que la provincia de Guanacaste es nicaragüense y que pretende reclamarla en la CIJ, que el fallo de esta Corte que los estados que reconocen su jurisdicción están obligados a respetarla.

Se cree por algunos colombianos, como el irresponsable Uribe y su corte de aduladores, que a lo matón de vereda, lo que hay es que "tener pantalones" y desconocer un fallo internacional, lo que implica que nuestro país entrara en una situación de guerra con Nicaragua al tomar por la fuerza el territorio que estuvo en disputa.

Está bien para Uribe al que no le importó violar el derecho internacional y bombardear el territorio de Ecuador (¿se habría atrevido a hacerlo con Venezuela?) porque para él la ley no sirve sino es en su propio beneficio. Pero el país no está para aventuras militaristas y oponerse por las vías de hecho a las leyes internacionales.

Basta decir que esta agresión haría posible una Resolución en contra por las Naciones Unidas, con la posible intervención del Consejo de Seguridad y las consiguientes sanciones internacionales, aparte del aislamiento diplomático y los costos comerciales y sociales para el país. De un país que va por el sendero del progreso nos convertiríamos en un país fallido. ¿Eso es lo que queremos para demostrar que somos muy machos?

Lo que ha hecho el Presidente Santos es lo que haría en cualquier país civilizado un estadista. Agotar todos los recursos posibles ante la CIJ, asesorándose de expertos y en caso de confirmarse el fallo, acatarlo. Se perdió por errores de sus antecesores y lo que debe hacerse es acomodar el país a las nuevas circunstancias, porque, repito, se está ante un fallo en derecho y no ante un golpe de mano.