La poesía de las imágenes espaciales se confirma con esta imagen del nacimiento de una estrella, casi en una oscuridad uterina, aún no quemando hidrógeno.

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La imagen del vientre que tenemos es la de un espacio oscuro, un canal de gestación en el que el feto toma sustancia, revolviendo en una marea de elmentos para brotar a la luz. Esta imagen, impronta de la biología humana, no es del todo inconexa con la gestación de una estrella -al menos de la que se muestra en esta fascinante imagen que presenta la revista Wired, donde podemos ver en las nubes galácticas el nacimiento de una estrella, como si se tratara de un feto de luz espectral ignitando su existencia.

The Darkness, llama Wired a este espacio contrastado, casi un claroscuro de un maestro flamenco que fuera azogado en el espacio celeste, del que emerge una luz mística. En las nubes ominosas que se desovillan se refleja la luz brillnte de una joven estrella RNO 91 –apenas gas, hielo y polvo que resplandece a 520 años de luz de la Tierra en la constelación de Ofiuco, el portador de la serpiente, el signo zodiaco renegado. En esta oscuridad seminal se revela el incipiente astro –aletea la serpiente — que aún no quema hidógeno en su núcleo, brilla solamente por la contracción gravitacional. Cuando esta compresión llegue a una masa crítica se producirá una fusión que desprenderá enormes cantidades de energía, dando inicio a la vida adulta de la estrella.