La amígdala cerebral y la corteza cingulada anterior.
Como explicamos, un zombie es gobernado por sus impulsos, necesidades y emociones básicas como la rabia o el hambre, los cuales viven en los rincones más primitivos del cerebro, entre ellos: la amígdala cerebral. El cerebro del cocodrilo por ejemplo, es controlado principalmente por la amígdala. Los científicos corroboraron esto induciendo lesiones en la amígdala de ciertos animales y observando una disminución de su capacidad de reacción y ataque. El balance es mantenido por la corteza cingulada anterior, la cual ‘modula’ la comunicación entre la amígdala y el lóbulo frontal, es decir, en caso de que la amígdala genere miedo, rabia o lujuria, la corteza cingulada entra en acción y permite que el lóbulo frontal tenga tiempo de "pensar antes de actuar".
Al tener una corteza cingulada defectuosa debido a un daño en el lóbulo frontal, los zombies no tendrían manera de modular sus sentimientos. Siempre tienen hambre, siempre sienten bronca.
El cerebelo y los ganglios basales.
Los zombies sufren de daños en el cerebelo y ganglios basales, partes del cerebro que hacen posible que el cuerpo tenga movilidad fluída y coordinación. Es por eso que los zombies caminan tambaleandose, arrastrando sus miembros y con cierto temblor.
En la opinión del doctor Schlozman, los ‘infectados’ de la película Exterminio (28 Days Later) no son zombies ya que poseen cierto tipo de ‘actividad alta en la zona de la corteza que les permite cazar humanos’. Adicionalmente los ‘infectados’ exhiben capacidad motriz avanzada e incluso pueden correr, escalar y saltar de manera sobre-humana.