Respuesta: El día que se detuvo el Sol
El Día Perdido
El final de la historia, y que nadie sabía hasta hoy, fue que Juanito, el científico agnóstico, reportó a los científicos que un punto decimal fuera de lugar fue el que causó el problema. Cuando lo colocaron en su verdadera posición, los datos fluyeron tan exactos y como deberían ser.
El sujeto cristiano fue despedido por andar hablando cosas sin pensar científicamente y por tratar de convencer a los verdaderos científicos para que pensaran igual que él. Varias fuentes revelaron que en su casillero ya tenía preparados varios folletos con la finalidad de dárselos a los científicos y convencerlos de unirse a su secta. Hoy en día, el único modo en que el cristiano puede ver a la NASA es a través de la televisión.
En lo que respecta a los científicos, ahora están bajo las órdenes de Juanito; avergonzados por haberse dejado llevar por las peroratas de un fanático religioso ignorante y pensando que en el futuro jamás volverían a aceptar una estupidez sin antes analizarla a la luz de la CIENCIA.
Juanito aceptó de buen grado el nuevo puesto y tuvo un excelente desempeño hasta que se retiró. Fue un jefe paciente y sabio, y cada vez que existía una duda, mandaba traer un gran libro negro que era ─no la Biblia─ sino el manual de procedimientos técnicos y científicos. Cuando se le preguntó cómo fue que supo que el sujeto cristiano estaba equivocado, él invariablemente respondía: “Mis padres siempre me aconsejaron que jamas tomara en serio a una persona que puede recitar versículos enteros de cualquier libro religioso”.
En cuanto a la Religión, se le ha dictado una orden de restricción y no puede acercarse a la Ciencia a menos de un millón de años luz o hasta que llegue el Juicio Final, lo que ocurra primero.
Basado en un artículo de Snopes.com por Barbara y david P. Mikkelson
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Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
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