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Predeterminado Respuesta: BRIAN EPSTEIN : El Quinto Beatle / Y Todo Antes de los 32 Años Brian Epstein, un libro q




Cita:
Pagando el pato
Sí pecó de ingenuo al ceder el 50% de los derechos editoriales a Dick James, cabecilla de DJM; en el libro, Paul McCartney cuenta que aceptaron estampar sus firmas tras oír el bla-bla-bla de un abogado del que ellos pensaban que representaba sus intereses, aunque en realidad era un enviado de DJM. Todas las desdichas de los Beatles en ese aspecto --el hecho de que sea ahora Michael Jackson el propietario de las canciones-- derivan de aquel error. Ocurre que el mundo de las editoriales era un misterio para ellos, igual que para muchos rockeros actuales.

En el año 2001 es muy fácil echarle la culpa a Brian Epstein, pero... un momento, un momento: estoy seguro de que hoy, ahora mismo, se están firmando contratos igualmente leoninos sin que protesten los músicos o sus representantes, que olvidan las precauciones elementales --por ejemplo, que alguien revise la letra pequeña-- al estar deslumbrados por las promesas de estrellato. Como los Beatles, ellos también están ansiosos por grabar y pactarían con el diablo (y muchas veces el coleguita de la discográfica es realmente el demonio, aunque no tenga cuernos ni cola).

En "Brian Epstein" se evidencia que era un personaje hasta demasiado caballeroso para el negocio de la música: creía en la palabra dada. Cumplía sus compromisos: los Beatles hicieron actuaciones por un caché mínimo que se habían firmado cuando todavía no había comenzado el boom (en esos casos se suele renegociar el dinero o, si el manager tira hacia lo despiadado, se suspenden con un falso certificado de enfermedad). También puede afirmarse que la honestidad de Epstein y su insistencia con modos de "gentleman" le abrieron muchas puertas, especialmente en Estados Unidos.

Su mayor error fue en el asunto del merchandising, precisamente con empresas estadounidenses: Epstein cedió permisos para comercializar objetos relacionados con The Beatles a compañías pequeñas británicas hasta que dio la exclusiva a una grande, Seltaeb, con base en Nueva York... por el ridículo porcentaje del diez por ciento de los beneficios. Cuando advirtió el error y comprobó que Seltaeb no era diligente en los pagos ni en la contabilidad, fue a juicio contra ellos. Seltaeb respondió con una contrademanda, alegando que los anteriores permisos eran ilegales. Seltaeb ganó en primera instancia y Epstein, obligado a testificar en Nueva York, sufrió hasta que se logró un acuerdo. Para entonces, el mercado del merchandasing beatle estaba quemado.

La era del "Big rock business"
El problema es que con los Beatles nació el gran negocio del rock y no había un mapa, un manual para desenvolverse. Además, Epstein estaba al frente de una escudería de artistas de Liverpool que incluía a Gerry & the Pacemakers, Billy J. Kramer & the Dakotas o Cilla Black. Cuando él y los Beatles fueron a conocer a Elvis, el manager de éste, el Coronel Parker, alucinó al saber que Epstein no se dedicaba únicamente a John, Paul, George y Ringo.





Tenía razón el viejo pirata.


Considerando las circunstancias, Epstein desarrolló una organización eficaz, que supo llevar al cuarteto por todo el mundo sin grandes contratiempos (excepto la desdichada visita a Filipinas, donde los matones del presidente Marcos agredieron a los melenudos, que habían desatendido una invitación de la simpática Ymelda). Una organización que funcionaba aunque Brian desapareciera unos días, en medio de una gira, siguiendo algún impulso sexual.


Una vez conquistado el mundo, los Beatles decidieron dejar de girar. Aunque algunos atribuyen a esa disminución de responsabilidades la posterior caída en picado de Epstein, lo cierto es que entonces tuvo la posibilidad de vivir a su gusto. Y lo hizo. A fondo. Se despertaba a la hora que quería y la toma de decisiones estaba a expensas de su nocturnidad. Se aficionó al juego y aumentó el abanico de drogas que consumía (marihuana y LSD, aparte de las de farmacia). Al margen de muchas aventuras, tuvo un noviazgo tormentoso con un chapero bisexual y rastrero que le proporcionó constantes os.

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