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#1 |
Denunciante Dorado
 |  Sentencia polémica a exdictador guatemalteco
Calificación: de
5,00
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Fotо: EPA
La inesperada decisión de la Corte Constitucional de Guatemala de anular las acusaciones de genocidio del exdictador Efraín Ríos Montt originó acaloradas polémicas no solo entre sus compatriotas sino también en otros países de América Central.
Ígor Kudrin escribe sobre esta extraña clemencia respecto al verdugo.
Es de lamentar que en América Latina este no sea el primer caso, ni mucho menos, en que se pretende absolver a un excabecilla de asesinos y opresores, encontrando para ello cualesquiera pretexto. Para no enumerar otros casos de tal perdón, sea suficiente recordar al dictador chileno Augusto Pinochet. Contra él se reunieron cientos de volúmenes con descripción de los crímenes más monstruosos, sin embargo se le permitió, bajo los más diversos pretextos, fallecer tranquilamente en un hospital de Santiago en diciembre de 2006. Gracias a los partidarios de Pinochet, en el país se olvidó poco después a sus numerosas víctimas y ultrajes a las personas, sus represiones contra centenares de víctimas de las cuales oí, en particular de boca del dirigente de los comunistas Luis Corvalán y de su hijo Luis Alberto, sometidos a suplicios en campos de concentración de la junta. Huelga decir que en la historia de casi todos los países latinoamericanos les hablarán de miles de hombres y mujeres caídos a manos de los verdugos, víctimas de dictadores y fascistas. Los habitantes locales recuerdan a estos criminales tan solo porque mataron, entre torturas y vejámenes, a sus amigos, parientes, conocidos. Efraín Ríos Montt también inscribió sus fechorías en la triste historia de Guatemala. Y nadie se asombró cuando en mayo último el exdictador fuera condenado a ochenta años de prisión. Se acordó de las numerosas bestialidades cometidas durante su dictadura, en primer lugar de las represiones de casi dos mil indígenas en los años ochenta del siglo pasado. Contra sus antiguos poblados la dictadura aplicaba la táctica de “tierra quemada”, sin respetar a los ancianos y a los niños. Ríos Montt, que se encaramó en el poder en 1962 mediante una asonada castrense, se hizo general y gozaba del apoyo de Washington. En los primeros dos años de su gobierno el ejército guatemalteco que se distinguía por su crueldad, perpetró una sarta de operaciones de castigo contra la población desprotegida. Por sus órdenes los soldados reprimieron a diez mil guatemaltecos. Pero más tarde la fiscalía redujo esta cifra diez veces, gracias a lo que el dictador fue considerado casi inculpable. Es cierto que un año después la crueldad del general llevó a su derrocamiento. Sin embargo, después tuvo otras ascensiones y condecoraciones. De todos modos, el genocidio y otros crímenes llevaron a su condena por un tribunal de primera instancia: ochenta años de cárcel. Este proceso judicial no ha tenido precedente en Guatemala, si bien el país había vivido ya treinta y seis años de un conflicto militar intestino y conocido a no pocos dictadores. Pero la fiscalía pudo reunir pruebas tan solo contra Montt.
Como es natural, igual que en países vecinos en los que de tiempo en tiempo reinaban los malvados como Ríos Montt, tras la caída de dictaduras la población esperaba castigar a los verdugos, pero sus esperanzas no siempre se hacían realidad. De alguna manera el verdugo guatemalteco evitó el castigo. Si bien el fiscal exigía setenta y cinco años de cárcel, este pasó entre rejas tan solo diez días. Así de “humana” fue la condena por los crímenes de lesa humanidad, aun cuando la ley le amenazaba con ochenta años de prisión para que pudiera reflexionar sobre sus fechorías. Es verdad que ahora los jueces llegaron a la conclusión de que sus “colegas humanos” tomaron una decisión demasiado suave, que se debe revisar. No obstante, el abogado del dictador Francisco García prácticamente justifica los crímenes del exdictador: él acusa a los testigos de crímenes del exdictador de haberle atribuido crímenes que no había cometido nunca. Por ejemplo, la violación de mujeres. Y esto no es genocidio. En cada guerra son culpables tanto las tropas gubernamentales como los que les hacen frente…
Es difícil decir si podrán tales abogados salvar al criminal del merecido castigo. Sea como sea, el verdugo guatemalteco es el primer líder en América Latina condenado a prisión por semejantes crímenes. Es verdad que al cabo de cierto tiempo la Corte Constitucional de Guatemala anuló el grave castigo, considerando que en todo es culpable la polémica entre jueces que no pudieron por alguna razón definir la verdadera culpa de Ríos Montt y no comprendieron la extraña misericordia de sus colegas.
vs/kg/er
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