Denunciante Dorado
 |  Serbia 1999: OTAN, ¿dónde está tu victoria?
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Foto: en.wikipedia.org
Los turcos afirmaban en tiempos del Imperio osmánico que, si controlas el Danubio, controlas Europa. Este proverbio adquirió singular vigencia en la primavera de 1999, cuando en los primeros días del “Ángel de la caridad” fueron destruidos los tres puentes en la ciudad de Novi Sad.
En Bruselas habían decidido convertir Serbia en una isla, separándola no solo del granero principal, sino de la planta refinadora de petróleo. Los serbios recuerdan hasta ahora con dolor aquellos horrorosos setenta y nueve días y noches de los bombardeos de la OTAN. Durante un viaje de servicio reciente a la capital de Voievodina me encontré con aquellos que nunca podrán olvidar aquellos días pavorosos de 1999. La profesora Dushanka Duban, de la universidad de Novi Sad me comentaba:
–Ellos destruyeron los puentes de mi juventud. La OTAN se propuso castigar a Milosevic por su insumisión, pero castigó a todo el pueblo serbio y a nuestros vecinos, que sufren pérdidas hasta el día de hoy. Es una pena que nadie ha respondido por ese acto de barbarie.
La economía de Serbia sufrió pérdidas por más de cien mil millones de euros en la primavera de 1999. Occidente no entregó finalmente préstamos para la reconstrucción, limitándose a condonar las deudas de los tiempos del Mariscal Tito. De manera que, los puentes de Novi Sad fueron reconstruidos con esfuerzos propios. Bogdan Radulovic, de la ciudad de Novi Sad expresa:
–Estos puentes son necesarios no solo para nosotros, los serbios: son necesarios para todos los europeos. Pues aquí, en el Danubio, está un punto que une el Norte y el Sur de Europa. Pienso que la Unión Europea y la OTAN están simplemente obligadas a cancelarnos esas cuentas. Y es que ellos destruyeron la infraestructura de Voievodino, lo que no es cualquier cosa.
Los serbios lograron reconstruir los puentes pero, ¿quién va a despejar el curso del río, colmado de bombas y de minas como está? Sladjan Petrovic considera que deben hacerlo aquellos que arrojaron sus tomahawksobre nuestras cabezas:
–Por qué los pilotos de la OTAN confundieron Voievodino con Kosovo. Aquí no ha habido nunca albaneses, y han vivido siempre húngaros y serbios. En Bruselas conocían al parecer mal nuestra historia, y de paso, la geografía. Pues afirmaban que Novi Sad era la capital de Kosovo. Y de ahí que volaron hasta acá a defender a los albaneses. Pero, ¿qué culpa teníamos nosotros y nuestro Danubio? ¿O nuestro centro de televisión?
De toda Serbia traen hoy día en excursión a Novi Sad a niños y escolares. Al parecer, la población no está dispuesta a olvidar la reciente tragedia. Y es que la Unión Europea impartió una lección de democracia tal que quedará grabada en la memoria de varias generaciones. Viesna Baniatz trabaja hace ya más de veinte años como pedagoga en un jardín de la infancia de Belgrado. Al igual que millares de habitantes de la capital de Serbia defendió su ciudad en aras de sus pequeños pupilos. La valiente educadora de párvulos recuerda:
–Hace catorce años fueron causadas a mi Belgrado heridas dolorosas. Cuando vimos por la televisión que Novi Sad había quedado sin puentes, fui una de los muchos miles de belgradeses que decidieron defender los puentes de la capital con nuestros cuerpos. Y es que, estos eran los últimos hilos que unían a Serbia con Europa. No veíamos a nuestros enemigos, pues estaban muy alto, pero cada día bombardeaban nuestro país. Cada minuto recibíamos bofetadas, cada segundo nos humillaban. En los serbios no existe la tradición de perdonar las ofensas, y siempre nos hemos defendido. Pero, este era un caso especial. Sabíamos que la armada de la OTAN se había descargado sobre nosotros. Y las gentes eran impotentes frente a ******os tan modernos y caros que recorrían los cielos de Belgrado. Y de ahí que, la gente de a pie decidió que el agresor debe ver a quien se disponen a exterminar. Y espontáneamente acudí hasta el puente “Gazelle”, donde se encontraban ya cientos de belgradeses. Rápidamente nos hicimos amigos, comenzamos a cantar, a bromear para de esa manera neutralizar el miedo. ¿Era aquello horrible? Para mí no, aunque en cualquier momento podíamos perder la vida. Nadie podía saber la tarea que había recibido el piloto de la OTAN de su cuartel en Bruselas. Pero, cuando nosotros defendimos así el puente “Gazelle”, durante varias semanas, y de ello se enteró el mundo, nosotros entendimos que el enemigo invisible había sido derrotado. Nosotros logramos conservar nuestra ciudad, sus comunicaciones con el mundo, mantuvimos en alto nuestra dignidad. En los primeros días, cada uno de nosotros llevaba adherido un signo especial, en el que se leía: “Dispárame: yo soy blanco de la OTAN”. Todos nosotros nos convertimos entonces en un enorme blanco de la OTAN.
Los puentes estaban colmados de personas muy diversas: jóvenes y viejos, belgradeses y de otras ciudades. Todos ellos confiaban en la cordura, pero EEUU había decidido castigar a los serbios indómitos, por el hecho que el pueblo intentaba conservar la integridad de su país. Y por ello sufrieron un infierno de casi tres meses de pesadillas, debieron llorar cientos de muertos, la industria destruida, los puentes derribados, el territorio contaminado. Pero, el pueblo serbio resultó ser más fuerte que la OTAN, más fuerte que el agresor. Este no logró quebrantarlo y lo resistió todo, para vergüenza de los bárbaros de la UE y de la OTAN.
sb/lj/er
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