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Es común verlos agarrados a los árboles de los bosques de Indonesia, Borneo y las islas Filipinas y Célebes. Sumamente pequeños, menores que una rata y con las patitas muy delgadas, es imposible no fijarse en sus gigantescos ojazos. Cada globo ocular mide 16 milímetros de diámetro, tan largo como su cerebro. Son solitarios y nocturnos, por lo que reciben el sobrenombre de fantasma, espectro o espíritu del bosque.