BIMOTA
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La historia de esta empresa italiana se remonta a los años setenta, cuando comenzó fabricando cuadros de carrera para Yamaha y Honda. Fue precisamente por un incidente con esta última marca por lo que Bimota inició su trayectoria.
En 1972, el diseñador Massimo Tamburini era sólo un apasionado corredor y rompió su Honda 750 Four (una de las motos míticas por excelencia) en la pista de competición de Misano. El que después fue el creador entre muchos otros de excelentes modelos de carreras para MV Agusta (F4) o para Ducati (Paso), tomó a su cargo la construcción de un nuevo cuadro tubular de acero que soportara la potencia desarrollada por los motores japoneses, pensando en esos momentos, tan sólo, en recuperarse de sus heridas y seguir corriendo.
De hecho, Tamburini fue uno de los tres fundadores de Bimota como empresa de motocicletas, marca que resulta acrónimo de los nombres de todos ellos: Bianchi, Morri y Tamburini. El primero de ellos, Bianchi, no estuvo interesado en los motores y continuó con el negocio que antes desarrollaba la compañía, los sistemas de ventilación.
Los primeros pasos de la compañía fueron de la mano de la excelencia técnica, que convirtieron los cuadros de Bimota en los más buscados de los circuitos. El venezolano Cecotto ganó el mundial de 1975 con un chasis Bimota. A partir de ahí los pedidos para competición marcaron el prestigio de la marca.
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Pero para finales de los setenta, la compañía de Rimini comenzó a fabricar motocicletas deportivas propias, con el punto de inflexión que supuso la KB1, con motor Kawasaki japonés y montaje a medida.
La perfecta simbiosis de puesta a punto italiana y motorización nipona hizo a todas las motos que salían del taller de Bimota potentes sobre la pista pero más ligeras y manejables.
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En los años ochenta, el fundador, Massimo Tamburini, abandonó la compañía y fue sustituido en 1983 por el ingeniero Federico Martini. Si bien antes de él Bimota había desarrollado sus máquinas con motorizaciones Suzuki, Yamaha y alguna Honda, fue a partir de entonces cuando comenzaron a trabajar sobre Ducati, marca en la que ya se había desarrollado el trabajo de Martini. Aparecieron entonces modelos como el DB1, con un innovador marco de aleación, muy ligero, que rodeaba el motor y que serviría de base para las creaciones de las décadas siguientes.
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De nuevo con el cambio de década, Martini fue sustituido por otro director técnico, Pierluigi Marconi, un íntimo colaborador del anterior. Y en 1993 el último de los fundadores, Morri, también dejó la compañía, y su cargo de administrador general fue a parar a manos de Walter Martini. Bajo su mando, en esos años noventa, salió al mercado uno de los modelos más recordados de la empresa de Rimini: la incomparable Tesi monobrazo con motor Ducati, creada en varias versiones.
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El trabajo de alta tecnología y en condiciones casi artesanales continuó, aunque doblando la producción de la fábrica, pero parece que los italianos se cansaron de instalar y personalizar motores ajenos para sus creaciones, y lanzaron el prototipo de la primera motocicleta (y única) motorizada por Bimota: la 500 VDue, diseñada por Robbiano y con motor desarrollado por Marconi. Esta 500 VDue era un sueño para cualquier amante de las motos: bicilíndrica, dos tiempos, líneas hermosas, inyección electrónica, una deportiva de Grand Prix para ser utilizada en la carretera. Nació como prototipo, pero sus ingenieros estaban tan orgullosos de ella que insistieron en lanzarla al mercado. La compañía no atravesaba una buena época económica y se arriesgaron con su producción, aunque en unidades limitadas. No era muy cara para sus prestaciones, aunque tenía graves problemas con la inyección electrónica a altas revoluciones. De cualquier forma, la compañía admitió que fue una catástrofe de ventas.
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El cambio de milenio parecía dar un nuevo aire a la empresa, que lanzó uno de sus últimos grandes modelos: la SB8R. Fue la reposición de la gran moto SB 8 que Bimota había lanzado en 1998, una V-Twin de cuatro tiempos de 1.000 cc, con cuadro de carbono y un gran motor Suzuki, a la que los críticos han considerado como una de las mejores motos construidas en los últimos años.
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De nuevo en esos primeros años del siglo XXI la empresa cambió de manos y volvió a los circuitos, tanto en Gran Premio como, esta vez, en el Campeonato del Mundo de Superbike. Pero, irónicamente, poco después de volver a competir, la situación económica de la empresa dejó de ser sostanible, y Bimota se declaró en quiebra y cerró sus puertas.
Afortunadamente, fue por poco tiempo. En 2003, un nuevo equipo de dirección retomó la producción, con la misma filosofía que cuando se fundó.
BIMOTA DB8 SP
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