Carolina Gaitán “Las sinvergüenzas son mujeres insatisfechas y ansiosas de subir su autoestima” Con un reconocimiento como cantante ganadora en el concurso Popstars, Carolina Gaitán regresó tiempo después a la pantalla pero como actriz. En las tablas combina sus talentos y en escena es ‘doña’ Daniela, la verdadera esposa del protagonista, una mujer distinguida y sofisticada, ama de casa y aparentemente frívola. “Pienso que una mujer superficial es aquella que no ha experimentado la realidad de la vida. Los lujos son cosas que pueden o no estar y no te disminuyen o engrandecen como ser”.

En la vida real sus lujos se materializan en unas buenas vacaciones, pues sus días transcurren también entre los sets de TV. A la par del musical graba El monstruo de los naranjos, donde interpreta a la esposa del extinto narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha.

Ahora que está tan metida en la piel de las esposas, ¿qué piensa de ellas?
Ser esposa significa escoger a un hombre para compartir la vida desde todo punto de vista. Una mujer nunca es de un solo color, así que son las que aman, las que aguantan y en algunos casos las que son ‘cachoneadas’.

¿Qué es el matrimonio para usted?
Es una sociedad de vida que requiere persistencia y que involucra amor.

¿Vale la pena pelear por un hombre?
No vale la pena pelear por nada. Tal vez sí persistir, perseverar y luchar por un amor cuando es correspondido y hay respeto de por medio. Soy de relaciones muy estables y duraderas.

¿Es conocedora de la música de plancha?
He oído esta música en todas partes, toda la vida, en fiestas, karaokes. Creo que todos nos sabemos muchos temas de plancha que hemos cantado a grito herido (risas). Este musical ha sido un montaje muy exigente, algo que me hacía falta vivir y me hace muy feliz. Karoll Márquez “He sido infiel y no será ni la primera ni la última vez” Cuando vivió en México se presentó a la audición de Mentiras, país donde la pieza lleva cuatro años siendo un éxito: “Conozco el musical porque hice audiciones allá, me fue bien; pero no iban a escoger a un colombiano”.

Karoll es Emanuel en el segundo elenco, que se verá muy pronto: “Tener dos elencos son formatos que funcionan bien. Así ha sido en México. Es darle al público dos opciones con un grupo de actores conocidos y gente que lleva una carrera en la música y en la actuación”.

Para este cartagenero es su primera vez en teatro y se le notan la emoción y las ganas de pararse ya en las tablas del teatro más popular del país, La Castellana: “Me he parado en escenarios desde que era un niño, cantando; pero esto es una gran responsabilidad. Es una obra musical con la que siempre he soñado. Le hago mucho caso a lo que la vida me va mostrando profesionalmente y le he entregado todas las energías a mi carrera como cantante y como actor”.

Karoll es un hombre que puede hacer muchas cosas a la vez y, como él lo afirma, siempre sale bien librado. Por esta razón, al tiempo que interpreta a Emanuel acaba de grabar el video del sencillo Poquito a poquito, tanto en versión vallenata como en pop, pues su álbum, Dos caminos, tendrá dos entregas correspondientes a estos dos géneros musicales: “Los temas de mi disco son inéditos. Es un compromiso que tenía conmigo desde hacía rato, pues me la he pasado trabajando, girando e interpretando temas muy conocidos”. El musical gira en torno al tema de la infidelidad y el personaje que encarna es un hombre con cuatro relaciones al tiempo: “Como van pasando los años, uno tiene menos necesidad de decir mentiras. Todos hemos pasado por etapas de mentirosos, algunas más piadosas que otras, pero la mentira es mentira. Soy una persona entregada y fiel a todo, no solo en la parte afectiva; pero también he sido infiel en algún momento de mi vida y no será ni la primera ni la última vez”.

Adriana Bottina

“Hombres casados, ni fritos ni asados” Le había pedido a Dios que me diera un programa que tuviera que ver con el canto, el baile y la música. Textualmente le dije que también quería un musical para vivir esa experiencia. Estaba alejada de la actuación y dedicada a ser mamá, aunque grabé un disco. En noviembre me llamaron para La pista, que me pareció genial, y para Mentiras, mi primer montaje. Cuando eso ocurrió se me aguaron los ojos”.

Mujer de fe inquebrantable, las peticiones de Adriana Bottina fueron escuchadas y hoy hace esfuerzos para que las 24 horas del día le alcancen. “La jornada laboral comienza a las 5:30 a.m. y termina entre la medianoche y la madrugada. El trabajo ha sido duro, pero siento que estoy en algo que sé hacer. Mi papá era clown, entonces no me cuesta”.

A la experiencia como intérprete y actriz hay que sumarle una de su realidad: “Para darle vida a Dulce (su personaje), me he inspirado en mi adolescencia. Era muy así, muy crédula y de esas que la embarraban. Cuando me gustaba alguien, terminaba dándole un puño. Nunca tenía un concepto de moda, usaba faldas largas. A Dulce no le interesa la moda ni tampoco necesita parecerse a alguien para sentir que se ve bien y atractiva; se aterra de ver que otras necesiten un escote o grandes tacones para lucir bien”.

Por eso tampoco está de acuerdo con que la de lentes es “la pasada de moda, la aburrida, la intelectual’, como dice una canción. “Eso es casi un cliché”.

¿Perdona las mentiras?
Hay unos mentirosos que se pueden perdonar porque las dicen para defenderse, pero hay otros que dañan, y de esos no quiero ser amiga.

¿Dulce es o se hace la ingenua?
Es una mujer a la que le faltan pantalones y fue muy crédula debido a su inseguridad. Sufre de falta de afecto, tiene problemas de autoestima y se casó engañada.

¿Qué opina de quienes se meten con personas casadas?
Me parece terrible. No quisiera pasar por eso. Hombres casados, ni fritos ni asados; pero es que también hay muchos hombres casados y mentirosos.
¿Por qué cree que los hombres son infieles?
Por inseguros.

¿Perdonaría una infidelidad?
Siempre pensé que no, pero hoy pienso que sí; que a estas alturas y con un matrimonio de 12 años, sería capaz. Hay que revisar las cosas porque ya no estoy sola y tengo un hogar que amo.

¿Se siente sexy?
Hace años, cuando cantaba en un bar, ni siquiera era capaz de dar la vuelta en el escenario porque me daba temor que se me vieran las nalgas. Era muy acomplejada, no quería que me fueran a ver más allá de la música. Cuando estaba ahí Fernando Gaitán (el libretista) me preguntó si iba a seguir como una estaca. Me di cuenta de que me estaba limitando y me arriesgué; fue cuando comencé a bailar.