Bueno, pa los que les gusta un poco este gènero ahì les coloco esta del parque del poblado, breve pero entretenida y muy informativa, si les gusta pongo màs, incluso una de seis pàginas que realicè sobre la muerte de un funcionariod eEcopetrol.



Es sábado en la noche, con exactitud las 12:45 pm, el que salió a rumbear ya está en la discoteca con más de una “mediecita” encima. Subiendo por la diez antes de entrar a la zona aledaña al parque Lleras, al costado derecho, se encuentra la población de San Lorenzo de Aburrá fundada el 2 de marzo de 1616 por los colonos españoles.

¡Mentiras!, ya no es la población de San Lorenzo de Aburrá, es el parque del Poblado, un espacio en la ciudad único por su vida, por la alegría y por lo que representa para la no pequeña comunidad joven de la ciudad.

La gente abunda, de la misma manera el licor, medias de aguardiente, de ron y hasta garrafas de vino, unos conversan, otros bailan al toque de una canción de Bob Marley, de esos que bailan con la música del artista fallecido, que son como siete, tres son rastas, sus melenas que parecen cualquier otra cosa diferente al cabello ni se mueven cuando estos dan un brinco.

¿Qué los conocidos?, muchos, de la U, del barrio, hasta del colegio, allá convergen en masa muchas personas, los policías caminan constantemente alrededor del parque y más de uno se gana una requisa, ¿qué es incomodo?, sí, pero necesario no vaya a ser que los delincuentes y el terrorismo que carcome este país metan un gol en un sitio donde la paz abunda.

Las casi cincuenta lámparas alumbran perfectamente, no hay parte oscura, por ende todo debe ser público, las pintas, unos de jeans, otros de pantaloneta, “porque acá se viene uno a relajar” dice uno de los usuarios del parque, si se mira con detenimiento se da cuenta de que este es un espacio que difiere totalmente de los espacios reggaetoneros, este es un sitio donde pega más el reggae, el rock, el son cubano y la electrónica, aunque por ahí en medio de todo el gentío hay un pequeño grupo de jóvenes que por su pinta parecida a la de los grandes raperos y reggaetoneros, no notan que se ven fuera de lugar, claro que eso tampoco es problema, “en el parque del Poblado se parcha el que quiera” dice un joven de aspecto agradable y con algunos tragos encima. En una de las esquinas, específicamente en la zona donde están los negocios, que después de la plaza principal es donde más personas se agrupan, ahí están ubicados cinco locales, el Restaurante Simba, cafetería y restaurante Saldarriaga, bar restaurante El Son del Parque, Punto Cervecero Parque del Poblado y la Galería de la Fama: Los Maravillosos años 60´s.

Curiosamente desde la cafetería y restaurante Saldarriaga hasta la Galería de la Fama todo es rumba, diferente en cada uno de sus espacios, pero rumba, se escucha desde un son cubano hasta un Roberto Carlos y un Leonardo Fabio y a su coro, los asistentes al sitio.

La diversidad es mucha, en culturas, en gustos musicales, hasta en sexualidad y nacionalidad, porque que no falte el gringo, el hecho es que todo el mundo convive y pasa bueno a su manera.

El lunar, porque como en todo siempre viene la parte mala, la droga, abunda y demasiado, y de eso precisamente viven muchos niños de la calle que trabajan en este parque, además de dos jóvenes damas, una que en compañía de su padre vende trago después de la hora del cierre pero a la cual se le acercan muchas personas a pedirle drogas y también las consigue, es la típica matrona de película, vestida a una moda que para su gusto es el apropiado, una combinación de ropa de gimnasio y elegante dama, además de unas botas con los cordones sueltos, y su acompañante una niña que tiene catorce años y una cara de tristeza que apenas deja siquiera imaginar por las cosas que tiene que pasar, en medio de su viaje después de “meter perico” apenas le quedan ánimos para pedir un cigarrillo y conversar un poco antes de dormirse. Su nombre es Jhoana según dice, no muy convincente pero se le debe dar el beneficio de la duda, dice que vive en Manrique y que sus padres la dejan venir al sitio sólo con su amiga, ella al igual que otros jóvenes que cuidan carros y otros pequeños que consumen pegante se rebuscan la vida en el lugar.

La vigilancia es constante, la policía patrulla en todo momento pero igual, las transacciones ilegales se hacen rápidamente, como de película, además no se les puede echar la culpa a los funcionarios, igual somos colombianos y se inventan las maneras para hacer de todo.

El parque del Poblado con su gran diversidad es un ejemplo de tolerancia y convivencia pacífica, no se dan grandes conflictos y la tranquilidad invita a ser concurrido continuamente, es necesario decir que no se puede ser tan tolerante como para ver que una niña de catorce años consume drogas y no sentir nada, como dicen por ahí “el dolor se lleva por dentro”.